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José Antonio Bielsa Arbiol: «El Nuevo Orden Mundial no es una entelequia, es una realidad»

Rubén Martínez




El historiador, filósofo y ensayista José Antonio Bielsa Arbiol acaba de publicar en el sello editorial Letras Inquietas su última y polémica obra Satanocracia: La destrucción del Viejo Orden Cristiano. El libro, que tiene por objeto ahondar desde una cosmovisión cristiana en las causas profundas de los males y sufrimientos producidos por el Nuevo Orden Mundial y sus múltiples ramificaciones, ya se ha colocado entre los más vendidos de Amazon.

Rambla Libre: Se habla mucho de ello pero muy pocos son capaces de definirlo exactamente: ¿qué es el Nuevo Orden Mundial?

José Antonio Bielsa Arbiol: No es una entelequia retórica, sino una realidad multiforme y por momentos inaprehensible, suerte de sistema múltiple de estructuras de poder entrelazadas y/o disociadas que convergen en un único fin supremo de naturaleza luciferina: el establecimiento de un Gobierno mundial (el denominado “Gobierno de la Bestia”) cuyo objetivo prioritario es el control de todos los recursos existentes, materiales y humanos, contabilizados y enchipados. Quizá esta definición resulte un tanto difusa y no aclare al lector práctico gran cosa, por eso creo es importante trascender la mera lectura político-económica y leer los acontecimientos en clave teológica.

 ¿Podemos entender el NOM como un bloque único y estático o es una telaraña de organizaciones, instituciones y personalidades con diferentes estrategias pero que convergen en un unos mismos objetivos?

 Su descripción se aproximaría más a lo segundo: una telaraña, una inmensa telaraña de dispositivos visibles, solapados y subterráneos, para la que laboran desde individuos comprados –consciente o inconscientemente, ése es otra cuestión– hasta entidades multilaterales capaces de somatizar las más endiabladas coyunturas y seguir en la brecha como si nada.

 ¿Cómo es la presencia del NOM en España? Da la sensación que nuestro país, desde hace décadas, es uno de los más «adelantados» en implementar todas sus políticas.

 Así es, al menos desde 1978. Tan ominosa pre-implantación se activó mucho antes del fallecimiento del General Franco, pero fue preciso que este gran estadista católico desapareciese de la escena política, para proceder a dar la señal de “OK!”. Desde entonces, la España del Régimen del 78 ha sido pilotada por una entidad supranacional sin nombre ni rostro, desconocida de casi todos los españoles, abiertamente masónica y anticristiana en lo externo, furibundamente genocida y satánica por dentro. Cuatro décadas después, al fin podemos ver cómo la España de 2020 es una pobre piltrafa apaleada, devastada en todos los órdenes: geopolítico, económico, moral y religioso.

 ¿Qué es la Satanocracia? ¿Por qué un libro sobre ella?

 La Satanocracia (o el Gobierno de la Bestia) es el sistema político ideal del Nuevo Orden luciferino, al menos en su fase acabada o de más plena concreción. Y aunque esta peculiar forma de gobierno todavía no rige ni legisla para sí a pleno rendimiento, sí lo hace simbólicamente en los más variados ámbitos de la vida política. Podemos afirmar que “Nuevo Orden” y “Satanocracia” acusan tal grado de imbricación que el uno no puede concebirse sin la otra: son dos nudos paralelos que alimentan idéntico propósito: si el primero se vincula a la parte estructural y organizativa del entramado planificado por el contubernio mundialista, la segunda nutre y/o alimenta el impulso espiritual e intelectual que da significado al primero. Los más avezados conocedores, como David Spangler, han hablado con claridad diáfana de esto: “Nadie entrará al Nuevo Orden Mundial, a menos que él o ella hagan una promesa de rendir culto a Lucifer”.

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La destrucción del cristianismo: ¿es imparable?

Es la gran meta de la Sinarquía: volver a crucificar a Cristo y borrar el cristianismo de la faz del planeta. Por fortuna para los cristianos, sabemos que su furia satánica, aunque imparable, fracasará tarde o temprano. Mientras el mundo da vueltas, la Cruz permanece fija y estable.    

Es innegable que el coronavirus se ha convertido en algo más que una enfermedad y que se está aprovechando para realizar un rediseño social, cultural, psicológico, político y económico. ¿Quiénes son los grandes beneficiados con la pandemia?

 La llamada “pandemia por coronavirus”, arma de guerra al fin y al cabo, ha terminado por revelarnos al grueso de los españoles de a pie que somos carnaza para la Bestia, y que en nuestra postración hemos resultado seleccionados como uno de los países-piloto del NOM para llevar a cabo sus criminales planes. Ese rediseño múltiple traerá consigo un sometimiento todavía más brutal y despótico del ciudadano al Gobierno mundial, para el que trabaja el Estado español. Y todo para satisfacer la rapiña de una élite sin escrúpulos que desde sus múltiples terminales nutre a la Bestia con la sangre, el sudor y las lágrimas de los pobres gentiles; en el libro, en fin, ofrecemos sustanciosa información sobre estas terminales.

La Sinarquía ocupa un espacio muy importante en tu libro. Quizás se trata de una de las organizaciones más desconocidas y desconocidas para el gran público. ¿Qué es la Sinarquía?

En efecto, la “Sinarquía” es el sustrato sobre el que se retroalimenta el gobierno oculto mundial. Tal cual. Si en el mundo antiguo, la Sinarquía (syn [integración/concentración] + arkhia [poder/gobierno]) era la unión de varios príncipes coaligados para la dominación de los pueblos, hoy es algo mucho más sutil y diabólico, cohesionado en la unión de las fuerzas financieras y económicas multinacionales, asociadas en un tremendo poder a otros organismos pantalla, para así gobernar al Sistema-mundo a su libre voluntad y por medio de las tácticas recurrentes de diseño (conflictos bélicos, explotación humana, difusión de enfermedades y pandemias, masificación en núcleos urbanos, ignorancia y/o atraso de las masas, etcétera). Todas las sociedades humanas están siendo sometidas, bien por agrado, bien por la fuerza, a los designios de esa inercia que llamamos Sinarquía.

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¿Cuáles son los tres niveles sinárquicos?

En primer lugar estaría la Sinarquía exotérica; entre medias, la falsa Sinarquía esotérica; y finalmente, la Sinarquía esotérica auténtica. Esta serie de “niveles sinárquicos” fue sistematizada por el analista Guillermo Alfredo Terrera en su ya clásico (y censurado) estudio La Sinarquía, al que hemos recurrido por considerarlo ejemplar. La disposición de estos “niveles” no se desplegaría tanto en altura (a la manera de las pirámides de poder clásicas) como en profundidad, como si de un escenario teatral se tratase, con sus diferentes telones superpuestos, de modo que el primer nivel cubra a los subsiguientes. Veamos más detenidamente. Tanto la sinarquía exotérica como la sinarquía esotérica (falsa) no son ningún secreto: la primera acopia las sinergias del ramo financiero, y su rastro de visibilidad no son sólo sus fabulosos rascacielos y los logos luciferinos que sus marcas mundanas refrotan obscenamente sobre sus víctimas potenciales, sino también el otro rastro, el del dinero sucio que van derramando (puesto que el dinero es también el gota a gota de la sangre comprada); esta sinarquía exotérica aparece intervenida por la falsa sinarquía esotérica, que haríamos mejor en llamar (siguiendo aquí a René Guénon) “interfaz pseudoesotérica o contra-iniciática”, y que acopia el grueso de los adherentes a la masonería y los contubernios discretos en sus más variadas caricaturas. Ni que decir tiene que esta sinarquía contra-iniciática es a su vez manipulada y/o accionada por la auténtica sinarquía esotérica, no visible, aquella en cuyas constituciones y estatutos aparece codificada una doctrina hermética auténtica, con su escalera jerárquica única y sus rituales iniciáticos destinados al conocimiento de las élites escogidas.

¿Existe esperanza ante el NOM o el mundo actual está abocado irremediablemente a su sometimiento?

Existe esperanza. Sabemos que más pronto o más tarde el NOM colapsará, puesto que está destinado a ello por ser una obra humana intrínsecamente malévola y torcida, de inspiración diabólica. Su fracaso, sin embargo, supondría asimismo el derrumbamiento del mundo actual tal y como lo conocemos. No es preciso ser adivino para afirmar esto: conforme el mundo vaya siendo sometido más y más en la cosificación material de los cuerpos y la destrucción de toda posibilidad de vida del espíritu, el NOM irá ganando terreno, al menos aparentemente… pero su ruina estará cada vez más cerca. Toda aquella obra que se edifica violentando las leyes naturales más elementales termina por venirse abajo. El NOM es una aberración, un engendro repugnante, una monstruosidad satánica, y en su planificación mundialista se llevará por delante a incontables víctimas inocentes. El gran dilema es: ¿cómo podemos evitar participar de su impulso devastador? Mucho me temo que la mayoría de la población no esté preparada para resolver esta pregunta vital, pues en ella va nuestra supervivencia a medio y largo plazo.

José Antonio Bielsa Arbiol: Satanocracia: La destrucción del Viejo Orden Cristiano. Letras Inquietas (Agosto de 2020)

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