Enrique de Diego.
Es un concejal importante de una ciudad del Sur de Madrid, del cinturón industrial, de las llamadas ciudades dormitorio. Es un buen observador político que nunca me ha fallado. Tras la pregunta genérica, responde raudo y espontáneamente: «¡Va a haber un incendio! Me he reunido con los hosteleros y todos cierran. No va haber suficientes alimentos en Caritas y el Banco de Alimentos». Se queda unos instantes en silencio y exclama «¡Van a ir por el rey!». Otros instantes más silente y dice con congoja: «Y van a venir a por nosotros, los políticos». Me cuentan un sucedido de la sierra Norte de Madrid, han detenido a un varón robando un móvil a una mujer, lo llamativo es que el varón era de clase media: «nunca había robado, pero con los 50 euros de la venta de ese móvil, tengo para comprar arroz y pasta para mi hijo».
Se incuba una eclosión social. La renta mínima y el dinero de la UE pasará lo que con los ERTEs, que no llega, se queda por el camino, en la burocracia. Nosotros sabemos, repúblicos, que el Estado de partidos todo lo emponzoña, todo lo enfanga, todo lo corrompe. Se están haciendo demasiadas en firme que atañen a la directa supervivencia de la gente y si no se cumplen la indignación y la ira populares serán tremendas, más de lo que ya son, y habrá una fuerte eclosión social que se lo llevará todo por delante; es ese «¡van a por el rey», que dice mi amigo el concejal de la ciudad del Sur de Madrid, el fantoche coronada y la abortadora tendrán que desalojar Zarzuela como simples ocupas.
Años de mentiras y de propaganda estallarán irremisiblemente. Será un shock traumático, como el despertar de una pesadilla y habrá un tiempo de desórdenes y saqueos y una locura colectiva como el que ha sido durante tiempo engañado y se ha dejado engañar. Entonces la gente necesitará alternativas y tenemos que estar preparados -urge, el tiempo apremia- para el periodo de Libertad Constituyente, la auténtica democracia -no la partidocracia- con separación de poderes, que se controlen y persigan la corrupción, no como ahora, no como cuarenta años de expolio inmisericorde, y representación de los elegidos, y capacidad de los electores para revocarlos, con diputados de distrito (ya hay quien está preparando un estudio decisivo) y presidente de la República-presidente del Gobierno en circunscripción nacional que acabará de forma natural con los separatismos. Toda la agenda salvadora, sin quitar ni poner nada, porque nos va mucho, nos va todo en la última oportunidad, la decisiva, que no debemos dejar pasar, que no debemos dejar perder. No es una tarea para gente menuda, sino para personas maduras; no, para diletantes, sino para gente consciente de su responsabilidad.
Ahora la sociedad se encuentra en pleno desconcierto, noqueada, después de meses de confinamiento, como si todo hubiera estuviera parado y hubiera que echarlo a andar, pero no es posible, porque los engranajes sociales se han disparatado. Momentáneamente hay un tímido florecer de la sociedad civil en forma de cacerolas y de manifestaciones de apoyo al coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos. Cualquier excusa es buena. Asistimos también al intento de Vox de capitalizar el malestar, pero las manifestaciones, empezando por los héroes de la calle Núñez de Balboa, han sido espontaneas y ciudadanas, no convocadas por ningún partido y sin presencia alguna de políticos. Así vuelven a ser. No había políticos entre los 6oo congregados ante la casa cuartel de Zaragoza.
Tenemos que luchar con ochenta años de propaganda que identifica República con izquierda con guerra civil y matarifes. Pero eso no es la República Constitucional, una idea hermosa, un ideal grande por el que merece luchar pacíficamente, de ganar corazones e ilustrar las mentes. «Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tendrán que exiliarse», sentencia el concejal de referencia. Otro argumento absurdo y demencial es que Pedro Sánchez sería el presidente de la República-presidente del Gobierno. Ninguna nulidad tendrá cabida en una República Constitucional.
Os he dado un instrumento demoledor en mi libro «República Constitucional», 21 páginas, 1,53 euros, o en Tapa blanda, 7.07 euros, donde está condensada nuestra alternativa al sistema corrupto y mediocre de la partidocracia. Con ella, estaríamos liderando el constitucionalismo político a nivel mundial, seríamos un ejemplo a seguir para las demás naciones. Vale la pena. Saldríamos de esta crisis tremenda más fuertes. El libro, en Amazon, está bien situado, entre los más vendidos. Si su objetivo fuera ese, es para estar satisfecho. Pero del libro se van a vender millones de ejemplares, en su momento, pero ahora se trata de conseguir masa crítica, utilizarlo con familiares, amigos y compañeros de fatigas, ya no me atrevo a decir de trabajo, para generar un debate enriquecedor, ganar los corazones e ilustrar las mentes, como os decía; acabar con los prejuicios y los miedos colectivos. Atreveos a comprarlo. Es un libro de combate, un instrumento eficaz de lucha, un arma poderosa para la victoria. Masa crítica, aún estamos lejos, y queda poco tiempo, el ritmo de los acontecimientos se está acelerando. El futuro ha de ser nuestro y conquistar nuestra libertad política, nuestra libertad colectiva.