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A propósito de Javier García Isac: Cerremos la Universidad

Redacción




Enrique de Diego.

Querido Javier: Tu artículo último sobre lo políticamente correcto me ha resultado muy interesante y enormemente motivador. Recomiendo leerlo y yo te propondría para el Pulitzer. Tú comienzo es glorioso: «Cuando lo absurdo y lo políticamente correcto lo cubre todo es cuando te das cuenta de la decadencia de las sociedades modernas». Aunque tiendo a pensar que el mal está excitado porque está perdiendo, es conveniente preguntarse cómo hemos podido caer tan bajo en la sima del absurdo y ello presagia grandes cataclismos purificadores.

Si analiza cómo hemos caído tan bajo en la estupidez «descubre que la degeneración de los valores y principios empezó por pequeños gestos que parecían inocuos, inofensivos, incluso ridículos, pero que, ante la falta de reacción por parte de la sociedad, empezamos a ver como normales cuando no lo eran. Fuimos cómplices por omisión y complacientes con todo aquello con tal de pasar desapercibidos». Las primeras noticias de eso tan asqueroso de la corrección política llegan de que en las Universidades norteamericanas están haciendo cosas muy raras con la semántica, que ya no puede decirse gordo o enano, sin dar ridículas vueltas. Recuerdo un amigo que volvía de USA y nos contó, por primera vez, esta serie de despropósitos, como anécdotas curiosas e increíbles, que producían hilaridad. Nos lo pasamos muy bien y nos reímos mucho. No veíamos el peligro.

Como un vendaval de zafiedad, como una ética amoral impuesta, como un detritus que corroe nuestras sociedades se fue imponiendo como sustituto del marxismo en crisis y con pretensiones de Gramsci para macarras como Pablo Iglesias. La izquierda dominaba los canales de difusión de ideas y se hurtó a su responsabilidad imponiendo una dictadura asfixiante e insoportable de lo absurdo; el mundo del revés, como si se hubiera salido de sus goznes y todo para seguir viviendo de la ubre del Estado. Recuerdo el día que, para hacer sitio en la atestada biblioteca, fuimos quitando los inservibles dedicados al modelo de autogestión yugoeslavo, polaco, ruso, albanés…Se nos enseñaban cosas como en el telón de acero no había paro.Todos esos profesores tenían que haberse ido a la calle y no volver a la vida. Pero estaban poco dispuestos a ingresar en La Trapa y pretendías mantener su modus vivendi y si era posible mejorarlo, así que se quitaron las gafas del materialismo científico y se pusieron las de la nueva oferta, 2 x 1, sin abandonar de todo cierto esquema de marxismo de baratillo: el marxismo cultural. Los medios de comunicación se prostituyeron y la derecha quiero creer que se acobardó exhibiendo sus abrumadores y atenazantes complejos. Hasta tal punto que los confusos y esotéricos «delitos de odio», con los que se cerraba el círculo y se ponía en marcha a nueva inquisición, fueron llevados al Código Penal por Alberto Ruiz Gallardón.

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Van perdiendo, tengo el convencimiento, por eso Bill Gates y George Soros han soltado el coronavirus, y por eso andan más rabiosos e histéricos que nunca; porque esa es otra, ver a una izquierda fondona, sin ideas plegarse a los mayores capitalistas salvajes y a los más penosos y patéticos. Pero mantienen la iniciativa y resistir sin cuartel ya no es suficiente. Ahora, leo en una pubicación francesa, que han puesto sus garras inquisidoras en la música clásica, porque hay «demasiado blanco» y las composiciones son de europeos. Lanzan la especie de que es el mundo menos inclusivo, ya que las minorías raciales están muy poco representadas: 1,8 los negros y 2,5 los latinos. Es una falacia con la que tratan de desarmar, probablemente los negros y los latinos no buscan el nivel de excelencia conveniente y les gusta más el rap y el hiphop y a los latinos, la salsa. Pero en realidad es un análisis estadístico falso y asumirlo ya es un error de partida: de cara a la música el color de la piel es accidental y puede ser que se dé un genio. El San Francisco Chronicle lamenta que en la Orquesta Sinfónica de la ciudad sólo hay blancos, pero la cuestión es si son buenos y tienen el puesto por méritos propios. El New Music USA da el tono diciendo que «la música clásica es inherentemente racista» y el «New York Times» remacha que es «la institución menos diversa del país» y ello esconde «un problema racista». Pretenderán poner cuotas y será un desastre para la música clásica. Siempre tratan de imponer un nuevo sentido común invertido. Si no queremos tener un problema racial, hay que decir basta y asumir las consecuencias.

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Por eso considero necesario pasar a la ofensiva y desmantelar la «inteligencia media» eliminando sus habitats:

a) quitar las licencias de televisión y sacarlas a pública subasta, inhabilitando a los actuales tenedores para presentarse

b) el cheque escolar en todos  los niveles educativos

c) la universidad debe ser cerrada, especialmente las facultades impropiamente llamadas sociales

De estas últimas ha salido Podemos como la oficina de colocación de los licenciados de politología, sociología, psicología…Pero ya no tienen nada que ofrecer a nadie. Los alumnos se rebelarán contra el fraude al que han sido sometidos por la farsa de sus profesores, como Pablo Iglesias.

Gracias Javier, por tu valiente y motivador artículo.