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Losantos se equivoca: Inés Arrimadas no está «resucitada» y los barones la quieren de florero

Redacción




Miguel Sempere.

¡Vaya cagada, Federico! No das una. Es tan racha del gafe consumado que tú eres, y si no la pregunten a Esperanza Aguirre, que es por quien doblan ahora las campanas y se abren los barrotes de la cárcel. Después de vaticinar una reedición de la revolución de octubre, con Pablenín, en vez de ver a cuatro listillos colocándose, vas y anuncias que Inés Arrimadas va a resucitar en el debate de la investidura. Dicho y hecho, la das por resucitada. No vales para nada, alma de cántaro. Tienes menos capacidad de análisis que un sapo de Orihuela del Tremedal. Menos visión de la jugada que una rana del susodicho pueblo, donde debes volver que la España vaciada es una auténtica bobada, que tú te fuiste con una beca del generalísimo Franco, y se lo has agradecido de aquella forma, tarde y mal.

Inés Arrimadas no está resucitada, está mal enterrada y el Congreso a celebrar el 15 de marzo puede ser su tumba. Ya ni tan siquiera concita Inés Arrimadas el consenso unánime, que Francisco Igea, el único que tiene dignidad en ese partido, se muestra dispuesto a disputarle el liderazgo. Y Toni Cantó dice que sí, pero la cuestión es qué liderazgo se quiere, o un liderazgo fuerte, en la línea de la herencia de Albert Rivera, o un liderazgo débil, con una Inés Arrimada de florero, una primus inter pares.

En principio, la tesis del liderazgo fuerte se sostiene sobre la secretaria de organización que ostenta Fran Hervías. Él domina toda la estructura orgánica de Ciudadanos. Pero Fran Hervías está en cuestión, su sistema telemático para las primarias en serias dudas, y es el enemigo público número 1 de los críticos y de los barones, porque éste es capaz de hacerse trampas a los solitarios.

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Enfrente, están los barones, con el puesto y el sueldo asegurado para varios años, y que quieren más poder. El primero en plantear esta tesis es el valenciano Toni Cantó, que no tan siquiera tiene cargo orgánico alguno. Otros barones que tocan poder son Juan Marín, Andalucía, e Ignacio Aguado, Madrid, quien llegó a autopropugnarse como sustituto de Albert Rivera, pero que está considerado un hombre gris y mediocre.

Las baronías no han existido hasta ahora en Ciudadanos, por el peso arrollador de Albert Rivera, pero algunos líderes autonómicos consideran que ha llegado el momento. Al fin y al cabo, si Ciudadanos es capaz de resistir es por su presencia en gobiernos autonómicos y en Parlamentos regionales. El precio es una Inés Arrimadas de florero.

Ha sido darla tú por resucitada y le han crecido los enanos, con perdón, Federico, que no va por ti. La Gestora, que más de lo mismo, destituye a Ignacio Prendes y Orlena de Miguel, que son críticos, portavoces de Asturias y Castilla-La Mancha, porque en Ciudadanos no se soporta la disidencia, ni poco, ni mucho, ni nada. Francisco Igea va y dimite como secretario de programas, y David Martínez, su homólogo de Castilla y León también dimite, y lo mismo hace José Miguel García, de secretario de Transparenia, porque en Ciudadanos de eso ni lo huelen. ¡Qué panorama!

Los muertos que vos resucitáis duermen el sueño de los justos. Los líderes de la derecha ya saben que tienen qué hacer, Federico: lo contrario de lo que tú digas, justo lo contrario de lo que tú les mandas, con esa voz gangosa con frenillo. No das ni una. Eres un desastre. Un gafe completo; los gafes no existen, existen los inútiles, y tú eres inútil superlativo. Así que, ¿Inés Arrimada resucitada? Mal enterrada es lo que está, pedazo de inútil. Desde la que has declarado resucitada oficialmente, no levanta cabeza.