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Carlos Carrizosa, el peor candidato de los posibles y aún de los imaginables, en un Ciudadanos que da sus últimas bocanadas

Redacción




Luis Bru.

Ciudadanos mueve candidato a la desesperada, consciente de que está dando sus últimas bocanadas. Ya ni se cuida las formalidades de las primarias, aunque con las chapuzas de las que es responsable el aprendiz de brujo, Fran Hervías, las primarias de Ciudadanos tienen una credibilidad nula. Carlos Carrizosa será el candidato en vez de Loreto Román, el peor de los candidatos posibles y aún de los imaginables, con la única ventaja de que permanece en Cataluña, para unas elecciones autonómicas aún sin fecha, pero que se avizoran pronto.

En lo que hoy se presenta como una huida, casi una estampida, empezando por Inés Arrimadas, del feudo catalán, pero en su día se presentó como un paseo triunfal hacia el Gobierno de la nación, de la mano de un Albert Rivera, charlatán de feria, que sobrevaloró sus capacidades convirtiéndose en un hombre veleta, sin principios, al dictado de un cenital Pedro J Ramírez, Carlos Carrizosa se quedó en Cataluña, porque era con el que nadie contaba, dada su carencia de atributos.

Es lo que presenta Ciudadanos, en plena agonía y entreguismo a Pedro Sánchez, como único activo de su candidato porque ha querido que su cabeza de lista tenga “exclusivamente cargo público en Catalunya, para que no pueda ser identificado como un candidato de siglas y difumine cualquier idea de partidismo, facilitando así una futura coalición constitucionalista”. Más claro, agua. Carlos Carrizosa trata de engañar al PP como único objetivo, para evitar un descalabro que significaría la extinción del partido. La mano tendida, casi mendicante, hacia el PSC ya ha sido rechazada, lo cual indica que la entrega de sus votos a Pedro Sánchez son un regalo de Navidad y se hacen a cambio de nada. Sólo queda el PP, que se lo está pensando, pero con muy pocas posibilidades después de la defenestración de Cayetana Álvarez de Toledo, la única y patética valedora del España Suma, en realidad Ciudadanos resta, a la que unía un patriotismo inconsistente -la estrambótica bandera que se ha hecho señal de marca en el partido veleta o naranja- trufado de globalismo, a mayor gloria de las tesis delirantes de George Soros y Ana Patricia Botín, del Club de Bilderberg.

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El PP puede recuperar espacio en Cataluña y vender una subida o puede aliarse con Ciudadanos y tener que explicar una bajada como en Vascongadas, porque Ciudadanos está en caída libre y es una carta marcada, una flor marchita. Súmense el descrédito de Ignacio Aguado, más conocido como Ignacio PaniAguado, el acomplejado político madrileño que ha hecho la peor oposición al Gobierno del que forma parte como coaligado, para asegurar que el partido naranja ya es cosa del pasado.