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La «renovada» identidad del PP vasco

Redacción




José Manuel Lestón. Ex-militante  de aquellas Nuevas Generaciones del PP guipuzcoano de los años 90. Actualmente ex-votante del PP desde el Congreso de Valencia de 2008.

Con motivo de la Convención del PP Vasco de este fin de semana en Vitoria caben reseñar algunas declaraciones y actuaciones de ciertos líderes de esa sección territorial de un partido aparentemente nacional, para a continuación contrastarlas con lo que representaron en el pasado dichas siglas tanto en el P. Vasco como en el resto de España. Es curioso cómo esas declaraciones y actuaciones sobran al igual que quienes las profieren. Esos mismos, que con posiciones y actitudes pusilánimes consiguieron hundir electoralmente al partido a una situación marginal en aquel territorio, son los que ahora pretender abanderar un liderazgo territorial frente al preponderante nacionalismo vasco, al que acusan de ‘fracasado’. ¡Qué ironía!. Y todo sobre la baza de una identidad más vasquista, en un patético intento de suplantar o contrarrestar al PNV, pero desde un regionalismo como mínimo ‘tan moderado’ como el de Feijoo, manteniendo a mayores el estatus foral preexistente, con el fin de resaltar que son diferentes al resto de españoles. Puedo entender la foralidad de aquel territorio y la defensa de esa particularidad, incluyendo el Concierto Económico, por parte de la gran mayoría de los vascos, sean del signo político que sean, salvo minoritarias y ‘ciudadanas’ excepciones. Ahora bien, a eso que no es nada nuevo en los populares vascos qué añaden éstos como aportación para crear el nuevo perfil vasco buscado por el partido allí radicado?. Pues poco más, como no sea reivindicar que ellos son más vascos que nadie. Para eso ya tenemos al PNV. No sé si pretenden ser un PPV al uso. Una cosa tengo muy clara: no pueden buscar un perfil propio y diferente al PP nacional y al mismo tiempo un encaje con éste si para ello renuncian a ser una firme oposición al nacionalismo vasco para convertirse en meras comparsas o simples marcas blancas del mismo, bajo el prisma de un vasquismo aparentemente moderado y constitucional. Ya sabemos que cuando se estira el chicle identitario, incluso desde una versión regionalista moderada, éste no deja de cebarse. Siempre habrá que ofrecer al electorado un marco competencial mayor para mantener políticamente un chiringuito. En su reorientación anda este fin de semana el PP vasco. 

 

Esa fórmula vasquista hace años que se intentó plantear desde el PP Vasco, sólo que ahora se plantea con otros líderes que ya no defienden las libertades en aquel territorio como lo hicieron aquellos de tan gloriosa trayectoria. Para eso hay que tener principios y valores, y no finales electorales tan estrepitosos. Los ‘nuevos’ líderes del PP Vasco, por llamarlos de alguna forma, hoy progresivamente marginales por aquellas tierras y en caída libre gracias a sus propios méritos, se creen que con esas no tan nuevas tesis se van hacer perdonar sus pecados frente a la bancada nacionalista vasca y al mismo tiempo van a conseguir elevar electoralmente al partido a esos grandes resultados que antaño cosecharon otros, cambiando la vieja pero eficaz estrategia que en su día cosechó muchos votos por la de un pp vasquista sin definir y sin testar. Esa errónea deriva sólo les permitirá mantener sus poltronas en el partido cuando vean finiquitadas las poltronas institucionales que aún les quedan. En resumen, ahora pretenden vivir del cuento nacionalista con un marcado y desbordante regionalismo estilo Feijoo. 

 

Pero olvidan tres cosas importantes. La primera es que el nacionalismo vasco sólo los integrará aparentemente mientras sus tesis se adapten a las nacionalistas, pero el separatismo no cederá nunca lo que considera su patrimonio ni tampoco el poder. En esas circunstancias no hay posibilidad de crecimiento serio para los populares. Serán los ‘majos’ de un PP españolista y por ende opresor, aunque proyecten un seudovasquismo aparente. Nadie irá a por ellos ni los señalará más allá de lo meramente necesario para mantener el seto nacionalseparatista vasco. ¡Qué ‘jatorras’ (simpáticos) son!. En cuanto a la segunda premisa que olvidan, ésta se resume en: ‘que cuando se abandonan ciertos espacios electorales, éstos los ocupan los miserables’. Así también ocurrió en Cataluña y así también está ocurriendo en Galicia, donde el PPdG ya ha perdido mucho apoyo social, sobre todo en las principales ciudades gallegas, como ya se vio en los recientes comicios, gracias a su clara deriva nacionalista. Y la tercera cosa o matiz que obvian, tan importante como determinante, es la siguiente: la hegemonía institucional que la derecha pepera mantiene en Galicia la ocupa en el P. Vasco la derecha nacionalista. La falta de ese mimbre condiciona la futurible deriva de un partido que difícilmente puede ocupar un espacio electoral e institucional ya ocupado. En suma, pretenden reorientar el PP Vasco sin reformar antes el estatu quo nacionalista imperante, precisamente por la inexistencia de un proyecto operativo real que, aún manteniendo esa particularidad propia de los vascos, lidere la integración de todos. En eso consiste la Segunda Vía, vía que explico en mi anterior artículo titulado “Dactiloscopia de las Víctimas”. Desgraciadamente ningún partido nacional ni nacionalista se plantea dicha vía o lo que es lo mismo liderar un proceso de paz integrador dentro de un sano y constitucional vasquismo, que nos lleve a la plena y necesaria reconciliación de todos los vascos.

 

¿Acaso ese perfil propio y diferente del PP Vasco va a liderar esa transición que nunca llegó al P. Vasco, reconduciendo al nacionalismo vasco a la normalidad democrática?. Recientemente Amaya Fernández, secretaria general del PP de la CAV, afirma y confirma en una entrevista que en el PP vasco llevan años hablando de la importancia que tiene la prevención de la radicalización para evitar que el fenómeno terrorista pueda repetirse en el futuro. ¿Acaso han propuesto fórmulas para prevenir o combatir esa radicalización?. No veo ninguna propuesta política y/o social de resocialización de cualquier elemento radical por parte de nadie, y menos una iniciativa en ese sentido desde cualquier Consejería del Gobierno Nacionalista Vasco. Como siempre todos quieren reformas pero faltan reformadores y competencias para aplicarlas, porque falta proyecto y sobra marketing político y mucho interés creado, aunque todo ello se mixture desde la incompetencia. Por otro lado, cree Amaya en dicha entrevista concedida a Deia “que el futuro de la ponencia de nuevo estatus, en la que el PP está, pasa por hacer una reforma del Estatuto que tenga que ver con los problemas reales de los ciudadanos, no con las necesidades identitarias de algunos partidos políticos”. Todo suena muy bonito pero no veo ni desarrollo ni recorrido de tal propuesta, mientras no se fuerce al nacionalismo a que deje su sectaria doctrina. Precisamente la radicalización proviene de ese sectarismo y mientras no se identifique a éste como tal poco se puede hacer para su prevención. 

 

Quede claro que nadie está en contra de un regionalismo o vasquismo regional dentro de España, siempre y cuando salvaguarde la libertad lingüística en Euskadi, cosa que hoy no se da en ninguna de las tres Autonomías. Tampoco nadie va contra la integración que predica nuestra Constitución en cuanto a derechos y obligaciones se refiere de todos los ciudadanos. Lo que ocurre es que cualquier regionalismo o nacionalismo que pretenda ser integrador debe de anteponer el concepto de Ciudadanía al de Identidad, pues de lo contrario nunca se respetarán los Derechos Humanos. En cualquier sociedad abierta, y la nacionalista vasca no lo es, el principio de la solidaridad es básico. Ambos conceptos (Ciudadanía e Identidad) no son incompatibles. Lo que pasa es que debe primar lo más primario en el ser humano, esto es la vida y la libertad, antes que otras cosas. No matar a cambio de entregar la libertad individual a aquel que colectivamente te excluye no puede ser moneda de cambio, máxime cuando el cuerpo electoral de los no nacionalistas va decrescendo, sea por exclusión física en el pasado o social desde siempre. En eso, como ustedes quieran, ha estado por acción, omisión o por ambas el nacionalismo vasco en su conjunto. Y en eso también consiste esta falsa paz de convivencia, en connivencia con la Eta, que no busca una paz social para todos los vascos, precisamente porque ya nadie defiende a la otra mitad del pueblo vasco, la que realmente fue agraviada por culpa de la fábula nacionalista vasca, ni tampoco se permite una libre reinserción de los presos fuera del mafioso tutelaje nacionalterrorista vasco. ¿Acaso alguno de los 2 frentes lidera la reconciliación?. 

 

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Al final los líderes del PP Vasco y alguno más del PP nacional (Alfonso Alonso, Semper, Oyarzábal, Cano y Maroto) son los michelines que les sobra al partido para recuperar gran parte de su electorado y no sólo en aquel territorio. Mientras no los sustituyan el proyecto nacional del partido de la gaviota no levantará vuelo, salvo por demérito de sus oponentes. Así España no suma y sí resta Euskadi. Pero claro el falso buenismo de Pablo Casado ironiza con el pactismo o posibilismo imperante desde hace décadas de un bipartidismo protector de los nacionalismos, que lo único que asegura es un asiento en la Moncloa. ¿Acaso el PP si algún día llega a la presidencia del Gobierno de España con mayoría absoluta promocionará y defenderá el cambio de la ley electoral actual?. Por otra parte, ¿dónde quedó aquella propuesta del PP por la cual el partido defendía el derecho de voto de los exiliados del P. Vasco por culpa del terrorismo?.  A muchos de aquellos exiliados, no sólo del PP sino también del Psoe, o cuando menos a sus simpatizantes, además de los amenazados, extorsionados, familiares de víctimas de Eta, fuerzas de seguridad del Estado, y un largo etcétera, no nos vale un cheque en blanco para el nacional terrorismo vasco, ése mismo que no mata pero que sí excluye, desde posiciones tan aparentemente moderadas como realmente radicales. Tampoco nos valen los arribistas de un PP marianil-sorayesco que aún perviven en un mix de partido con sensibilidades varias y principios reducidos. De la misma forma no nos representan algunas siglas del mundo civil de las victimas que subvencionadas por el Gobierno de España de turno forman parte de la red clientelar que asienta desde tiempo atrás un sólido stablishment, más oportunista que garantista. La desactivación del movimiento cívico de las victimas es el más claro ejemplo de abandono del constitucionalismo por parte de los partidos nacionales, que no tienen un proyecto común y solidario para la nación española. Pero claro, ¿a falta de ideólogos en esos partidos y en algún que otro más qué se les puede pedir?. 

Esperaremos a las conclusiones de dicha Convención, pero con las urdimbres ya descritas, y sobre todo con las declaraciones y actuaciones de los susodichos que a continuación les recuerdo juzguen ustedes…el panorama descorazonador que se nos presenta. 

 

Veamos las perlas que nos regalan estos paupérrimos dirigentes. Por un lado recientemente el PP votó a favor de que Bildu presidiera la Comisión de ‘Derechos Humanos’ en Guipúzcoa. Como apunte recordar que Juán Carlos Cano, quien emitió ese maléfico voto, reconoció en una pasada campaña electoral lo siguiente: “A mí no me caen las prendas votar conjuntamente con Bildu”. Eso es un hecho frente a la excusa que argumentó el PP por tal agravio. Por otro lado recordarán que concejales populares del ayuntamiento de Ss brindaron con Bildu en el Consistorio. Sin ir más lejos Borja Semper anunció en su día que el futuro de Euskadi se tiene que construir también con Bildu. Se le olvidó decir que cuando los bilduetarras condenen la violencia de Eta e integren a sus víctimas, las señaladas por ellos mismos, situación que aún no se ha producido. Éste es el mismo que decía que “lo más importante es que Eta se ha acabado”. Vaya chiste. A ver cuándo dice que el nacionalismo vasco en su conjunto ha dejado de ser excluyente. No se puede construir el futuro con exclusión. Completando tanta desfachatez y soberbia despunta últimamente Alfonso Alonso, quien en una entrevista concedida a la cadena ser esta misma semana señaló que el PP Vasco ya tiene “perfil propio” y es “distinto” al PP nacional. Gracias a Dios muchos ex-votantes del PP también tienen esa condición por tener autóctono perfil y ser distintos. Faltaría más. Me entra cefalea con semejante patulea. Su intrascendencia o insignificancia ha llevado al partido a una cuasi nula influencia en la Comunidad Autónoma Vasca. Como recordaba Cayetano González en un artículo suyo titulado ‘De la irrelevancia a la descomposición’ (Libertad Digital): “Han sido los años en que el PP vasco apoyó y justificó la decisión del Gobierno de Rajoy de liberar al torturador/secuestrador de Ortega Lara, Josu Bolinaga; han sido los años en que Oyarzabal insultaba a las víctimas del terrorismo que eran críticas con la política antiterrorista de su partido”. Incluso este último tuvo la osadía de afirmar en una entrevista que Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco hoy formarían parte del PP rajoyano. A pesar de esos antecedentes alguno de estos liderzuelos en su día culpabilizó al glorioso PP vasco de su propia debacle, cuando los resultados de la vieja guardia fueron muy superiores a los de quienes la sucedieron. ¡Ya hay que ser cínicos!. Además también se reprochó a Mayor Oreja ‘no estar al cabo de la calle en la política vasca’ tras asegurar éste que el Gobierno estaba negociando con Eta (2010-03-28). Por otra parte de esas filas tan renovadoras surge la autoría de un vaticinio desolador para las víctimas, tras vaticinarse como muy difícil el que prosperase la ilegalización de Bildu. Incluso se permitieron contraprogramar el homenaje a Gregorio Ordóñez con un acto interno de partido (sus antiguos ‘compañeros’). Pero bueno qué vamos a esperar de aquel PP de Rajoy cuando escuchamos al hoy Registrador de la Propiedad pronunciar en aquellos pasados momentos que “Eta es una gran nación”, en un lapsus imperdonable. Su subconsciente le traicionó, ‘anunciando proféticamente’ lo que vino después. En cualquier caso anticipo una nueva debacle del PP en las próximas autonómicas vascas. Tiempo al tiempo. Falta audacia y valentía para abordar la política vasca, y esto lo hago extensivo a todo el arco parlamentario vasco. No es exclusiva de ningún partido en concreto. 

 

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En suma, proseguiremos con la ‘normalización” del P. Vasco que no es otra cosa que la estandarización de la anomalía. Cada uno con su memoria histórica, pero ninguno con la memoria de los derechos humanos. La declaración de esos derechos y su aplicación es el mejor remedio para combatir y desmontar a cualquier nacionalismo excluyente que nos hurte la ciudadanía en cualquier territorio en pos de una identidad en la que no cabe disidencia alguna, ni para propios ni para ajenos. Como ven el nacionalismo vasco reparte las víctimas, tanto discriminada como indiscriminadamente, con tal de mantenerse en el poder. Y eso se traslada en que ni nacionalistas ni no nacionalistas pueden reinsertarse o reintegrarse en aquel territorio si no es bajo la sagradas tesis del más rancio nacionalismo sabiniano, que tiene en esa tarea como colaborador necesario al poder estatal establecido de turno y a una partitocracia afín al mismo. ¡Bravo por el nuevo PPV!. Quizás algún día el susodicho partido opte a la obtención del label vasco cual marchamo de una denominación de aborigen más autóctona. Habrá que ver quién realmente y qué proyecto es el fraCasado si no hay, como es previsible, una desautorización clara por parte de la ejecutiva nacional. Que piense el señor Pableras donde va el voto útil, ante una progresiva tendencia marginal del PP en lo institucional (por aquellos lares), como mal menor para evitar gobiernos de Bildu en los diferentes niveles de Administración del P. Vasco. Pues sí, al PNV, pues ya el PP por su debacle ni siquiera les representa. El voto moderado por la excesiva moderación del PP y para evitar males mayores va a ese partido, porque con el suyo allí ya no cuentan, ni siquiera con los líderes vascos que pretenden reconstruir el partido moderándolo aún más al nacionalismo. Y eso ocurre porque defender las libertades en Euskadi cuando ya no se defienden como antaño hace que el voto se modere hacia otras opciones simplemente para sobrevivir en una sociedad cerrada y señalante, gracias a que el Estado y el constitucionalismo es inexistente en aquellas bellas pero opresoras tierras. Y lo peor es que ese voto de moderación para sobrevivir en un mar hostil también se hace cómplice de aquellos que nunca buscaron justicia y menos libertad. A muchas amistades les está pasando y lo que me dicen es que poco más se puede hacer que ‘abstraerse’ a esa situación tan obscena. Así es cómo se desactiva al mundo cívico de las victimas y a cualquier iniciativa democrática que se precie. Y ellos, los nacionalistas, lo saben. Todo para que luego se venda un falso proceso de paz basado en el blanqueo de una indisoluta banda terrorista, mientras se blanquea al mismo tiempo a un nacionalismo irremediablemente excluyente. Mientras la exclusión no se erradique de esa sectaria ideología se mantendrán ciertas complicidades y la paz social tan deseada nunca llegará. Así tienen la batalla ganada de antemano los nacionalistas. Sólo es cuestión de tiempo. No tienen prisa. Van unidos a pesar de sus disensiones internas, mientras los constitucionalistas rivalizan por no tener una historia común compartida y sí mantener sectarias memorias históricas contrapuestas. No hay unidad de acción ni concepto de nación española asumido. Y de los socialistas mejor no hablar. Ramón Jauregui, referente de los socialistas vascos en su época y también de los nacionalistas por su posibilismo, admite dos cesiones críticas que el Psoe cedió al PNV: imposición del euskera a los profesores y control nacionalista de la Ertzaintza. Atrás quedaron unos pocos decentes que no se encamaron nunca con la Eta, como Nicolás Redondo Terreros y la exlíder socialista y de UPyD Rosa Díez. Esos tampoco son un referente para el Psoe. Pero sí Eguiguren, un maltratador condenado, y también uno de los hacedores y/o artesanos de una paz infame, junto a sus socios los Otegui de turno. Blanco y en botella si no fuera por la sangre derramada de tantos. 

 

La dignidad de las personas exiliadas, de las victimas que dieron su vida para nada y de los no nacionalistas que aún perviven secuestrados en aquel territorio por falta de libertades no se defiende con un simple lavado de cara  de los populares ni tampoco con un cambio de cromos en su ejecutiva si no media de antemano una política de fondo. Esos díscolos líderes del PP vasco no pueden liderar proyecto alguno porque son cómplices de un proceso de paz entreguista e infame, cuyo colaborador necesario en la Superioridad del Partido y del Gobierno fue un M. R. B. copartícipe de dicho proceso (heredado de los socialistas). 

 

Termino con una frase de claro acento vasco que quizás a algunos pueda sorprender por la naturaleza e importancia del personaje que la pronunció y también por su actual relevancia. Me estoy refiriendo a Gregorio Ordóñez: “La paz y la prosperidad de Euskalherria pasa por la desaparición de Eta y, por tanto, de sus seguidores”). El entrecomillado como ven sigue de actualidad. Bien es verdad que Goyo perseguía una identidad propia para el PP en aquel territorio, con el fin de erradicar el mito nacionalista propagado de que el PP vasco atiende a las directrices del PP nacional (de Madrid). Pero esa búsqueda la promovió desde un sano vasquismo constitucionalista para que los nacionalistas no se apropiaran indebidamente del concepto exclusivista de ser vasco en aquel territorio, sin dejar de dar la batalla por una hegemonía institucional no nacionalista, al tiempo que veía la necesidad de aprender el euskera (cosa natural para cualquier ciudadano, que para los separatistas vascos se antojaba extraño y bastante rompedor). ¿Acaso no se puede ser vasco desde la integración solidaria que preconiza nuestro abierto y plural marco constitucional frente al exclusivista y excluyente corsé ideológico que defienden los nacionalistas?. No es de extrañar que en aquellos años previos a su asesinato y en los posteriores hubiera algún que otro afiliado bilingüe, que sabía hablar también en euskera. Una cosa hay que remarcar: Goyo nunca hubiera llegado al ‘bilingüismo cordial’ de Feijoo, hoy inexistente por culpa de la falta de libertad lingüística en Galicia. Por consiguiente tampoco veo a este PP Vasco, si llegase algún día a la lehendakaritza, implantando un bilingüismo real, tanto en la Admón. Vasca como en la red pública de enseñanza. En suma, ningún líder de los renovadores enunciados ofrece ni su carisma, ni su valor, ni un vasquismo alternativo al excluyente que nos gobierna. Decía Semper en una ocasión que ‘la realidad social y política ha cambiado’, defendiendo con ello que el discurso del PP vasco no puede ser el de 1995. La exclusión social permanece a falta de la exclusión física, en una sociedad cerrada a la alternancia política, donde todavía persiste el miedo. En resumen no hay paz social por falta de libertad. Ésa es la realidad. que el ‘semperismo’ y el PP pop vasco no aceptan. Como diría Goehte: “Donde se pierde el interés también se pierde la memoria”. Ahí lo dejo.