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Pedro J Ramírez emula a William Randolph Hearst

Redacción




Luis Bru.

Pedro J Ramírez siente una extraña veneración por el “padre del periodismo amarillo”, William Randolph Hearst, del que hay pruebas fehacientes como llamar “Rosebud” a su sociedad patrimonial, como el famoso trineo que le lleva a la infancia añorada al Hearst de la mítica “Ciudadano Kane” de Orson Welles, aunque en realidad era la forma de referirse a cierto parte pudenda del cuerpo de su segunda esposa, Marion Davies.

Pedro J Ramírez, triunfalista en los inicios del desastre.

Curiosa obsesión en un periodista que ha titulado su fracasado digital El Español, porque la “hazaña” de Hearst fue propiciar la guerra de Cuba en 1898, mediante la grosera manipulación del hundimiento del “Maine”, que hoy ya sabemos que fue un accidente, pero del que Hearst montó una histérica campaña culpando a España de hundirlo intencionadamente, como un falso Pearl Harbor español. Escribió a su corresponsal en La Habana, que le envió un telegrama diciendo que todo estaba tranquilo en Cuba, tan tranquilo que planteaba volverse a Estados Unidos, que siguiera allí, que él pondría la guerra. Nos costó a los españoles el resto del Imperio, la pérdida de la flota y entrar en una crisis existencial que aún perdura en sus últimos coletazos, sobre el ser o no ser de la nación, pues dio origen al nacionalismo catalán y al vasco.

No se quedaron aquí sus fechorías contra España, siendo ésta decisiva, sino que el mayor expoliador de obras artísticas de España, llevándose en cajas –algunas no se desembalaron- como el bellísimo claustro de Sacramenia, Segovia, o la rica colección de techos mudéjares, una originalidad patria. El expolio fue tremendo y horroroso.

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Pedro J Ramírez es una parodia de Hearst, cuyo lema era “I make news”, Hago noticias, y demostró una dudosa maestría en la manipulación mediática sin tener en cuenta la veracidad de las informaciones; cuanto más falsas, mejor, esquema que siguió en todo el 11 M.

Pero en lo que sí puede emular a Hearst es en su final: arruinado, en la miseria. Pedro J Ramírez se ha puesto un sueldo muy elevado para recuperar la inversión ruinosa, así se aprovecha de los demás accionistas, pero no da para “mantener” a su actual esposa, la polémica y fracasada abogada Cruz Sánchez de Lara, que es una unidad de gasto y que no ha ido a por su dinero, lo parece mucho. El 27 de septiembre de 2018 se hizo con una propiedad en la Calle Francisco Silvela, 54, duplicado, esquina en Maldonado, con 144,50 metros, con una hipoteca de 544.000

Por si fuera poco, el 11 de enero de 2019, Pedro J le puso a su nombre otra propiedad en la Calle Padilla, 19, con 301,90 metros, con vestíbulo, hall, despacho, sala de estar comedor, cinco dormitorios, vestidor, cocina, lavadero, dos cuartos de baño, dos cuartos de aseo y varios armarios empotrados.

Además, Pedro J le ha puesto como apoderada de Inversiones Rosebud SL, con un capital de 6.447.180 euros, con lo que le ha dado acceso no sólo a su fortuna sino al total de acciones de El Español. Demuestra ser el más pardillo de las relaciones de Cruz y hace buena la apreciación de su desafortunado primer marido, Juan Carlos Iglesias Toro, de que es una mujer con “ambición económica”.

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Este Hearst de parvulario ha de tener cuidado en no arruinarse con inversiones tan bobas como la compra del portal Invertia, por el que ha pagado a Telefónica un millón de euros, con lo que están encantados los directivos de Telefónica con la generosidad de un Ramírez acabado que no pega ni sello y va a lo fácil. Quizás por su adoración tan poco patriótica a un personaje tan amoral como Hearst eligió para su bochornoso reportaje en Florencia Harper´s Bazaar, una revista fundada por el arruinado norteamericano, que murió solo y abandonado de todos.