Enrique de Diego.
Pedro J Ramírez y Eduardo Zaplana cenaban juntos los domingos en un apartado del restaurante madrileño Jai Alai. Establecían estrategias el mentiroso y el chorizo sobre la conspiranoia del 11 M. Las mentiras de Pedro J se convertían en preguntas parlamentarias pues para indignidad sempiterna del PP, Zaplaneitor era portavoz parlamentario. Con una mano movía los dineros de sus coimas en las ITV y el Plan Eólico de la Comunidad Valenciana y con la otra mentía a sabiendas sobre la terrible masacre de Atocha. Los dos eran liberales enfangados en el relativismo moral, por el que la verdad y la mentira, sólo importan los intereses, lo que es útil para su propio beneficio.
La maldición del 11 M ha caído sobre ellos. No falla. Eduardo Zaplana ha sido cazado con las manos en la pasta. El que empezó la conspiranoia con sus agujeros negros, con unos apuntes para un libro de ciencia ficción sobre el 11 de septiembre, ha muerto ya. No merece que se recuerde su nombre de falsario y de inventa cuentos. Otros han desaparecido del mapa de la vida pública como Jaime Ignacio del Burgo, que se encargaba de repetir las preguntas parlamentarias que le pasaban los grandes mentirosos, o ¿quién se acuerda ya de la diputada por Asturias, Alicia Castro, componodera, con aspecto de presunta mamporrera, de muchas de las mentiras del 11 M? La gran corruptora liberal –el liberalismo siempre, por su falta de moral, se acompaña bien, de la corrupción a gran escala- Esperanza Aguirre está, imputada, a punto de dar con sus nobles huesos en la cárcel, tras haber pasado sus vicepresidentes, Francisco Granados e Ignacio González. ¿Quién se acuerda ya de otro corrupto, Vicente Martínez Pujalte, que hizo de todo en la comisión de investigación para confundir lo más posible? También está imputado Ángel Acebes.
Pero aún quedan Pedro J Ramírez y Federico Jiménez Losatos, liberales, por ende dispuestos a mentir sin escrúpulos morales, y un satélite menor, Luis del Timo, que se ha encargado de engañar al hombre de pocas luces que es Santiago Abascal. Los dos –los tres, con un programita en esa cloaca que es Es Radio, auténtica vergüenza nacional- están tocados. Pedro J, el que prometió que el tercer año daría beneficios, sólo ha dado pérdidas. Ha matrimoniado con la abogada feminista Cruz Sánchez de Lara que no hace más que gastar y que quiere ser la directora de El Español. Federico Jiménez Losantos cobró en fondos públicos, que es lo que más le gusta a él, 410.000 euros de la caja B en acciones de Libertad Digital y cerca de 800.000 euros de una Fundación ex profeso creada por el inefable Arturo Fernández.
El pistoletazo de salida de la gran mentira lo dio Pedro J cuando se inventó que “cada vez más indicios apuntan a que el 11 M se gestó en el seno de los aparatos policiales”. Dijo que iba a investigar. Nada de nada. Llegó a la indignidad de comparar a Jamal Zougam con Alfred Dreyfus, en un desfonde moral sin precedentes. Pero el liberalismo permite mentir sin resortes morales. La primera vez que le preguntaron en un chat a Federico Jiménez Losantos dijo que no sabía si era verdad pero “es una buena técnica de vender periódicos”. Sabían que mentían y lo han hecho durante años. No merecen tener prestigio social ni estar en la vida pública esos dos grandes mentirosos. Fue un abuso de poder…del poder de la influencia, que ya no tienen.