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Centauros del desierto: John Ford y John Wayne

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

El cine es el arte de la imagen aunque la palabra sirva para adornar las miradas y conducir la acción. John Ford, el más grande artista del Séptimo Arte era un poeta que no tuvo necesidad de acentuar su poesía, le bastó con mirar a través de la cámara y dibujar emociones, épica, personas, sentimientos, aventuras en sus espectadores .

 

https://www.youtube.com/watch?v=KvfIsbhIQLA&feature=emb_title

 

Centauros del desierto se abre con la imagen de Ethan (John Wayne sublime ) recortada en el horizonte y dando inicio a la historia. Y se cierra con la imagen de nuevo del héroe cansado que ha de marcharse en el mismo horizonte después de haber encontrado el final de su búsqueda. Y a la vez percatarse de su soledad.

Centauros del desierto (The searchers ) está basada en un hecho real; una niña Cynthia Ann Parker, raptada por los indios en 1836. Su tío, James Parker, estuvo más de una década intentado encontrarla. La niña creció y se convirtió en Nautdah, la esposa del célebre guerrero Peta Nocona. Tuvo tres hijos. Uno de ellos se convertiría en una leyenda entre los comanches: Quanah Parker. Casi un cuarto de siglo después de su rapto, la caballería arrasó el campamento donde se encontraba y la llevó nuevamente a vivir entre la población blanca.

Sobre este argumento Ford construye – con la ayuda del guión de Frank S. Nugent –  un western mítico y a la vez profundamente humano. El  héroe que regresa al hogar anhelado pero donde la mujer que ama está casada con su hermano. Maravilloso ese plano en el que su cuñada, le mira y le besa con dulzura a su llegada a la cabaña. Después toma entre sus manos su capa de soldado ante la mirada del  reverendo que interpreta Ward Bond y que demuestra conocer el secreto de la perdida historia de amor.

Y poco después su sobrina ( Natalie Wood ) será raptada por los indios. Encontrarla se convierte en su obsesión: años de búsqueda, persecuciones, violencia, soledad …hasta que el encuentro se produce y aunque su primera idea es acabar con la joven profanada cuando la levanta entre sus brazos y los rayos de sol acarician el rostro de la muchacha, todo cambia. Un plano simple de incalculable belleza. Pura poesía hecha imagen. Ford, como Hitchcock, Lang, De Mille, Hawks, Vidor, Mann, Renoir, Walsh, Fellini, Dreyer, Visconti, Mizoguchi, McCarey, solo necesita una mirada, una luz , un gesto, para transmitir belleza. Es la esencia del cine.

Centauros del desierto fue una película popular en su estreno ya que John Wayne era una estrella y el “western “ se encontraba en su apogeo ( Rio Rojo, Solo ante el peligro, Winchester 73, El hombre de Laramie, Johnny Guitar, El hombre del Oeste, Raíces profundas, Río Bravo ……) pero no fue valorada por una crítica miope incapaz de comprender la inusitada belleza de sus propuestas. En los años setenta del siglo pasado fue reivindicada por una nueva generación de directores encabezados por Spielberg, Coppola, John Milius, Wim Wenders o  Scorsese.  Hoy es considerada una de las grandes obras maestras del Séptimo Arte.

Brillan en la película todos sus elementos técnicos, la fotografía de Winton Hoch, la banda sonora de Max Steiner, el reparto con Vera Miles y tantos habituales de Ford: Jeffrey Hunter, Ward Bond, Harry Carey jr, Patrick Wayne, Hank Worden, Jack Pennick ….

Y está por supuesto el gran John Wayne. Sin duda, no solo uno de los más grandes actores de la historia del cine, sino uno de los que más personajes inolvidables han encarnado: baste recordar su Ringo Kid en “La diligencia “, el capitán Tolliver en “Piratas del mar Caribe “ (Cecil B. De Mille , 1942 ) y por supuesto su colección de obras maestras a las órdenes de John Ford: La legión invencible, El hombre tranquilo, Centauros del desierto, El hombre que mató a Liberty Valance ….) y Howard Hawks: Río Rojo, Río Bravo, Hatari, El dorado, Río Lobo. Todo ello sin olvidar por supuesto al mítico Davy Crockett en “El Alamo “ dirigida por el propio Wayne en 1960 y que continua siendo una de las mejores películas de la historia del cine, y su testamento cinematográfico, la magistral “El ultimo pistolero “ (The shootist ) realizada por Don Siegel en 1976.

John Wayne refleja mejor que nadie el espíritu originario de los Estados Unidos de América, su mirada ruda pero noble, la magia de su personaje, los valores que encarnó a lo largo de más de cien películas permanecen vigentes porque eran – son – universales. Un estudio de la antropología a través del cine puede perfectamente analizar las películas de John Wayne y entreverá un modelo masculino perfectamente delimitado, un pensamiento conservador abierto a la aventura y al riesgo ( el espíritu de la frontera ), y desde luego maduro. Algunos indocumentados le llamaron reaccionario…pero como diría John Chisum mirando el horizonte lejano de las tierras y la luz del sol en el amanecer : “Las cosas suelen cambiar para mejor “. John Wayne y sus películas no son en absoluto reaccionarias sino libres, y – sobre todo – profundamente americanas.

Descubrir de nuevo o ver por primera vez Centauros del desierto es una experiencia cinematográfica que une cine y poesía, acción y humanidad. Belleza y sentimiento.

Algo en apariencia tan simple y tan maravilloso como el cine , cuando las películas eran arte y no brillantes maquinas de marketing, secuelas, sagas o historias carentes de valor y carisma.

John Ford es sinónimo de cine y cuantos se acerquen a su obra sentirán emociones vivas y encontrarán seres humanos, a veces contradictorios, pero a última hora positivos. Sublime magia de la belleza capturada en celuloide pasa toda la eternidad o al menos mientras por cualquier vía puedan seguir emitiéndose películas.