Enrique de Diego.
Un amigo mío me remite link de tu artículo en El Mundo, Luis María Ansón, que es una sarta de patochadas y groseras mentiras, indignas incluso del inmundo. Lo leo hasta que piden que te suscribas Premium, porque ningún periódico trae nada que merezca la pena, y menos la mierda de articulillos que escribes tú, alma de cántaro. Eres demasiado previsible como oráculo de Don Juan, título que te arrogas con notable desmerecimiento pues te llevaste un disgusto tremendo cuando en su testamento no hacía ni repajolera mención a ti, ni te dejaba ni un moquero.
Empiezas el artículo con una mentira que sonroja. Dices: “Recibo incontables mensajes de personas que me preguntan qué opinaría Don Juan, el hijo de Alfonso XIII, el padre de Juan Carlos I, sobre la crisis que zarandea hoy a la Monarquía española”. Bueno, no recibes ningún mensaje, incontables, sí, pero que no recibes ninguno. A Don Juan en España le conocemos cuatro, que ya tuvo sumo cuidado su hijo en hacerlo desaparecer la memoria colectiva, consumando su traición. Así que no puedes recibir incontables mensajes de alguien que no conoce nadie. Pero es que además mientes tanto, que ya no diferencias entre la verdad y la mentira. Por si alguien no te tiene calado, bastará esta anécdota altamente significativa para que caigan en que eres un mentiroso compulsivo, que es lo peor que se puede decir de un periodista. Siendo yo jefe de la sección política de Abc, buen jefe, por cierto, estando ya cansado de que pusieras de que se había llenado la redacción de cartas, cuando no llegaba ninguna, alabando tal artículo o tal foto, porque los que tu hermano Rafael Ansón, cuando sacaste una portada lamentando el grave deterioro del Servicio de Correos. Me dirigí al Consejo de Redacción, tras tu mete mano a las redactoras, grave y falso para esconder tu orientación sexual, y tu enamoramiento oscuro de la Raulito, por Raúl Morodo, y expuse que difícilmente se iba a creer el lector que al día siguiente de publicado un artículo se inundara la redacción de cartas funcionando tan mal Correos. Me diste la razón, apuntaste y al día siguiente publicaste que se había colapsado la centralita de Abc, cuando no había llamado nadie. Así se engaña a los lectores.
“Se está cometiendo una grave injusticia con Don Juan Carlos al lincharle sin detenerse en la presunción de inocencia”. Ay, qué me parto. Todos los monárquicos sois igual de chorizos. Lleva cuarenta años de corrupción a gran escala y todavía hay que reírle las gracias. Vamos que ingresa en una cuneta en Suiza 65 millones en la cuenta de la Fundación Lucum y cuatro años después el putero se lo da a su barragana Corinna Sayn Wittsgentein y tomas a los españoles como tontos. ¿En qué consiste ahí la presunción de inocencia? Venga, machote, aclárate. ¿Presuntamente no se lo dieron los saudíes o presuntamente no se lo donó a Corinna? A ti te patinan las meninges. Estás como una chota monárquica. Eres un pesado y te ha salido muy lucrativo serlo que tendrías que sentarte en el banquillo por mil tropelías y chanchullos con la mafia de los Pujol, Luego iremos al “español del año” de Abc, ignonimia máxima.
Sales con que el ignoto Don Juan, que estaba a sueldo de Franco y era un servil, decía que el pueblo “tiene derecho a la ejemplaridad de sus reyes”. Ejemplaridad y Borbón se dan mil patadas. Empezando por Don Juan, que resultaba difícil encontrarle sobrio. Perteneces a los viles juntaletras que han impuesto el silencio sobre las libidinosas aventuras sexuales del monarca y habéis hecho creer en eso de la ejemplaridad del rey y habéis hecho tragar a los españoles en la encantadora familia real que posaba en las fotos, cuando esa familia lleva rota desde 1975, cuando Sofía lo pilló in fraganti delito en la finca Quintos de Mora con Sarita Montiel. Ejemplaridad, patraña. Borbón rima con corrupción, como Ansón.
Pero tú, ¿qué autoridad moral tienes para defender al putero y chorizo? Si eres de la misma camada. Hiciste a Jordi Pujol “español del año” de Abc por dinero; blanqueaste al separatista por el vil metal, que a ti la Patria te importa una higa, y la vendes con facilidad al mejor postor. Tú tienes principios de baratillo y de zoco. Con la mafia de los Pujol tenías que sentarte en el banquillo.