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Libertad Digital SA no tiene futuro, precisa con urgencia un inversor loco

Redacción




Enrique de Diego.

El amable lector Mike Sala hace la pregunta más nuclear e interesante a la que voy a tratar de responder: “¿Cuanto más vivirá Libertad Digital / Esradio? Ni idea. Pero creo que están a verlas caer después de las elecciones, esperando encontrar un asidero al que agarrarse. Mientras tanto, como cualquier organismo parasitado, éste desfallece desangrado por sus propios parásitos”.

Sí podemos hacernos una idea de cuánto durará: poco. De hecho, se puede decir que técnicamente Libertad Digital SA está quebrada y, como empresa, lo que nunca ha sido realmente, no tiene ningún futuro. Desde su puesta en marcha Libertad Digital SA ha sido una máquina de números rojos. Se ha financiado pasando la gorra a Luis Bárcenas, a Arturo Fernández y a los incautos fans de Losantos. Eso es más propio de una ONG de virtud frágil, que de una empresa. No ha hecho más que perder año tras año, con lo que tenía que haber cerrado hace tiempo. El año de mayor descalabro fue 2012 en el que las pérdidas se elevaron a 5.836.225,90, que no está nada mal para una empresa pequeña. Ahí, sin duda, se encuentra la nefasta gestión del inútil de Dieter Brandau con la televisión. «Palmamos muchísimo«, ha sintetizado en castizo Losantos. En 2013 las pérdidas fueron de 1.075.725,67, que no es moco de pavo. En los años 2014 y 2015 se reflejaron unas ganancias mínimas, de 15.000 y 18.000 euros, que no me resultan creíbles; la única explicación lógica son los tejemanejes contables, de los que alguien tendrá que dar cuenta un día, esperemos que no sea en los juzgados. Esas ganancias presuntamente maquilladas eran necesarias para lanzar una ampliación de capitales para hooligans, con la treta de nuevos proyectos que nunca han existido. Mentira cochina.

En 2016, volvieron las pérdidas:  733.053 euros y en 2017:   302.519,37. Libertad Digital SA contabiliza como activos deudas de las otras empresas del Grupo por 3.589.466,75. No hay quien se crea que va a recuperar ni un euro de ese montante. Esas empresas no tienen prácticamente actividad por lo que las deudas son incobrables. Podría decirse que esas empresas no existen. Que hay un Grupo es una ficción: Cronos Producciones Multimedia SL (con 8 empleados), Libertad Digital Publicidad y Marketing SL (2 empleados), Libertad Digital TV (1 empleado). Alguien se ha estado haciendo trampas al solitario, en algo tan importante como la contabilidad. Es legítimo, a tenor de los datos, que Libertad Digital SA. tiene pérdidas no reconocidas –un agujero- de 3,6 millones.

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Contabiliza activo por impuesto diferido: 2.987.546,39 euros. Es decir, afirma que la Agencia Tributaria le adeuda esa cantidad, que puede descontarse en caso de ganancias. ¿Cuándo? Es legítimo pensar que estamos ante otro activo ficticio y el agujero se nos va a 6,6 millones de euros. También arrastra un alto nivel de morosidad: contabiliza 2.285.586,01 en deudas a su favor por ventas y préstamos de servicios, Nos estamos situando en los 8,8 millones de posible agujero, según los expertos contables que me han asesorado en el análisis de las cuentas.

Libertad Digital SA. no tiene cifra de negocio para afrontar ese agujero. Su estructura es demencial, propia de un demente manirroto. Supera los 5 millones de euros en gasto de personal. Aunque las pérdidas han sido constantes, no ha hecho otra cosa que aumentar el personal: de 98 empleados en 2011 a 144 en 2018. Lo que ya resulta incomprensible y entra dentro del terreno de lo esotérico es que ese sustancioso gasto en personal no impide que en subcontratación gaste 4.953.254,31. ¿En qué? Es un misterio. ¿Qué precisa subcontratar una pequeña radio local y un digital? ¿Se lo lleva alguien crudo?

Está el factor político, que le funcionó a Losantos con Luis Bárcenas y Arturo Fernández, pero que le sometió a fuertes tentaciones de riesgo moral que debieron desquiciarle, a tenor de la gestión abracadabrante. Según fuentes solventes, Losantos, que se ha literalmente arrastrado ante el nuevo equipo de Gobierno de la Junta de Andalucía, se ha encontrado las puertas cerradas. El PP no se fía. Está harto de él y sus vaivenes y prefiere que se hunda. Le queda Vox, pero lo que haya de negocio en Vox no se lo va a dejar arrebatar así como así Julio Ariza y lo que quieran hacer tiene que ser legal y eso es lento y son habas contadas. Losantos se cebó con Fernando Paz, un hombre de Ariza, para mostrar su poder ante Santiago Abascal, pero no hay partido que pueda cubrir el agujero de Libertad Digital SA. Hay que recordar que Esperanza Aguirre lo financiaba muy generosamente y le llegaba dinero de las cajas, que ya no existen, y de producciones con Telemadrid.

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El factor político, amable Mike Sala, no resuelve ni de lejos el problema. Libertad Digital SA precisa con extrema necesidad un inversor loco, pues el panorama es desolador, no de alto riesgo, sino de pérdidas seguras y constantes:

1.- Empresa muy personalizada: cualquier avatar relativo a Federico Jiménez Losantos la terminaría de hundir. Elevada edad, salud deficiente.

2.- Descapitalizada en cuanto a talento e iniciativa. Tendencia al amiguismo y la mediocridad, sin criterios racionales.

3.- Estructura inviable: La suma de gasto de personal más subcontratación es excesiva.

4.- Mala gestión: A pesar de sus cuantiosas pérdidas, ha seguido aumentando personal. Precisaría un ERE brutal.

5.- Agujero por definir: la maraña contable creada entre las empresas del Grupo con préstamos contabilizados como activos ficticios, más el impuesto diferido y la alta morosidad, hacen que el agujero económico esté por definir.

6.- Posible delito de administración desleal en los gestores.

7.- Ausencia total de Plan de Empresa: Federico Jiménez Losantos habla de la comercialización de podcast, lo que ya se hace con ingresos mínimos

Es decir, el inversor loco tendría que tomar las riendas con todas las consecuencias, metiendo la tijera a destajo, con un ERE brutal, valorando en cero las acciones, situando a Federico Jiménez Losantos como un mero empleado, privándole de toda capacidad de decisión, podando a machete colaboradores y comunicadores, echando de inmediato a Javier Somalo y Dieter Brandau y cuidando que a Federico Jiménez Losantos no le dé un infarto, retirándole las novelas negras, que no le hacen ningún bien, y los somníferos, que dañan al sistema neurovegetativo.

Puede que ese inversor loco exista, pero es dudoso: los inversores no suelen estar tan locos como para no querer rentabilizar su dinero en el plazo máximo de cinco años.

La solución al enigma, Mike Sala, muy pronto en Rambla Libre.