Javier García Isac. Director de Radio Ya.
El autoproclamado mesías Pedro Sánchez, se nos presenta como una especie de “Gran Timonel”, de salvador del planeta. A él se lo debemos todo, la renta, la vida, la hacienda, el aire que respiramos, la comida que injerimos. Nada escapa al control del nuevo mesías salvador, aquel que ha sido capaz, con su infinita sabiduría y sus vastos conocimientos que escapan a la mente del mortal corriente, de librarnos de una terrible pandemia. España debe mucho a Pedro Sánchez, pues solo una persona tan generosa y ecuánime, podía ser capaz de que en un país con 47 millones de habitantes, fallecieran tan solo 50.000 personas, con la apariencia de ser la mitad. Solo él podía conseguir que España batiera todos los records inimaginables, logrando que la comunidad sanitaria sea la más contagiada del planeta, consiguiendo material de protección caro y malo, prometiendo ayudas que no acaban de llegar, ni de materializarse, y mucho menos de concretarse, y salvando a mas de 450.000 personas de una muerte segura que ha evitado gracias a sus buen hacer y a su sapiencia.
Todos debemos estar eternamente agradecidos y sumisos con el salvador, con el visionario que nos permite seguir viviendo y respirando. Debemos eliminar al discrepante, a todo aquel que disienta o que ponga en duda lo grande que es Pedro Sánchez y lo bien que gestiona todo lo que se propone, todo lo que toca. Pedro Sánchez sabe lo que nos conviene. A él debemos entregarle la nación, pues solo él sabrá guiarnos por el camino correcto y la senda del éxito.
Pero una tarea tan ingente, tan grandiosa y descomunal, no podía recaer sobre las espaldas, sobre los hombros de una sola persona, de un solo hombre. Pedro Sánchez no está solo en su magnífica misión de deconstrucción de España, le acompaña un competente equipo de ineptos sin cuya ayuda, esto no sería posible, no sería lo mismo. Ministras colocadas para llenar una cuota o a petición del macho alfa de la manada, que siempre vela por sus hembras, sin conocimientos de ningún tipo, más que las casposas y rancias teorías marxistas aprendidos en alguna asamblea universitaria de medio pelo, donde corrían mas las litronas y los porros, que la doctrina. Ministros, con conocimientos, pero cuya valía es media por su condición sexual. En definitiva, todo un elenco de hombres, mujeres y genero fluido, con objetivos claros y resultados inolvidables y eternos.
Pero para que el engranaje fuera perfecto y todo esto saliera adelante, era también necesaria la inestimable colaboración de organizaciones sumisas y amigas, dispuestas a lo más indigno con tal de lavar la imagen del salvador, del mesías y todo su equipo. Los mal llamados agentes sociales, que no son más que grupos de presión que viven de lo ajeno, del dinero y la subvención que alegremente se les otorga, sin más merito que el conocer de forma solvente donde se puede disfrutar de una buena mariscada o de un buen espectáculo de carretera. Partidos Políticos con estrategias cambiantes, sin principios ni valores conocidos, más que el de la propia conveniencia y que justifican su comportamiento con argumentos pocos sólidos y muy endebles. Medios de manipulación de masas, estómagos agradecidos, de supervivencia comprometida, al servicio de los intereses que en cada momento dicte el mesías y su equipo, donde la profesionalidad, la búsqueda de la verdad o la objetividad, hace ya muchos años que desaparecieron. El circo, el espectáculo de la tragicomedia española, no estaría completo sin los espectadores, sin la masas de borregos dispuestos a creerse las historias más inverosímiles e increíbles. Aplaudiendo y asentado con la cabeza todo lo que se les dice, como autómatas entregados a un destino inevitable y que solo la intervención del mesías ha evitado males mayores.
Vivimos en una sociedad lobotomizada, a la que parece no importarle lo que hemos vivido, donde los fallecidos, las residencias de ancianos, los contagiados, las mentiras y el arresto domiciliario que hemos sufrido, pretende se olvide sin consecuencias y sin exigir responsabilidades. Es tiempo de hacer balance y sentar en el banquillo a los culpables, por muchas maniobras de distracción que el gran timonel, su equipo, sus cómplices y su masa de borregos de aplauso fácil, pretendan llevar a cabo.