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Carta abierta a Federico Jiménez Losantos: Tú eres el mayor maricomplejines

Redacción




Enrique de Diego.

Federico, vas a recibir más que una estera. Primero, porque me divierte; segundo, porque te lo mereces; y tercero, porque ya no puedes llamar al estafador de Julio Ariza para que me calle.

El único acierto que te reconozco es el epíteto de maricomplejines referido a Mariano Rajoy Brey, aunque es manifiesto que se trata de lo que en psiquiatría se denomina una proyección, porque tú, Federico, trincón, vulgar chorizo, parásito mafioso de la caja B del PP, eres el mayor maricomplejines de España. Motivos no te faltan, porque pareces salido de algún rincón osuro de Las Meninas o de un cuadro costumbrista del Spagnoleto; al fin y al cabo, no eres más que un bufón de la élite corrupta aznarista.

¿Qué derecha representas tú, maricomplejines, que escondes tus abrumadores complejos bajo una verborragia hiriente, la propia del taimado y el contrahecho? Te recuerdo que tras ser un comunista mochilero y un maoísta de baratillo, en los años ochenta sentaste cátedra de ideólogo de la derecha pagana, intensamente anticristiana y sin ninguna referencia moral, exigiendo que la derecha fuera la que abanderara el aborto libre, porque, decías, “que la cuestión del aborto es de principio: o decide la madre el futuro –o no futuro- del feto, o lo decide la sociedad –médicos, jueces, etcétera”. Afirmabas que “la derecha ha de asumir un laicismo radical, dejando las creencias para las conciencias y las leyes limpias de resabios teológicos”. Cuando se detuvo al ginecólogo abortador Pedro Enguix saliste en su defensa con argumentos de una frivolidad rayana es la más estricta estupidez como que “cobraba poquísimo, menos que un empaste de muela, por cada aborto”. Había que acabar, según tú, con “la cultura política de esta raza de funcionarios católicos”.

Vamos, Federico, que estás más sonado que el pandero de Sitting Bull y si se te agita tu cabeza suena como un sonajero. El 16 de noviembre de 1983, publicaste en Diario 16 una columna titulada “El Telespíritu Santo”, en donde escribías, como un degenerado y un perfecto gilipollas: “¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡El Verbo se ha hecho Antena y habitará entre nosotros! Por fin, el Papa, el papá espiritual de los católicos, el sucesor de Pedro, el Papa infalible, ha decidido acabar con la mediación lacada y cardada de Paloma Gómez Borrero y poner directamente en las televisiones de todo el mundo a la Paloma de la Verdad, la del Espíritu Santo, a través de una emisora íntegramente vaticana”.

Ayant Barilli conduce es.sexo, el programa preferido por Losantos.

Y concluías, mostrando tus represiones sexuales, que merecerían varios programas de Ayanta Barilli y unas intensas clases prácticas, que para eso la pagas, y no por la audiencia, tus perversiones de masturbador, sólo equiparables por el asqueroso gusto de que le meen que tiene tu cuñado Pedro J. Ramírez cuando se pone el liguero rojo y le pone que le metan un palo por el culo y le dominen. Escribías –no sé que pensaran las tres viejas que te siguen abducidas- “qué delicia, lectores, creyentes o descreídos poner la tele a mediodía y que el Papa bendiga la mesa, qué buen provecho. Y por la noche, mmm, en vez de ese robot con barbas que a duras penas farfulla castellano, el Santo Padre arrullándonos con lejanos latines y el Ángel de la Guarda. Se acabó el valium y el tranxilium: conciencia tranquila y a dormir divinamente. ¿Y lo que va a mejorar nuestra calidad de vida sexual? Bellísimas monjitas, apenas púberes, anunciándonos la novena, rezándonos jaculatorias perfumadas, recitando los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, a la hora de la siesta. ¡Qué placer! Y con el vídeo, vamos, con el vídeo es que va a ser, como diría Cid Cañaveral, la hostia. A la hora del dulce revolcón o del pecado solitario poner un Réquiem, un Dies Irae, un de De Profundis. Aaaaaaaahhhhh…” Supongo que esta última exclamación es que te corres, Federico, con tu cuerpecito electrizado como el conejito de Duracell. Un texto así sólo puede salir de una mente muy perturbada. Hay que confiar que Ayanta Barilli te arregle el cuerpo y esa mente tan enferma.

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Porque, a la postre, ¿qué derecha representas o defiendes tú, enano saltarín, salvo la de tus intereses y tu faltriquera? Es esa derecha amante de la eutanasia, globalista, al dictado de George Soros, de una España sin fronteras ante la inmigración invasiva como la que representa esa parodia de Macron que es el charlatán de feria de Albert Rivera. O bueno la del curriculum más falso que un Judas de plástico del tal Pablo Casado, que en horas venticuatro pasó –milagros de santa Esperanza Aguirre, la apestosa- de las musas a la Licenciatura de Derecho. Porque en lo relativo al golpismo separatista de Cataluña qué ha hecho tu mañaco. No le he visto, la verdad, apuntarse al Tercio de Monserrat. Debe ser ese lacayo cultiparlante que salía desgranando el argumentario con la lengua llena de mierda de tanto lamer los culos de los jefes.

En tu caso, Federico, maricomplejines, tu televisión fue un completo fracaso, aunque diste el pelotazo de tres millones de euros con los evangelistas. Tu radio es infecta y tediosa. El que valía era César Vidal. Herrero está más visto que el tebeo y es blandengue como un merengue. Y luego están tus pelotas, Dieter Brandau y Javier Somalo, porque a ti te ponen las monjas y las novicias, y la adulación irrestricta, porque tienes un alma pequeña de inquisidor –papel que te encantaba representar en Albarracín- y sigues atrapado mentalmente en los oscuros recovecos del chequista de pastaflora que eres.

Fedegico, te vas a condenar, por gilipollas. Continuará.