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Vox SA

Redacción




Javier de la Calle.

Aunque el coronavirus ha monopolizado los titulares sobre el comité nacional de VOX, el conclave no estuvo exento de otras polémicas alrededor del partido verde, y sus cada vez más endebles principios.

Durante el acto del día 7, denominado oficialmente asamblea general, pese a no permitir la asistencia o participación de las bases que componen el 90% del partido, se votaron las reformas de los estatutos así como varios comités y órganos de dirección, todos dependientes y manejados directamente por la mano de Santiago Abascal, por lo que el nombramiento de su propia tía Begoña Gómez, como vicesecretaria de formación en el núcleo duro del partido ha pasado inadvertido pese a la gravedad del asunto.

La aludida es otra vividora de la política, que al igual que su sobrino, se refugió a la sombra del PP vasco para luego seguir viviendo del cuento en VOX.  Begoña Conde Álvarez ya figuró como número 1 al Congreso por Ourense, provincia con la que no tiene vinculación alguna,  mientras que el líder verde, colocaba también a su madre y a su hermana en puestos de similar enjundia en la provincia de Álava desatando la polémica en las elecciones del 28-A.

El nepotismo rampante del que adolece VOX y que este medio ha denunciado profusamente solo ha sido posible con el asesinato a la democracia interna y a los principios consagrados en el manifiesto fundacional perpetrados con la infame reforma de estatutos de la anterior asamblea del 23 de Febrero del año 2019. Si los estatutos silenciaron la voz de los afiliados, otra modificación mucho más sutil, aprobada en la misma asamblea con un sospechoso 97% de los votos, culminaba la mercantilización del partido. 

Un ridículo decálogo lleno de obviedades acaparó portadas como reforma del aparentemente “inocuo “código ético de los candidatos. Preceptos genéricos como la exigencia de coherencia que a líderes que cínicamente la pisoteaban  o un amor a la patria que se daba por supuesto, ocultaban la eliminación del anterior y mucho más serio CÓDIGO DE CONDUCTA ÉTICA DE LOS CARGOS ORGÁNICOS INTERNOS Y DE LOS PÚBLICOS ELECTOS DE VOX. El documento contenía preceptos tan esenciales como:

“3.3 No se acumularán responsabilidades remuneradas de partido y de cargos públicos (…). Una persona, un cargo remunerado, será la premisa de VOX.” 

“3.4  Quedará prohibido expresamente favorecer la contratación tanto en el partido como en la administración pública de familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad y por razón de matrimonio. Además, cualquier contratación que contravenga lo dispuesto en la presente norma, será considerada nula de pleno derecho.”

 Estas simples premisas, enmarcadas en su día como MEDIDAS CONTRA LA CORRUPCIÓN, harían imposible hoy las listas plagadas de familiares, que hundieron las candidaturas municipales, que personajes como Javier Ortega Smith acumulen concejalías, actas de diputados y secretarias de partido, o que el propio Santiago Abascal reparta entre sus amigos asesorías parlamentarias como la que se ha asignado a su asesor Kiko Méndez Monasterio (cuya hermana también es diputada por VOX), o sueldos de “alta dirección” de más de 256.000 euros asignados a 4 de sus colegas de DENAES capitaneados por el iletrado Enrique Cabanas y a sí mismo. 

Mientras tanto, el partido que renegaba de las subvenciones públicas, hoy con ingresos millonarios, (más de 5 millones de beneficios declarados) sigue tratando a sus bases como a idiotas pidiéndoles ayuda para pagar sus absurdas iniciativas o sus desastrosos pleitos.

La opaca financiación iraní, reconocida aunque nunca aclarada, la antigua sede de la calle Nicasio Gallego, comprada y luego arrendada a un asesor de Abascal, o la repugnantes listas municipales solo atisbaban las intenciones del vividor y mediocre Santiago Abascal, que secundado por su camarilla de cómplices ha culminado la conversión de VOX de movimiento político a corporación mercantil, raptada y canibalizada entre familiares y amigos para traicionar hipócritamente a sus votantes y a España, a la que priva de la única esperanza de cambio que ha tenido en décadas. Como judas, por un puñado de monedas de plata.