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Jesús Cacho, a la vejez, lacayo

Redacción




Jesús Cacho. /Foto: dircomfidencial.com.
Jesús Cacho. /Foto: dircomfidencial.com.

Miguel Sempere

Jesús Cacho se ha acomodado al sistema. El que un día fuera uno de los mejores periodistas críticos, a la vejez ha devenido en un lacayo, que trata de aparentar cierto aroma regeneracionista, ya con un tufo hediondo. Ni “libres” ni “fiables” los de Vozpópuli, que de tanto en tanto dan un pellizco de novicia a un sistema del que son coartada, que más cornadas da el hambre.

Jesús Cacho (Villarmentero de Campos, Palencia, 1943), Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, capitán de la Marina Mercante, contó los entresijos del poder en España, la conformación de una casta, en una serie de buenos libros, en el que resalta “El negocio del poder”. La primera vez que se desveló la corrupción de Juan Carlos de Borbón.

En 2006, sale de El Mundo porque Pedro J Ramírez le afeó que se metía con el sistema “y yo formo parte del sistema”. Fundó El Confidencial, ahora en la órbita de George Soros, y fue traicionado, con despido improcedente en 2011. Así que Jesús Cacho, escarmentado, ha cedido. Ahora su medio se presta a operaciones sucias como transmitir, de parte de la Fiscalía, Miguel Bernad, todas las cuestiones de las que debería autoinculparse para salir de la prisión preventiva. Un extraño caso de tortura mediática. Hete aquí que Cacho ha convertido a su medio en la escupidera de la casta. Y publica: “Bernad está delicado de salud. Fue operado de un ojo en un hospital de Alcorcón y entra y sale de la enfermería constantemente. Le han recetado fármacos para dormir, pero no logra conciliar el sueño y tiene problemas de tensión (…) En el propio juzgado le dijeron a este voluntario que se pusiera en contacto con la Fiscalía de la Audiencia. El funcionario logró mantener un encuentro con una persona del equipo del Ministerio Fiscal que le recordó los casos de personas que han logrado la libertad provisional tras asumir sus responsabilidades, pero que como condición para salir han contado todo lo que sabían sobre sus casos”. Y luego Cacho le dicta, como Stalin en los juicios de Moscú, todo lo que Bernad tiene que declarar.

También se suma Cacho a los delirios popperianos de Soros presentando el burkini como una prenda liberal -¡liberalismo, cuántos crímenes de lesa patria se están cometiendo en tu nombre!- como defiende un tal Santiago Navajas, quien, de paso en nombre del sacrosanto mercado, propugna la carnicería halal porque así se sirve a la mayoría y a la minoría, reduciendo costes. Un negocio que interesa mucho a los señores de La Meca y de Qatar.

Jesús Cacho es ahora uno de los lacayos de la casta; uno de los peores_, porque se presta a servirle de coartada con una autoridad moral que parece ya tan lejana, y ajada, que se diría perdida. La corrupción de lo óptimo es lo pésimo, como dice el aserto clásico.