Enrique de Diego.
Fue el sociólogo Ralf Dahrendorf el que definió las sociedades actuales en conflicto. La española va a ser sometida a conflictos extraordinarios, exacerbados. Un paisaje similar a la República de Weimar. El derrumbe final de la moneda sobrevino en enero de 1923 cuando los franceses ocuparon el Ruhr, la población paralizó el trabajo y el Gobierno aceptó la responsabilidad financiera de continuar pagando los salarios.
Se entregaban cantidades astronómicas al cambio: 4.000 millones de marcos por 7 dólares; una comida para dos en un restaurante costaba 1.500 millones y se daba una propina de 400 millones. La emisión diaria, en noviembre de ese 1923, era de 4.000 cuatrillones. El paro ascendió al 33,7 en 1931 y representaba un abrumador 43,7% en cierto momento de 1932. Ese invierno hubo 6 millones de desocupados permanentes. Era especialmente intenso en los egresados de las universidades, uno de cada tres Akadimiker no tenía empleo. La espiral de la violencia la inició el partido comunista y la concluyó el partido nazi.
Cuando nos asomamos a un abismo weimariano, la única endeble valla que nos separa es la pertenencia a la Unión Europea y la moneda común. Es obvio que el sistema de Estado de partidos es el problema y no la solución, dentro del sistema no hay salida, sólo puede sobrevivir si recibe ayuda exterior para mantener todo el aparataje político de 400.000 dedicados a depredar al contribuyente. Es dudoso que Alemania quiera ser generosa con el pozo sin fondo español, ni para que les compremos Mercedes y BMW, a tan alto precio; no habrá un Plan Marshall para la reconstrucción, porque aquí sería para el despilfarro. Nada indica que el Estado de partidos que se mueve siempre a través de la corrupción, no fuera a utilizar tales fondos, como ha sucedido en todas las veces anteriores, en una orgía corrupta de chiringuitos creados exprofeso para la ocasión.
Mientras tanto, la sociedad en conflicto que siempre es España va a ser llevada al paroxismo. Ni las pensiones están aseguradas. La renta mínima puede evitar un estallido social, pero ahí está la denuncia del presidente de la Asociación Europea de Ciudadanos contra la Corrupción, Manuel Romeral de que el SEPE está cerrado en banda a las ayudas sociales y no se están pagando los ERTES. Todo lo que vaya a los privados, se tendrá que detraer de los funcionarios, que son excesivos. Dentro de ellos están los esenciales, los que se refieren a las funciones clásicas del Estado: los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la diplomacia, que pueden ser metidos en el mismo saco. Adiós a la equiparación salarial. Radio Macuto indica que el descenso en los salarios será del 30%, como mínimo. Y del 40% en las pensiones. Con todo, de algún lado habrá que sacar el dinero. Los ricos contra los pobres…Si se sube la presión fiscal siete puntos, como pretende Podemos, se dañará irreversiblemente a las clases medias, las paganas de cualquier sarao. Un nuevo grupo en conflicto. Se recurrirá al fácil expediente de depredar a los que vienen detrás, que no votan, que aún no han nacido, aumentando deuda. Esos no protestan. Dejaremos una España sin futuro. Puede haber desórdenes y saqueos en esa eclosión social que se aventura para el otoño caliente. Al menos se crearán puestos de trabajo en seguridad en los supermercados.
Mientras tanto, la alcaldesa de Colmenarejo, descontando la crisis, la socialista Miriam Polo se sube el sueldo, con el vicealcalde de Podemos. Quien tiene la llave del poder da muestras de un egoísmo proteico. La única respuesta que ha dejado sin contestar Pedro Sánchez es si cintemplar bajárselo. Va a ser que no. El poder, que tiene a sus servicio las televisiones distópicas, jugará a dividir a unos de otros, a unos contra otros, en una lucha por la supervivencia, como en la barca de La Medusa, donde se llegó al canibalismo bajo la ley del más fuerte.
Habrá una primera etapa de luchas intestinas, hasta que todos los sectores focalicen el enemigo en la clase política, en todos los políticos del signo que sean, en la casta parasitaria. Si acabamos con ellos como clase, como casta, estamos salvados. Las previsiones del FMI empeoran para España: habrá una caída del PIB del 12,8%, un déficit del 13,9% y la deuda se irá al 123,8. Son los datos de un descalabro, de una catástrofe como esta gneración no ha conocido.
No se os ha dado otra salvación que «República Constitucional». Vamos bien pero mal para conseguir masa crítica. Hay que acelerar, con fuerza. Para cuando la tragedia estalle sobre esta España adormecida y pastueña, acostumbrada a dejarse llevar y a no luchar, de telebasura y distopía televisiva, de sexo, mentira y cintas de vídeo, de juventud insana de botellón y drogas, debe haber un rearme moral e intelectual, la ilustración ética necesaria para República Constitucional. Sólo así, con un gran proyecto nacional como objetivo, con separación de poderes y representación plena, la gente identificará los 400.000 políticos, cuando no son necesarios más de 6oo, como el problema y dictara su sentencia histórica, recuperada la lucidez moral: los políticos son los culpables.