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Frente a la partidocracia, libertad

Redacción




Fran Bo.

Transcurren las semanas, los muertos se olvidan, la indignación se apaga y los españoles vuelven al redil vigilados por sus mentirosos pastores, esos canallas que continúan, como si nada hubiera sucedido, en sus gobiernos, en sus parlamentos, con sus reuniones, sus conspiraciones, sus chanchullos, su latrocinio, sus discursos para imbéciles. La España de los dos bandos no es más que una opereta de los partidos y de los sindicatos subvencionados por el Estado. Los españoles nos hemos acostumbrado a obedecer, poco queda de ese pueblo aguerrido capaz de mantener un imperio en el que no se ponía el sol, nada queda del 2 de mayo, festividad reducida a una comunidad autónoma tan artificial y ficticia como el resto.

Da la sensación de que nos encontramos en el ojo del huracán. Hemos salido de nuestras casas cegados por el sol, conmovidos por nuestra debilidad, nuestra quietud y nuestra servidumbre, unos conscientes de ello, otros no. Pero la tormenta sigue su curso imparable hacia el desastre provocado por un mundo que soñó con el globalismo tras el fracaso del comunismo y del fascismo, ambos hoy entremezclados en las cloacas de la socialdemocracia parasitaria de los Estados de partidos.

La partidocracia ni se ha inmutado con el Covid-19, se ha encerrado en sí misma, se ha enrocado para protegerse mientras la pandemia arrasaba con lo poco que quedaba de la sociedad civil. Ahora quiere continuar con su atroz rutina y para ello emplea las tácticas de siempre: culpa al exterior de sus males (Trump, la Unión Europea, Rusia) y divide a los españoles con sus frentes república/monarquía, izquierda/derecha, comunismo/fascismo, feminismo/machismo, separatismo/constitucionalismo, etc. Divide y vencerás. Con el enfrentamiento social fomentan la tensión y el miedo necesarios para seguir con su régimen.

¿Hay esperanza para España? Muchos aguardan el tsunami económico que está por llegar tras la retirada de las aguas provocada por el terremoto del coronavirus. Pero en Venezuela vemos que ni el hambre sirve para despertar a un pueblo. Cuanta más miseria, más miedo y servidumbre. Por eso no hay tiempo que perder, hay que despertar conciencias, hay que llamar a la acción al pueblo español, a quienes tengan valor, a quienes conserven principios, a quienes amen España y la libertad. He ahí la clave, la LIBERTAD. Nos han arrebatado derechos y libertades porque la Constitución de 1978 no los garantiza, porque nuestra nación vive sometida a una partidocracia con tres reglas no escritas: la mentira, la traición y la corrupción. Nada nuevo. ¿Acaso no lo empezó el Rey Juan Carlos al cometer perjurio a cambio de una vida de millonario desentendido del porvenir de España? ¿Acaso no se sumaron los franquistas con Suárez y Fraga?, ¿los comunistas con Carrillo?, ¿los catalanistas con Pujol?, ¿los socialistas de Felipe González?, el personaje más siniestro de esta historia… 

Pocas naciones hay tan antiguas y marcadas como la nuestra. La nación española necesita un Estado que no la mate y no la venda. España necesita un Estado que la defienda. Por eso ha llegado la hora de luchar por nuestro futuro como pueblo, de propugnar sin medias tintas un nuevo sistema político que garantice nuestra libertad como nación. Hemos de ser conscientes de lo que significa la libertad política colectiva, del valor y beneficios que ofrece a los gobernados para así aumentar el deseo de conquistarla. Hagámoslo juntos sin miedo a una partidocracia que no tiene ni media torta. No esperemos ni un minuto más, cada día que pasa gana el Estado de partidos y pierde la nación. Adelante, hijos de España, seamos dignos ante nuestra patria, su historia y su porvenir. ¡La libertad viene en nuestra busca!