Luis Bru.
¿Qué se puede esperar de una derecha que mantiene las suposiciones delirantes sobre el 11 M? Porque no me refiero a Zaplana y Esperanza Aguirre, ambos acusados de corrupción. Eso es el pasado. Debemos referirnos a Pablo Casado, el supuesto regenerador pero en realidad el continuador de la mafia pepera, y de Santiago Abascal, el ignorante proteico, el cachas de la derecha, el portero de discoteca, Ambos se planteaban, quince años después, querer saber la verdad, lo que ha devenido la versión oficial de esta derecha mostrenca.
Zaplana, ese Zaplana que se reunía cada semana en un reservado del restaurante Jai Alai para coordinar estrategias sobre la conspiranoia con Pedro J Ramírez, se prestaba a hacer preguntas mal elaboradas por Luis del Timo, y voceadas con su habitual pasión por Losantos, en las que llegó al desafuero de preguntar si ek Gobierno socialista tenía concocimiento de un informe, con fecha 12 de marzo, que hacía referencia a la relación con ETA, informe que nunca existió y que de existir tenía que tener conocimiento Zaplana, en esas fechas manipulador portavoz del Gobierno.
O que hizo preguntar a la entonces diputada Alicia Rubio por el hecho estrambótico de uno de los «presuntos» suicidas de Leganés tenía puesto el pantalón del revés y si el Gobierno socialista tenía conocimento de ello. Conspiranoia, una historia en la que se unen corruoción, mentira, estupidez y que reclama una auténtica regeneración para volver a cordura.