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El ocaso de Ciudadanos con Inés Arrimadas, que no vale para nada, está siendo deleznable

Redacción




Javier de la Calle.

Cuando se veía el batacazo que se iba dar Albert Rivera los de Ciudadanos, cercanos al secretario de organización, Fran Hervías, comentaban, casi alborozados, que había recambio con Inés Arrimadas, un peso pluma sin sustancia, al que Federico Jiménez Losantos en su condición de oráculo de Delfos la declaró «resucitada» en el debate de investidura, que Santa Lucía le conserve la vista.

Ahora Inés Arrimadas y Ciudadanos se presta a salvar a Pedro Sánchez y su estado de alarma, en su cuarta prórroga, que se dice pronto, en un triple salto mortal de los veletas. Esto hecho con 57 diputados y una coalición de Gobierno fue la gran oportunidad perdida por Albert Rivera. No se recupera el tiempo perdido, y el pacto urdido por Carlos Cuadrado, el de las finanzas, suena a hacerse la foto con Pedro Sánchez y diferenciarse del PP, a cambio de muy poco, reuniones semanales para marear la perdiz, con las pymes y los autónomos, que fueron el público de Ciudadanos, como excusa.

Hay que suponer que el PP se va a ver obligado a revisar el error del pacto con Ciudadanos en el País Vasco, y que acertó Alberto Núñez Feijoo al despreciar el acuerdo, que resta más que suma. La población está cansada del confinamiento, percibe que mantener el estado de excepción bajo la figura del estado de alarma, es económicamente ruinoso, es lesivo y contraproducente, con todas las contradicciones que establecen las fases, ejemplo de estrategia descentrada.

Ciudadanos se hace corresponsable del desaguisado y puede considerarse un inmenso error, pero a estas alturas Ciudadanos puja en las encuestas por la extinción y puede que Inés Arrimadas, que no sabe de nada, que es un bluff, que traicionó al electorado abandonando Cataluña, y su guardia pretoriana hayan considerado que cualquier movimiento espasmódico les da visibilidad, aún a cambio de tensionar los pactos de gobierno con el PP y especialmente el de la Comunidad de Madrid donde Ignacio Aguado está en la desleal oposición a Isabel Díaz Ayuso y con un pie en el estribo para girar a la izquierda si le ofrecen la presidencia.

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Ciudadanos se ha convertido en un modus vivendi para catorce políticos profesionales y ya no queda ni la retórica que lo puso en marcha, ya ni se cuidan ni las formas. Inés Arrimadas no puede dejar de contar con Carlos Cuadrado porque si no le estallan los cambalaches y las oscuras finanzas de Ciudadanos, pero el caso más penoso es el del matrimonio Fran Hervías-Virginia Millán Salmerón. Virginia será adjunta al Defensor del Pueblo andaluz y Fran Hervías se está labrando un puesto de senador por la autonomía, después de dimitir y amagar con abandonar la vida pública. Dos sueldos bien valen un engaño. Inés Arrimadas nace muerta.

Juan Carlos Girauta, en su gesto de abandonar el partido, de romper el carnet, ha dado una lección de dignidad y ha certificado la muerte de un partido que se llamó Ciudadanos.