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Carta a Irene Montero: Cállate, por lo que queda de legislatura y de por vida, descerebrada

Redacción




Enrique de Diego.

Has vuelto a hablar cuando te dábamos amortizada y lo primero que tengo decirte es cállate, descerebrada. Eres un manojo de nervios, una gallina sin cabeza, una cajera de supermercado metida a ministra y una bobalicona. Eres la quintaesencia, el paradigma de que el feminismo se ha convertido en el último refugio de las estúpidas. Has ayudado a propagar el coronavirus, has infectado a un montón de feministas, toda la cabecera de la manifestación yace postrada en la cama, la madre del presidente entre ellas, y a ti solo te ocurre decir patochadas de oligofrénica: «Hicimos en todo momento lo que dijeron los expertos y la autoridad sanitaria».

Vamos a ver, quién son los expertos y quién esa demencial autoridad sanitaria; cita uno sólo de los expertos para que se le puedan exigir responsabilidades civiles y penales, porque ya estamos hartos de esos términos genéricos y grandilocuentes, vacuos y fatuos: expertos, ¿en qué? ¿En propagar pandemias? Expertos en nada, una mierda de expertos, una birria de expertos, unos lacayos, de existir…Cita uno solo, que me gustaría echarme a la cara.

Pero como eres una descerebrada recurres al latiguillo de la derecha y la extremaderecha para explicar “el nivel de saña, agresividad y odio» de las críticas, «no responden a un dato científico». En realidad, el 8 M quisisteis salir, sí o sí, gritando que preferías morir por el coronavirus antes que por el heteropatriarcado –esa es tu ciencia, ideología de parvulario, garrula y mostrenca- y repitiendo que ese engendro del heteropatriarcado mata más. Sabías la que estabais preparando y el 8 M fue una orgía y un empacho del virus, que os llevasteis todas a casa y a los tugurios de mala muerte, infectando a mogollón.

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«La derecha y la ultraderecha está usando la crisis del coronavirus para intentar atacar al feminismo y a las mujeres”. Tienes la fea costumbre, descerebrada, de tu formación comunista, de hablar en nombre de todas las mujeres, de esconderte detrás de los colectivos, porque piensas en ellos, en la responsabilidad colectiva y no en la responsabilidad personal, por eso eres descerebrada.

Lo que parece es que lo has hecho a propósito. Mira lo que dice Salvador Illa, que se sienta en el Consejo de Ministros, que en la última semana de febrero «se produjo el contagio importante en algunas partes del territorio español, en concreto, en la Comunidad de Madrid». Y fue el 8 M el Día D de la pandemia. Cobra el sueldo, que no te mereces, pero, cállate, descerebrada. No vuelvas a hablar en la legislatura, ni en la vida, vístete de sayal y échate ceniza encima, y serás tenida como la tonta del pueblo, la tonta del bote, pero con algo de dignidad. Cuando vuelvas vas a tener altas dosis de tu propia medicina, vas a saber la indignación contra ti que acumula el pueblo español, podemita; personajilla. Nos han empobrecido a todos, nos has llevado a la ruina a todos, al paro y a la miseria, tú nombre va a ser mil veces maldito.

Pide perdón como ha tenido la decencia de pedir, Begoña Villacís: “Sabiendo todo lo que sabemos ahora y con los datos que ya se conocía, pero no por mí, la verdad es que sí, me arrepiento y mucho». Pero a ti te falta clase. Dices que naciste en “una familia humilde” donde te enseñaron educación, que es lo que te falta; y dignidad, la dignidad de dimitir o de callarte, descerebrada.