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Fase 2: El mundo del (no) periodismo de partidos se derrumba

Redacción




Enrique de Diego.

Empezó Intereconomia, bueno El Toro TV, pero como es un alzamiento de bienes como un capazo y para entendernos Intereconomía, con el Club de Amigos pidiendo dinero y añadiéndole abalarios tipo pin con la bandera. Julio Ariza se piensa que un patriota es un idiota. Intereconomía apoya a Vox y su nombre en latín es un indicio de que Ariza, el estafador compulsivo y vocacional, estuvo en su fundación, con Aleix Vidal-Quadras y Santiago Abascal haciéndole la cama.

A raíz del confinamiento por el coronavirus, frente al cual ninguno ha protestado, sino que lo han jaleado, el mundo del (no) periodismo ha entrado en angustiosa convulsión y han empezado a pedir aportaciones dinerarias de sus lectores, normalmente acudiendo a cuestiones morales, igual que Intereconomía, aunque de otro signo. O estás teniendo mucho éxito en el timo, y por eso siguen, o, lo más seguro, no están teniendo ninguno y por eso insisten. Siguió El Diario del ignorante ilustrado Ignacio Escolar tocando a rebato. Luego han seguido los trincones de Libertad Digital, con la poca vergüenza de haberse repartido el Consejo de Administración dos millones de euros en los años 2017 y 2018. Luego Periodista Digital quien anuncia que es como si fuera redactores los lectores donantes. Poca imaginación en el timo, porque el único redactor es Alfonso Rojo, que está muy angustiado viendo que no va poder mantener su sueldo. El Español de Pedro J, más vergonzante, pide que acudan suscriptores a su mierda de digital y presume de exclusivas de las que carece; el diario oficial de un Ciudadanos en derrumbe, afirma que Juan Carlos ha tenido que irse por sus exclusivas, lo cual es más falso que un Judas de plástico. La realidad es que facturó por suscripciones 676.791 el 2017 y 586.556 en 2018. Y luego se ha enfrentado a los lectores de Vox. También por la vía de las suscripciones va El Confidencial. El último en sumarse a la ola es el diario Público del multimillonario Jaume Roures, que dice combatir por los más débiles, lo cual le ha salido muy rentable, pero en realidad sigue las consignas de los pretendidos amos del mundo, como el omnipresente George Soros. El marketing de Público es infantil y pueden prometer y prometen (prometer hasta meter) que harán «la República de Público», que parece bien poca cosa, con el infecto digital que hacen.

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Diversos tipos de moralina y un mismo mensaje: que el lector done o pague. En los tiempos que corren esta reclamación de la dadivosidad está llamado a ser un glorioso fracaso. En primer lugar, porque no hay promesa de reducción de sueldos, de donde se deduce que las empresarios pretenden que los platos rotos corran a cargo del sufrido contribuyente. En segundo lugar, casi todos estos medios apoyan políticas que han llevado al desastre a la sociedad y han apoyado las nefastas políticas llevadas a cabo por el Gobierno. En tercer lugar, y el más importante porque todos, sin excepción, sitúan a un partido oun bloque de referencia del Estado de partidos de que el esperan y consiguen prebendas en forma de publicidad institucional, que debería estar prohibida. En cuarto lugar, a los ciudadanos seguramente les gustaría pedir que les ayuden a ellos, ya que la realidad y las expectativas son francamente malas. Lo lógico es que se retraigan y no aumenten un gasto más.

La dependencia del (no) periodismo del Estado de los Partidos lo ha agostado, lo ha hundido en la mentira por lo que es buena noticia sus imperiosas dificultades económicas, que preanuncian un fracaso colectivo y cierres en cadena. El objetivo de todos los medios es la mentira o su hermana menor, la propaganda. Todos los medios mienten. Lo dice don Antonio García Trevijano: «la verdad carece de espacio en unos medios de comunicación que viven de los favores de los partidos». A llorar, pues, al Muro de las Lamentaciones. No dar ni un euro a estos lloricas es de sentido común. ¡Que se hundan todos en su podredumbre y miseria!