Javier García Isac. Director de Radio Ya.
Más de una semana después, de lo que conocemos como el día de la infamia, el día en que se procedió a la profanación del cuerpo de Franco, casi 44 años después de muerto, los problemas de España siguen donde estaban. Aquellos que nos dijeron que este acto de valentía anti franquista nos haría mas libres y fortalecería nuestra democracia se equivocaron. Esto, lo único que puso de manifiesto, es la bajeza moral de los herederos ideológicos de aquellos que perdieron la guerra, lo miserable de una clase política que lo permitió y el silencio cómplice de aquellos que tanto le debieron.
Cuando en pleno siglo XXI se presenta como un triunfo la profanación de un cadáver, es que algo no funciona, algo no marcha bien, algo no hemos hecho bien. La mentirosa mayor del reino, la Lola., la de la red de extorsión vaginal, presente el día de la profanación como representante del ejecutivo y como ministra de justicia en funcionas, fue mas allá y se atrevió a decir «que esta era la primera victoria de los perdedores». Lo cierto es que ahora se entiende todo, entre otras cosas el porqué perdieron la guerra hace 80 años, a pesar de su superioridad numérica, su mejor armamento y sus grandes apoyos internacionales. Si su primera victoria es profanar un cadáver muerto hace 43 años, esto deja en evidencia y en muy mal lugar al bando perdedor, al bando al que pertenece la Lola, Pedro Sánchez, su gobierno y el PSOE. Siempre valientes con los muertos y muy cobardes con los vivos. Han esperado a la desaparición física de todos los testigos de la contienda, de todos los combatientes, para reescribir la historia y sobre todo para ajustar cuentas.
Ellos perdieron la guerra por comportamientos como este, la perdieron por cobardes y asesinos, y sobre todo la perdieron, porque media España no se resigno a dejarse matar. Si la Lola piensa que esto es una victoria, se equivoca. La profanación de un cadáver solo debe producirnos estupor y rechazo por mucho que a algunos no les guste el personaje. La diferencia entre el bando que representa la Lola, Pedro Sánchez o Carmen Calvo y el resto de los españoles, es que a nosotros no nos parece una especial hoja de servicios de la que sentirnos orgullosos el profanar cadáveres de nadie. Solo desequilibrados y malvados, pueden considerar esto como una victoria, solo los amantes de la cultura de la muerte y el crimen pueden sentir orgullo de algo así.
Aunque ahora no lo creamos, la historia juzgara con dureza a todos aquellos que han intervenido de una u otra manera en todo este circo, a todos que por acción o bien con su silencio cómplice lo han permitido. Que nadie piense que la izquierda se detendrá aquí en esto que ellos consideran su primera victoria. Ha sido tan fácil que después vendrá la Jerarquía Eclesiástica y la Jefatura del Estado.
La Jerarquía Eclesiástica solo se dará cuenta de lo que pasa, cuando estén quemando la Conferencia Episcopal con ellos dentro, y la Jefatura del Estado, cuando marchen camino del exilio, y vuelta a empezar. El mal avanza cuando nadie está enfrente para detenerlo. No se estaban pidiendo actos heroicos, solo se trataba de un gesto, de unas palabras de disconformidad con lo que estaba sucediendo. La historia es tozuda y se repite.
Se cometieron muchos errores, se perdonó y se olvidó. Está bien perdonar, pero olvidamos con mucha facilidad los crímenes de la izquierda, los crímenes del PSOE, el mismo partido de Pedro Sánchez, la Lola o Carmen Calvo y este olvido es el que nos ha traído hasta aquí. Este es el mismo partido socialista de siempre, el del pasado tenebroso y corrupto, el partido que acaba de romper la reconciliación que se dieron nuestros abuelos justo al terminar nuestra contienda civil hace ya más de 80 años.