Luis Bru.
En el último Estudio General de Medios Federico Jiménez Losantos ha perdido sesenta mil oyentes. En la COPE no sería nada, pero en su nivel de audiencia es una hecatombe. ¿Qué ha sucedido? Es posible que sus insultos a Vox, como dicen los seguidores de ese partido, a pesar de que, según dice para arrepentirse de inmediato, sean la causa de ese desastre. Los aristogatos pasan factura.
Pero es dudoso que sea la única razón. Puede considerarse que una línea crítica, por si sola, mueva más a la audiencia. Lo que sucede es que Federico Jiménez Losantos está demostrando no tener criterio. O por lo menos criterios objetivos, racionales. Un día dice que hace las paces con Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros y al día siguiente les denomina «secta». No hay quien se aclare.
Luego, sobre todo, está la convicción de que precisa publicidad institucional, a pesar de decirse liberal, de una manera angustiosa -ha aceptado publicidad de ideología de género- para mantener su empresa, lo que hace caer del lado del PP, que es quien puede repartir, ya que Vox no ha aceptado responsabilidades en las autonomías. Es fácil percibir como se pliega a los que tienen el poder de poner publicidad institucional, y los adula sin rebozo.
Pero la razón definitiva es que resulta cansino, con sus latiguillos ya gastados, con unos análisis anclados en el tiempo, en Lenin y Mao, adobados con insultos y motes que no van a ninguna parte. Federico Jiménez Losantos está para unas largas vacaciones o para la jubilación.