Enrique de Diego.
Ya se atreve contigo Santiago Abascal, que te ha dado unas leches dialécticas que te ha dejado temblando y callado como una puta babilónica, que así estás menos feo, con esa napia hiperbólica digna de un soneto de Quevedo y tu calva de canónigo. ¡Qué pena, qué asco! Eres el tío de la tiza.
Te ha dicho Santiago Abascal, cantando las cuarenta en bastos: «Pedro J fue una víctima de los que quisieron destruirle atacando su intimidad y hoy se ha convertido en un violador en serie de la intimidad familiar de los demás”. Haciendo referencia a su gusto por el corpiño rojo, que le metan el tacón por el esfinter y que le meen, lo que le produce un extraño y degenerado placer, modalidad sexual asquerosa que parece ser llaman «lluvia de oro», por el color del pipí. ¡Qué guarro y le gusta! A ti te gusta, como a los niños pequeños escatológicos, caca, pis, pedo, culo. Pero Abascal no se ha quedado ahí: “Es como uno de esos abusadores que sufrió abusos de pequeño y ahora los ejercen con crueldad”.
Cuando declaraste tu adulterio, alguien que te conoce bien, me dijo: «Cruz (Sánchez de Lara) le ha cogido por los cojones, a Pedro J le va el sexo perverso». Hay que esperar que tus reclamaciones a Cruz sean algo menores que a Exuperancia y que no le pidas con deleite que te mee con una larga y cálida meada que produzca inundaciones; claro que el mostrarte excesivamente sumiso vestido como una mujerzuela con el tacón trepanándote el ojete casa bastante bien con el feminismo radical de Crucita. ¡Qué patético!
¿Cuánto tiempo llevas sin oler una exclusiva? ¿Años, décadas? Como periodista eres un desastre, una ruina, una mediocridad con patas. De la revolución francesa, no tienes ni idea. Digieres mal tus lecturas y eso te lleva a confundir, se necesita ser indocumentado, a Jamal Zougam, que es un asesino en serie, con Alfred Dreyfus, que era un patriota y una víctima inocente. Te has cargado Ciudadanos y ahora lo apuntillas con el pozo de mierda y la nadería de Inés Arrimadas, porque no sabes hacer tu trabajo y siempre andas llamando la atención. Ahora te ha dado por celebrar cuarenta los como director. ¿Y a quién coños le importa? A nadie. Vanitas vanitatis et omnia vanitas, que dice el Eclesiastés. Eres un egocéntrico -salvo con Exuperancia que eres humilde hasta decir meame- que no sabes envejecer y llevar con dignidad tu decadencia. Tienes que ser el infectado en la pandemia y el muerto en el entierro. Te has echo un vídeo en el que casi todos te han dado calabazas: tiene la nación cuestiones de máxima gravedad como para andarse preocupando por tu vanidad herida. Vídeo el que se recuerda, el que te marca, como ha señalado Santiago Abascal, es el de Exuperancia.
Y con Cruz ¿qué cosas haces? ¿Las mismas marranadas que con Exuperancia? ¿Acaso tu número estelar de la gran meada? Al menos, tira de la cadena.