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Fase 2: La fuerza más votada, la de los insumisos abstencionistas

Redacción




Enrique de Diego.

Inútil escuchar una opinión ponderada sobre la fuerza más votada, auténtica ganadora de la jornada electoral, la de los insumisos abstencionistas. En todo momento, lo previsible, la ocultación del dato para evitar explicaciones y dejar de provocar escozores Nada nuevo bajo el sol. Como decía don Antonio García Trevijano, «no hay un sólo medio de comunicación que diga la verdad sobre el origen heterónomo y la naturaleza oligárquica del actual Estado de partidos». Salvo Rambla Libre, la aseveración se puso ayer de manifiesto. Antonio García Ferreras tuvo que tragar mucha saliva para no decir absolutamente nada del fuerte, fortísimo incremento de la desafección hacia los políticos del Estado de partidos. Señalaba García Trevijano que «los gobernados votan libre y voluntariamente , una y mil veces, a torpes partidos gobernantes que les mienten, les roban y les desprecian. El Estado español está basado en la servidumbre voluntaria de sus súbditos  votantes». Esa tendencia se ha roto, benéficamente. Han saltado todas las costuras y eso ya no hay silencio que lo recomponga. Va a haber que abrir el debate, mal que les pese, y para eso gallarda Rambla Libre. En esa manada de gorilas irracionales que son los medios, basta que uno no se bata los pectorales para que cunda el ejemplo.

La abstención activa ha sido más pronunciada en las zonas urbanas, en las capas más ilustradas, menos dominadas por los cacicatos. En Bilbao, la abstención ha sido mayoritaria, el 51,4o%. En Galicia ha sido más intensa en La Coruña, con el 42,49%, y en Pontevedra, el 41,24; y menor en Lugo, 39,84, y Orense, ek 39,16. Nos llena de orgullo y agradecimiento este creciente sector de la opinión pública insumisa, a que nosotros servimos de altavoz. Es una oleada imparable. El Estado de partidos ha sido socavado en sus cimientos. Ha sido una jornada histórica, un día de júbilo inmenso. Por fin, una parte de la sociedad española ha salido de su letargo, de su servidumbre voluntaria. Ahora sale a su encuentro la República Constitucional, con la belleza de sus líneas cartesianas, con absoluta separación de poderes, el ejecutivo, el presidente de la República-presidente del Gobierno votado en circunscripción nacional, poniendo fin a todo cacicato regional; el legislativo con diputadas de distrito, a doble vuelta, con sistema mayoritario, en mónadas o unidades de 100.000 electores, con plena representación; el Presidente del Consejo de Justicia, elegido por voto cooperativo. ¡Oh! belleza y simplicidad, que sólo precisaría entre 450 y 600 políticos frente a los 400.000 parásitos actuales, con sus cortes de jefes de prensa y jefes de protocolo. ¡Hay tantos que todos necesitan un jefe de protocolo para organizar el tráfico!

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Ahora queda por ver lo peor: un sistema donde no funciona nada, que se cae a pedazos sobre los ciudadanos, en el que todo es mentira cochina, donde la corrupción del emérito hace a la monarquía insostenible y sus privilegios hirientes, donde la desafección a los políticos se hace completa, salvo los estómagos agradecidos, que evidencian el lastre que representan a la sufriente nación, e malestar social y los desórdenes públicos protestando contra una clase política que ayer sufrió su primera derrota sin paliativos.

Hoy hemos empezado la fase 2 hacia el periodo de la libertad constituyente, en la que la sociedad civil se genera, en el que tiene que nacer un gran movimiento ciudadano, pero debe rematarse la fase 1, una labor de pedagogía entre familiares, amigos y compañeros de trabajo, para los que el instrumento más adecuado es la difusión de «República Constitucional», la síntesis perfecta del ideario de don Antonio García Trevijano, Hemos dado un paso de gigante, hemos quemado etapas, mientras los medios del régimen rebuznan y ocultan sus heridas por las que se desangran. Fuerza y honor hasta la victoria final.