Enrique de Diego
El 10 de julio de 1997, la banda terrorista ETA secuestró a un concejal del PP de Ermua, Vizcaya, llamado Miguel Ángel Blanco. La banda exigió el acercamiento de los presos de ETA o asesinaría al concejal. El Gobierno y el PP llamaron a la sociedad a secundar su resistencia al chantaje, España entera se echó a las calles en lo que se llamó el espíritu de Ermua. El 12 de julio de 1997 fue asesinado. Una muerte en vano.
A día de hoy, con el Gobierno de Mariano Rajoy el PP se va a convertir en cómplice del asesinato, de una muerte que se podía haber evitado, para llegar al mismo resultado: el acercamiento de los presos etarras, que se va a producir por un hecho más pedestre y ordinario: la necesidad de los votos del PNV para aprobar los Presupuestos.
Produce arcadas esta inmundicia de Gobierno y estos veinte años de hipocresía. El negocio es el negocio y al negocio le llaman estabilidad en los sueldos. Mientras se asesinaba a Blanco la verdad es que Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy estaba cobrando en negro los sueldos de Luis Bárcenas. ¡Qué gentuza! ¡Qué bufonada!
Tras la aprobación de los Presupuestos, Mariano Rajoy e Iñigo Urkullu se van a reunir para estudiar eso de la “agenda vasca” y, básicamente, para proceder al acercamiento de los presos. Si se hubiera hecho el 10 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco no hubiera muerto.
No cabe esperar que Mar Blanco dimita de sus numerosos casos remunerados porque esa ha sacado buena tajada de la muerte de su hermano haciéndole la ola al PP que lo dejó morir para nada, inútilmente. El pueblo español salió a las calles, lleno de emotividad, para hacer el ridículo. Descanse en paz Miguel Ángel Blanco. Su muerte fue en vano.