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Cruz Sánchez de Lara como unidad de gasto

Redacción




Luis Bru.

Cruz Sánchez de Lara sólo sabe gastar. Es una unidad de gasto. Ya decía en los ambientes judiciales que “mi churri tiene posibles”, antes de dar a conocer su adulterio con el churri y quién era el churri, no otra que Pedro J Ramírez, que es quien paga los caprichos de la gastadora Cruz. “Gasta mucho, en sí misma, con un señor que la selecciona los vestidos para ir de fiesta, y las joyas, y le ayuda a gastar a Pedro J Ramírez en El Español, que es su obsesión”, resume una persona que les ha seguido en sus avatares redaccionales.

Ramírez es incapaz de darse cuenta de que tiene más pasado que otra cosa, que está gastado y que sus apuestas, como Albert Rivera, son fallidas. Es un personaje propenso a ser manipulado, por su obsesión de ser un triunfador. En poco tiempo ha pasado a ser propietaria, desde el 27 de diciembre de 2018, de una vivienda en la Calle Francisco Silvela, 54 duplicado, esquina con Maldonado, de 144,50 metros cuadrados, con una hipoteca de 515.000 euros. Según fuentes solventes, en esa vivienda estaría viviendo Álvaro Iglesias Sánchez de Lara, hijo del primer matrimonio.

Desde el 11 de enero de 2019, Cruz Sánchez de Lara ha pasado a ser también propietaria de otra vivienda en la Calle Padilla 19, de 301,90 metros cuadrados, con vestíbulo, despacho, hall, sala de estar comedor, cinco dormitorios, vestidor, cocina, lavadero, dos cuartos de baño, dos cuartos de aseo y varios armarios empotrados. La vivienda es una donación de Ramírez y en ella se encuentra el despacho de Sánchez de Lara Abogados.

También Ramírez ha nombrado, el 23 de abril de 2018, apoderada a su actual esposa de la empresa Inversiones Rosebud SL, con un capital social de 6.497.180 euros. El objeto social de la empresa es la enajenación de acciones y otros títulos y valores, así como la adquisición, arrendamiento, tenencia y enajenación de bienes raíces de toda clase. En tanto que apoderada, Cruz Sánchez de Lara tiene poder y autonomía para disponer de esos bienes.

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En la medida, en que Pedro J Ramírez se lo gasta todo, en apariencia hace más rica a Cruz, que se la de hongos para vivir de sus relaciones con hombres, y luego ir de feminista. Que se lo pregunten a Juan Carlos Iglesias Toro, su primer marido, que después de un divorcio de mutuo acuerdo, con un reparto de bienes de 66.000 euros, se encontró con una denuncia por mal trato psicológico, que le significó una condena de un año, y que fruto de la persecución judicial a la que le sometió, lleva años postrado en la cama, de donde le ha devenido un pie equino. O a Luis Alberto Closas, que le puso el despacho de abogados.

Cruz Sánchez de Lara es señalada por fuentes de la redacción como la autora intelectual –“Pedro J no mueve un dedo sin contar con su aprobación”- de la última cagada de Ramírez: la compra del portal Invertia a Telefónica por un millón de euros.