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Carta al prostituto Luis María Anson: Todo en tu sucia monarquía es mentira y fango

Redacción




Enrique de Diego.

Todo monárquico es un corrupto y un mentiroso, no hay más que verte a ti, Luis María Anson. Todo es falso en ti comemierdas, de la a la z, empezando por tu apellido Ansón, ganas ridículas de encontrar un antepasado almirante inglés a la familia del relojero de Loja. ¡Has mentido tanto a tanto la página y a tanto la cara de la noticia que has convertido el periodismo en una forma alternativa a la prostitución en la que tu ejerces de madame del burdel! ¡Con que la legitimidad de la corona estribaba en su ejemplaridad! ¡Cuántas veces has repetido esta monserga más insistente y más mentirosa que un Judas de plástico! El periodismo como putiferio, como engaño. La monarquía borbónica se ha mantenido sobre la corrupción, la mordida a gran escala y los maletines, igualito que tú, que mandabas al malogrado Vicente Zabala a recoger el cepillo a Sudamérica y tuviste tus santos huevos de codorniz a mandar a Colombia al buenazo y corto de Andrés Fagalde a rebuscar entre las cenizas humeantes del avión siniestrado para ver si encontraba la maleta repleta de billetes.

Ejemplaridad, decías para engañar al pueblo llano y soberano, que cada Navidad y cada veraneo se hacía las fotos de posado de la familia irreal, como un matrimonio bien avenido, y después del posado salía el fauno a la caza de alguna cabellera que llevarse como trofeo, ora la Carmen Gaya, ora cualquiera que se pusiera a tiro con ganas de medrar. Ejemplaridad de casas de latrocinio y cobacha. Y tú, enano del peluquín, que acosas a todas las mujeres para llevar una doble vida con de novio de la Raulito, que figurabas en la lista de Alfonso Armada como ministro de Información. ¡Qué vergüenza, qué patraña! El único hombre de honor, el que salvó a la democracia negándose al enjuague, fue Antonio Tejero, el único que negoció por sus subordinados, utilizados como colillas por el monarca campechano jugando a los golpes de Estado y sus lacayos, como tú.

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Pero ha llegado el momento de acabar con otra de las groseras mentiras que te has montado,  el de un don Juan heroico en Estoril, a verlas venir, dejarlas pasar y saber trigonometría. Don Juan fue un pobre hombre, un pobre borracho, que tuvo que ver como Caín mató a Abel de un certero disparo del calibre 22 americano entre ceja y ceja; un crimen intencionado en la psicópata juventud, ya alumno de la Academia de Zaragoza. Don Juan, el dolce far niente monárquico, borracho como una cuba con la napia borbónica roja de beodo, que vivía de la caridad de Franco. Te recomiendo un libro que destroza todas y cada una de las mentiras sobre el «heroico» papel de Don Juan como «valiente opositor» al Generalísimo: «El rey de los rojos. Don Juan de Borbón, una figura tergiversada», de Rafael Borrás Bertriu, Plaza y Janés Editores SA, primera edición, marzo de 1996.

Libro demoledor para los Ansones y lameculos de Estoril. La primera parte es historia, 153 páginas; la segunda, otras 150, se titula «Las cartas boca arriba», Capítulo VII, «Juan III o el fracaso de una falsa alternativa al franquismo (1941.1947). Toda la obra, pero en especial a partir de aquí es una colección de las cartas cruzadas entre don Juan y Franco en las que el primero babea, literal y reiteradamente, sumisión y lealtad al Generalísimo y al Régimen.

Mentira cochina el abuelo, mentira en grandes dimensiones el hijo y mentira fatua el nieto, auténtico calzonazos de la abortadora y de todo el sistema de Estado de partidos, que nos ha llevado a la ruina y quizás al hambre. Felipe está sobrando, pobrecillo, tiene sus propio pecados, como ser un fantoche y tener en la Diputación de la Grandeza de España a su bajeza, Catalina Luca de Tena, la ninfómana amargada, quien, vestida como un mandarín chino, ya te vale, que poco gusto tienes, después de tirarse al beodo de Joaquín Vila, ha quedado de florero para dar discursos, en vez de para vestir santos, más decente, digno y edificante.