AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


«Privatizar las mentes», no los montes, «ignorante ilustrado»

Redacción




Enrique de Diego.

Tengo un ejemplar, que guardo como un incunable, publicado en 1996. «Privatizar las mentes», publicado por Ediciones Internacionales Universitarias, preanuncia el desastre en que nos han metido y propone un «Contrato con España» con 26 puntos, de los cuales los dos primeros son: «la supresión de la financiación pública de partidos y sindicatos» y la «modificación del sistema electoral, establecimiento del sistema mayoritario por circunscripción única». ¡Con cuanta claridad vi la tragedia del Estado de partidos, de la maldita partitocracia!

Pero el libro tiene su intrahistoria y la voy a contar. Acababan de despedirme de Abc donde era delegado en Alicante, donde había subido 110% las ventas y daba más de 100.000 millones de pesetas de beneficio. Fue un tal Joaquín Vila, borracho y putero, que me cogió celos, porque él era una nulidad, al que yo metí en Abc, encargándose de mis temas mientras me iba a cumplir con el servicio militar a Figueirido en Pontevedra, primero, y a Capitanía General de La Coruña, después. Pues éste Joaquín Vila, que me lo debía todo, mala persona y peor profesional, creyendo que iba a heredar a Luis María Anson, siendo subdirector solamente por la polla caliente que le metía a Catalina Luca de Tena, una chica insustancial, que tenía por norma liarse a periodistas ambiciosos del periódico, decidió que iba mostrar su poder sobre mí, sometiéndome a un brutal builling y echándome después. No lo consiguió a la primera, hasta que la muy zorra de Catalina, Cata, entró en el despacho de Anson y pidió mi cabeza. ¿Por qué, que motivos tenía Catalina para echarme? Solamente sus furores uterinos de frígida mal follada, sin tener en cuenta que yo tenía un niño de nueve meses, que me esperaba cuando me trasladaron a Madrid, cogido a la puerta del chalet de Santa Pola preguntando «¿dónde está, papá?» y saltando de contento en cuanto llegaba: «has venio, papá».

Vila, picado de viruelas, romo, que estaba casado, con un hijo con problemas, no compartía a Cata con su esposa, sino con todas las putas, que hubo que sacarle del calabocillo de la Comisaría de Toledo tras haber provocado un altercado en una casa de putas. Catalina era su puta sin pagar. ¡Y que esta ramera que ha pasado por medio Abc y por media casa de Alba esté en la Diputación de la Grandeza de España! ¡Dios mío, qué bajo ha caído la Grandeza de España o más bien la bajeza de España! Está para sufrir una revolución. En esta historia de mezquindades, actuó como colaborador necesario, José Antonio Vera Gil, un pobre inútil hipocondriaco, taimado, que por esa carencia absoluta de méritos llegó, con Mariano Rajoy, a presidente de la agencia Efe. ¡Dios mío, como se han hecho las cosas en esta España del Estado de partidos! Luego ha querido ser presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y ha sido despreciado por los colegiados. Y también de mamporrero un alicantino, Blas Gómez Cuartero, que se ha enamorado de una puta rumana, y tiene que esperar para verla a que terminen los clientes la jodienda. ¡Miserable engendro!

NO TE LO PIERDAS:   Carta a Bill Gates: No me hacen gracia tus patochadas, te vas a meter tu 'carne" sintética....

En la redacción de Madrid me pusieron a no hacer nada y cuando fui a decirle a Luis María que pactáramos mi salida me salió con que «periodistas como tú se cuentan con los dedos de una mano» y me encargó de un suplemento de pensamiento que saldría los domingos. Busqué los mejores colaboradores. Hice uno sobre el falso derecho de autodeterminación y me fui a Sa Sebastián donde Jaime Mayor Oreja había sustituido como candidato a la alcaldía al cobardemente asesinado por ETA, Gregorio Ordóñez. Mientras había sido jefe de política siempre había pasado las vacaciones en Vascongadas, para visitar y comer con los corresponsales de Abc, que escribían todos con pseudónimo. Es lo menos que podía hacer. Pues bien, Angel Antonio González, redactor jefe de continuidad, se echó a reír cuando despachaba las páginas del suplemento, y ante mi sorpresa, me espetó: «¡no te esfuerces, nunca se van a publicar!». Luego, me mandaron a Alicante con el mismo encargo de no dejarme publicar nada, a hacer semblanzas y perfiles de políticos, y me pusieron un detective privado que me seguía todas horas, entraba en el garaje y, cuando pedí permiso para ir a visitar a mi padre, al que iban a operar, me siguió hasta el límite de la provincia de Alicante. Reportaban a los presuntos periodistas de la delegación de Alicante.

En esa situación, cuando había tocado la inmensa mediocridad y la absoluta maldad, me puse a escribir «Privatizar las mentes». Lo mandé a Ediciones Internacionales Universitarias, que luego me enteré que dependía de la gran Universidad de Navarra, y decidieron publicarlo. Una cosa es publicar y otra vender. Se vendió muy poco. Me organizaron una presentación en Pamplona y allí me fui ilusionado, con mi esposa. En la impresionante sala solo ¡había dos! Y a lazo, fueron llegando dos docenas de alumnos. Con todo fue un viaje grato, cogimos un autobús y fuimos a esa maravilla que es Estella. También fui a la Feria del Libro, donde no firme ni uno, mientras por megafonía informaban machaconamente que en la caseta estaba Enrique de Diego firmando ejemplares del libro «Privatizar los montes». Más sencillo y más natural, desde luego, privatizar los montes que privatizar las mentes. Hace poco, visioné la conferencia de Marcos Peña, con la intervención de don Antonio García Trevijano en la Universidad de Sevilla, en la que con su fuerza característica, dice que las ideas surgen de la acción, de los hechos, de la experiencia.

Vamos, ya con el libro, que «está escrito tras la caída del Muro, ese es su contexto histórico» porque «al estatalizar la vida, el comunismo había estatalizado mentes; al impedir la libertad había dañado los cerebros». Indicaba, en la estela de lo dicho por don Antonio, que «Privatizar las mentes tiene mucho de lecturas, pero también de experiencia, de reflexión pero también de vida». Y me ha hecho ilusión, al releerlo, encontrar una cita pareja a lo que dice don Antonio: «una pequeña piedra derrumbó al gigante bíblico, He pretendido echar a rodar una piedra más a los pies del monstruo, a las mismas bases de su soporte».

Avisaba que la izquierda marxista estaba cubriendo sus errores para mantener su status, sus intereses creados. Fue Regis Debray el que les hizo ver, con gran impostura, que dominaban todo el aparataje de difusión cultural, e insistiendo en la crisis de la izquierda, devenida por la caída del Muro, podían perderlo todo. Antes al contrario, la «inteligencia media», la que transmite pero no crea, debía meterse toda en los Presupuestos. Así nació la «excepción cultural» del cine, que justificaba las subvenciones. Si toda la «inteligencia media» asumía un discurso el que se opusiera, en nombre del sentido común, parecería un disidente o un loco. La propuesta sonaba lejanamente a Gramsci pero de era una tosquedad brillante. Así nació lo «políticamente correcto», que sonaba tan absurdo que hubo que situar a sus detractores en el terreno del delito genérico y vaporoso, los «delitos de odio», y el Estado cultural, mecenas. Y la consecuencia, lo que yo denominé el «ignorante ilustrado», que ha dominado la escena hasta nuestros días.

NO TE LO PIERDAS:   ¡Bolsonaro no se timo vacuna! ¡Bien!

«Nuestro ignorante ilustrado está acostumbrado a ver programas en los que la ocurrencia sustituye a la reflexión. Nuestro ignorante ilustrado vive en esa cultura kitch, sin formas, sin contenidos, en el que la opinión no es medida por sus consecuencias y en la que la audacia lejos de ser ya el atributo de la ignorancia lo es de la sabiduría. Esa permanente ilustración esconde una cultura de fragmentos sin cimientos. Nuestro ignorante ilustrado no es antielitista porque forma parte de una élite general que puede medirse por encuestas. Ese ignorante ilustrado que muestra su adhesión a los reality shows, que no incrementa los índices de lectura, que es adecuadamente ecologista, oportunamente tolerante, comprensivamente feminista, moderadamente pacifista y convencidamente estatista, es el producto lógico de un sistema y también se fracaso. La ignorancia actual no es un vacío sino un cúmulo de tópicos y mitos».

Propongo el cheque escolar en educación, porque ahora el sistema educativo esta controlado por la «inteligencia media» para generar «ignorantes ilustrados», alevines de funcionarios. El capítulo clave se titula «La sociedad dual»: «La sociedad española en la que vivimos no sólo es una sociedad dual sino que es una sociedad monstruosa», en la que cada vez más gente vive del Estado y cada vez hay menos gente productiva. «En esa sociedad dual en la que vivimos en España el mantenimiento de ese Estado se hace inviable, independientemente del voluntarismo de sus defensores». El equilibrio entre los dos sectores «parece cada día más imposible». Hoy en día, ha saltado hecho añicos. Para que funcionarios, pensionistas, parados, ERTEs, renta mínima alguien tiene que haber que produzca y pague impuestos. Toda mi obra esta ahí, en «Privatizar las mentes», un libro que casi nadie leyó, pero fue fundamental para mi maduración intelectual. Dios escribe derecho con renglones torcidos. No era esa la piedra que echaría a tierra el gigante bíblico con los pies de barro. Ahora estoy seguro de que la piedra certera es «República Constitucional».

Privatizar las mentes, Enrique de Diego, Ediciones Internacionales Universitarias, Barcelona, 1996, 210 páginas.