Enrique de Diego
Ha producido un escándalo, farisaico, sin duda, el que militantes del PSOE, en vísperas del pedricidio, llamaran a Felipe González, “golpista”. Los lacayos peperos han sido los más escandalizados toda vez que González ha sido el ariete para acabar con Pedro Sánchez y dar una prórroga a la casta. Y, sin embargo, en esto del golpismo, Felipe González tiene trayectoria, desde Suresnes, desde luego, pero también en el 23 F que se dio con el visto bueno del PSOE y cuyo objetivo era dar el poder a Felipe González.
No hay ninguna duda de la implicación del PSOE en el golpe de Estado que nunca fue de Tejero –un instrumento utilizado- sino de Jaime Milans del Bosch y Alfonso Armada, el mayordomo de Juan Carlos de Borbón, quien resumió su papel: “siempre estuve a las órdenes del rey, antes, durante y después del 23-F”.
Cuando Alfonso Armada, Segundo JUJEM, nombrado en enero, sale de la sede de la Junta de Jefes de Estado Mayor para ir al Congreso para proponer un Gobierno de “salvación”, llama a Zarzuela y mantiene una conversación con Sabino Fernández Campo. Éste le pide que no preserve el nombre del rey. Armada le informa de lo que va a hacer y cuando Sabino muestra sus dudas, Armada le informa contundente: “además, los socialistas me votan”.
Armada no sólo va con la seguridad de que los socialistas le van a votar, también va a proponer a Felipe González como vicepresidente, en la lista del Gobierno que le lee a Tejero, y que le hace estallar a éste cuando comprueba que en el Gobierno hay ministros no sólo socialistas sino también comunistas (con la guinda de Luis María Anson, el el mobbing, en Información). Esa lista fue copiada por la médico del Congreso, la Doctora Echave.
Aunque lo iré desgranando en una serie de artículos, para aclarar de una vez por todas lo evidente, dejar claro que quien echa abajo el golpe de Armada es Antonio Tejero, quien no ha llegado hasta ahí para eso, y al que se ofrece, junto a sus oficiales, un avión y dinero. Dice mucho a favor de quienes se jugaron su carrera que no aceptaran el enjuague. Armada no iba a entrar en el hemiciclo respaldado por las metralletas, sino como libertador.
Es obvio que ese apoyo del PSOE de Felipe González del que tan seguro está Alfonso Armada se acuerda en la comida que mantiene en Lérida con Enrique Múgica, presidente de la Comisión de Defensa del PSOE; previa a los trepidantes encuentros finales de Armada con Juan Carlos de Borbón en Baqueira Beret y en Zarzuela, el 13 de febrero.
De hecho, los socialistas no sólo apoyaban el golpe, sino que en sus prolegómenos trataron de captar voluntades a favor. El portavoz del PNV en aquellos entonces, Marcos Vicaya ha contado en varias ocasiones que mantuvo una reunión con Alfonso Guerra y Gregorio Peces-Barba, en la que estos indagaron sobre la postura que mantendría el PNV en el caso de que la situación de España exigiera un gobierno de concentración. Según Marcos Vizcaya, “el momento más peliagudo se produjo cuando recabaron mi opinión sobre la idea de poner al frente de ese gobierno a un independiente prestigioso. Me preguntaron qué me parecería si ese personaje fuera un militar. Les dije que no veía clara la sustitución de un gobierno legítimo sin una convocatoria electoral. Yo no creía en el mirlo blanco del militar independiente”. Si se cambia mirlo blanco por elefante blanco cuadra.
El golpe de Armada –no el de Tejero, que fue utilizado y no se dejó- pretendía salir del bloqueo que representaba la UCD, que pretendía ocupar el espacio del centro-izquierda, cuando la consolidación de la monarquía instaurada exigía gobernar con el PSOE. El Gobierno de “salvación” del mayordomo de Juan Carlos no iba a ser una dictadura, sino un gobierno de concentración transitorio para dar el relevo al PSOE, a Felipe González, el bien llamado golpista.