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Galapagar: «Pablo, Irene, aquí nos tiene», el grito servil de una quincena de podemitas muy maduros

Redacción




Javier de la Calle.
Cada día se concentran, ante la mansión de Pablo Iglesias, medio centenar de personas que hacen una cacerolada pacífica enfundados en la bandera constitucional.

A la misma hora acuden unas 15 personas, ya maduras, que intentan, sin éxito, acallar la cacerolada con música y provocar a los asistentes.
Pero lo que más pena y vergüenza ajena provoca es escuchar como, a la puerta de una mansión típica de la Casta, gritan consignas como «Pablo e Irene aquí nos tiene» o «sí se puede» grotesco, pero cierto.
Lo más llamativo es que se va invirtiendo algo como que de ser los jóvenes los que apoyan a Podemos son esos jóvenes los que se ven enfundados en la bandera y con una cacerola en la mano.
Parece que el cuento del comunismo empieza a volver a su sitio entre los jóvenes que ven en él una amenaza a su futuro.