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Pedro Sánchez y Santiago Abascal. ganadores del debate

Redacción




Luis Bru.

Pedro Sánchez y Santiago Abascal fueron, cada uno a su manera, los ganadores del debate. El temor en que degenerara en un todos contra Sánchez no se llevó a efecto, casi fue un debate de todos contra Pablo Casado, atacado por Pedro Sánchez (el que menos), por Albert Rivera (el que más) y por Santiago Abascal (el más de fondo). Pablo Iglesias adoptó la posición del moderado, que tantos frutos le ha dado en ocasiones anteriores, pero esta vez pasó más desapercibido.

Pedro Sánchez pudo mantener con comodidad una posición institucional, planteando introducir en el Código Penal la celebración de un reférendum ilegal y haciendo una propuesta moral, que si no hay acuerdo, se deje gobernar la fuerza más votada. Puso en consideración la coordinación con los mossos y anunció una vicepresidencia económica para Nadia Calviño. Poco más, salvo cierto dominio de la gestual, apostillando las intervenciones ajenas.

Recibió un inusitado apoyo de Albert Rivera en su afán por salvar la sangría de votos hacia el PP por sus ataques a Pablo Casado, quien le espetó «no se equivoque de enemigo». Hábil en los debates, Rivera acudió con su parafernalia de objetos para enseñar: un adoquín, las transferencias realizadas a Cataluña desde los gobiernos del PP y del PSOE. Fue duro con el PP en materia de corrupción y fue contestado que hay corrupción de Ciudadanos en Arroyomolinos y Valdemoro. Política de bajos impuestos, con supresión del impuesto de sucesiones, y atención a los autónomos.

Pablo Iglesias estuvo brillante en sus propuestas de recuperar el dinero entregado a los Bancos, 60.000 millones, en la defensa del sector del taxi, frente a Uber y Cabify, que tiene su domicilios fiscales en Delaware, en la creación de una empresa pública de energía y en la intervención de los alquileres, con especiales ataques a los fondos buitres. Se movió mal en todo lo referente a la unidad de España fuera del mantra del diálogo y cayó en algunos momentos en el buenismo. Patética su .confusión de «mamadas» por «manadas», que rectificó rápidamente.

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Pablo Casado fue el más desangelado del debate, reclamando la herencia económica del PP, pero desentendiéndose de la corrupción. Fue incapaz de acorralar a Pedro Sánchez, y aunque llevaba bien preparado el debate, se encontró con los ataques por sorpresa de Albert Rivera y Santiago Abascal.

Santiago Abascal, sin concesiones a lo políticamente correcto, se situó con alternativa patriótica frente a la memoria histórica y la ideología de género. que convierte a los varones en presuntos culpables, y situó bien el cáncer de España en el Estado autonómico, despilfarro que lleva al expolio fiscal, y genera nuevos centralismos. Especialmente contundente estuvo en su crítica a la inmigración ilegal, poniendo de manifiesto que las manadas, el 70% son extranjeros. La mejor forma de ayudar a las mujeres es llevar la seguridad a las calles. Estuvo bien en los rifirafes sobre la defensa del orden constitucional con Pablo Iglesias.