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La legitimidad del trevijanismo la tiene la Plataforma Demos

Redacción




Enrique de Diego.

La legitimidad del trevijanismo la tiene la Plataforma Demos, que se dedica a la acción política. El antiguo movimiento MCRC puede darse por extinguido; queda un pequeño grupo que, al calor de la sustanciosa herencia de don Antonio García Trevijano, que está en litigio, ha desarrollado una mentalidad sectaria, como si fueran los depositarios de no sé qué extraño patrimonialismo sobre la figura de don Antonio y, lo que es demencial y nadie les reconoce, sobre su pensamiento, en el que han demostrado una completa esterilidad.

Yo mismo he sido objeto de sus diatribas por haber osado publicar «Democracia Constitucional», porque, al parecer, lo que hay que hacer es vender los libros de don Antonio. Todo lo contrario. No hay tiempo; para el pueblo español es fundamental un panfleto de síntesis con la fuerza de un manifiesto para poner, con fidelidad, el ideario de don Antonio, de crítica al Estado de partidos, separación de poderes, elección del ejecutivo en circunscripción nacional, del legislativo, por distritos uninominales por sistema mayoritario y plena independencia de la Justicia.

Un desquiciado que responde al nombre de Javier Adamuz me acusa de tratar de enriquecerme -¡ojalá!, buena señal sería para el triunfo de las ideas- en la edición de tapa blanda, pensada para su difusión mediante regalo en personas no familiarizadas con la compra on line, y que tiene el precio de 7,07 euros, y a la que ha habido que añadir seis páginas. Es el precio mínimo que exige Amazon y de ahí las regalías que me corresponden son 0,90 céntimos. También, desconociendo mi trayectoria y la de Rambla Libre, me impele con tosca ironía a donar los beneficios al PP y a Vox. Al tal, le han hecho la histérica ola un par de mindundis. Parece que piensa el ladrón que todos son de su condición. No soy partidario de debates estériles, ni entrar en cuestiones tan penosas como ésta, pero tampoco voy a dejar pasar el secuestro que pretenden del pensamiento de don Antonio, con falta de respetos hacia él.

No entiendo por qué en los últimos años de su vida, don Antonio García Trevijano daba la impresión de tener estrecheces angustiosas de liquidez, teniendo tan abrumador patrimonio, con una extensa finca en Ciudad Real, otro en Brasil, que dicen tan grande como la provincia de Cáceres, innumerables obras de arte de primera calidad, piezas de colección únicas, como una silla de María Antonieta y un busto de Luis XVI, amén de su mansión en Somosaguas, hoy ocupada por su secretaria, Helena Bazán, con quien mantenía una estrecha relación. Vendiendo cualquiera de las piezas que constituyen su patrimonio se hubiera dotado de liquidez y hubiera podido dedicarse a la acción política. No fue así, y tras desheredar a sus hijos, que han impugnado su testament0, ha dedicado todo su patrimonio a una Fundación dedicada a difundir su legado político, que ni siquiera se ha constituido todavía.

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No es necesario reivindicar a don Antonio en estos momentos, con aristas en su biografía, como todos los humanos, ni hablar de la transición, que es pasado, ni de Estoril ni de la Platajunta, materias que interesan a los historiadores, pero no a los españoles de hoy que viven una angustiosa situación sin precedentes. Lo interesante y decisivo es la solución a todos los problemas que tiene España y la deslumbrante sencillez y simplicidad que tiene la doctrina de don Antonio. Es lo que hay que hacer llegar a las masas y para eso está la síntesis luminosa de «República Constitucional», que la puede entender todo hombre o mujer. Se venderá, al principio poco, luego se venderán millones. No se va a perder esta oportunidad histórica. «República Constitucional» es la piedra que se echar a rodar para tirar abajo al gigante bíblico de los pies de barro.

Como cada vez que se va un visionario, siempre quedan los que quieren continuar su acción en la vanguardia y los que se quieren quedar conservando su obra y patrimonio en la retaguardia. El problema estalla cuando ambas partes entran en conflicto por el liderazgo, y así sucedió en el MCRC cuando falleció D. Antonio. El cual había nombrado como continuador indiscutible a José Papi por sus únicas cualidades demostradas durante su carrera tanto en el mundo empresarial de Bruselas como dentro del propio MCRC.

Pero este nombramiento no fue del agrado de aquellos cuyos intereses están alejados de la acción y más cerca de otros intereses, así ya en las primeras decisiones sobre cuantiosas donaciones recibidas en la asociación, el criterio del Presidente fue saboteado tanto por la secretaria Helena Bazán, patrona de la Fundación AGT aún no constituida como por el abogado Pedro Manuel González. Usando como ariete a una sus colaboradores menos brillantes Miguel Gómez de la Cuesta, que se esconde siempre tras el seudónimo de Atanasio Noriega.

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Después de varias discusiones y ante la deriva hacia una guerra civil interna o la convocatoria de una asamblea a la búlgara, Papi y sus colaboradores leales, el 95% de los que estaban en la acción decidieron continuar esta acción por otros medios, fundando en tiempo record la asociación Demos, para dar continuidad a la misma acción que llevaban en vida del maestro, pero sin agarrarse a siglas, libros ni cuadros.

Desde entonces Demos no ha parado de crecer en número e influencia y su criterio es escuchado y respetado en muchas esferas de la vida pública española, mientras en el MCRC no falta a su cita de intentar manchar el nombre de los que están en la acción, no solo Demos, sino yo mismo he sido víctima de ataques al sacar su nuevo libro, como si fuera un hereje para la secta de los que jamás entendieron al maestro en vida y ahora quieren ser más papistas que el papa como Javier Adamuz.

Si hubieran tomado esa actitud con D. Antonio vivo, los hubiera echado al instante de su casa, de su vida y de su movimiento para no volver, igual que a tantos que hoy se llaman trevijanistas auténticos o se hacen pasar por su mano derecha.

Es necesario desenmascarar a quienes mueven los hilos por detrás del MCRC para que la obra y el legado de Trevijano se alineen con la acción política de vanguardia de Demos y no sean una rémora de intereses contrarios al interés de España, que no es otro más que las ideas del gran pensador se lleven a la práctica y triunfe en España la Libertad Política Colectiva.