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Libertad Digital en crisis terminal: César Vidal llevaba razón y Losantos no le hizo caso

Redacción




Luis Bru.

El año 2012 fue especialmente letal para el holding Libertad Digital que acumuló unas pérdidas de 5.836.225,9 euros. César Vidal consiguió salvar la situación. Gestionó la venta de las 4 licencias de TDT, que Esperanza Aguirre había concedido donosamente al Grupo, que fueron adquiridas por TNT España media, la filial de la multinacional evangelista Trinity Broadcasting Network. Federico Jiménez Losantos no tuvo otra ocurrencia que con aquel dinero repartir beneficios entre los 900 accionistas del Grupo, si bien, obviamente, el mayor beneficiado fue él, cuya avaricia es liberal y compulsiva.

César Vidal había previsto aquella operación para dar viabilidad al Grupo, cuyas grietas eran ya claramente perceptibles, para lo que era preciso tomar medidas urgentes y perentorias. La empresa, además, había perdido la joya de la corona, había vendido su principal patrimonio, sólo quedaban minucias como marcas y patentes, aplicaciones informáticas e instalaciones técnicas; calderilla. No quedaba margen de maniobra. Aquella frivolidad ocurrente de Losantos fue la gota que colmó el vaso de la paciencia. Vidal le remitió a Losantos una carta de 10 folios con todo lo que había que hacer para poner orden y concierto. La síntesis del prolijo texto era: suprimir programas deficitarios y premiar a los trabajadores que estaban sacando adelante espacios que la audiencia respaldaba; recortar gastos innecesarios; despedir a gente incompetente que sólo había demostrado ser ducha para la intriga: para hacer la vida imposible a los capacitados y colocar a los suyos; reformar el departamento de publicidad.

No se hizo caso a César Vidal, cuyo objetivo bienintencionado era salvar a Libertad Digital, cuya situación, dijo premonitoriamente, «puede volverse muy delicada en poco, muy poco tiempo». Su diagnóstico era un ataque directo a la camarilla que había cogido a Losantos por la vanidad y la adulación, a las que es muy propenso. Esa camarilla tenía dos nombres propios: Dieter Brandau y el intrigante técnico de sonido Javier Somalo. Dos pelotas de redacción, detritus de despacho. Vidal no recibió respuesta. Puede hacerse el resumen del episodio indicando que Federico Jiménez Losantos no le hizo ni caso. El 17 de julio de 2013, César Vidal dio la campanada anunciando por los micrófonos: «es la última vez que dirijo el programa«. Y se fue a Miami.

Sin atender a su calidad intelectual, siendo uno de los mejores historiadores de España, y a los servicios a la empresa, como comunicador y con la gestión de venta a Trinity, la respuesta fue una campaña de desprestigio personal desde la cobardía del anonimato: que si se había cansado de vivir a la sombra de Losantos, que si creía que no le habían pagado los servicios prestados. “En apenas unas horas, mis colaboradores fueron despedidos sin tener en cuenta ni su valor ni sus méritos ni los servicios rendidos a la casa. Mi equipo fue descuartizado y a aquellos a los que se consideró que podían tener más relación conmigo se les puso directamente en la calle. Y por si todo lo anterior fuera poco, uno de los personajes que más estaba contribuyendo a llevar a EsRadio a la ruina arrancó en un acceso de furia mi retrato de una de las paredes y lo lanzó contra el suelo”.

Miquel Rosselló, directo y leal colaborador de César Vidal, fue purgado con las tácticas chequistas del entorno de Losantos.  En la narración de aquella purga rememoró: «Todo apuntaba que la vuelta al trabajo iba a ser lo más parecido a una noche de cristales rotos en la que a mi me iba a tocar el papel de comerciante judío. Y así fue. Pude ver con mis propios ojos como la gran fotografía de César Vidal que había en el pasillo central junto a los otros dos fundadores de EsRadio, Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero, había sido arrancada dejando unos desconchones en la pared. Era como si César Vidal nunca hubiese existido, lo más parecido al damnatio memoriae que practicaban los antiguos romanos. Según me contaron, el encargado de arrancar el retrato fue el propio Javier Somalo, director de EsRadio. Entre esconder la imagen de César y censurar sus últimas tertulias la situación me recordó a las prácticas narradas en la distopía 1984 o la fijación de Stalin por borrar a Trotsky de las fotografías».

El relato de Miquel Rosselló es de sumo interés respecto al clima de mediocridad y autoritarismo impuesto en Libertad Digital por el tándem Javier Somalo-Dieter Brandau: «La tarde del día siguiente empezó de forma similar hasta que Dieter Brandau, con sus andares como de chulo de feria, vino a verme a mi mesa para llevarme al despacho de Javier Somalo, que esperaba sentado detrás de la mesa demacrado, desafiante y con cara de vinagre. Allí, fui testigo paciente de lo que los trabajadores de LD conocen como “puritadas” o lo que algunos también llaman “gestapos”. Lo de “puritadas” viene porque en cada sesión entre los dos se fuman media lata de Café Creme (sí, como siempre han sido jefes todavía no se han enterado de que está prohibido fumar en las oficinas). Lo de “gestapo” no creo que haga falta que lo explique, habla por sí mismo. La “puritada” busca, como ya me habían prevenido, atemorizar al empleado y predisponerle a hacer lo que ellos quieren. En dicha reunión me ofrecieron “pactar mi despido” o “arrepentirme”.

A Javier Somalo, que tomará protagonismo en Rambla Libre en próximos días, le retrata lo que cuenta Rosselló: «También he filtrado miles y miles de SMS en las tertulias y hasta en el programa Debates en Libertad de Javier Somalo, que se emitía en diferido los sábados por la noche. Ese fue uno de los incontables absurdos que llevaron la televisión a la quiebra. No entraban apenas mensajes (cinco o seis la mejor de las noches), pero tenían a un empleado de guardia para pasarlos e inventarse el resto».

«Uno de los aspectos más frustrantes de trabajar en Libertad Digital -cuenta Rossellóera comprobar con estupor como cualquier iniciativa, cualquier indicio de proactividad eran paralizados inmediatamente por Dieter Brandau y Javier Somalo. Bastaba con que hicieses algo bien para que dejases de hacerlo en el acto y te pusiesen a hacer lo contrario o a que te pudrieses en el tedio de copiar y pegar teletipos “cambiando el titular”, que es lo que Somalo y Brandau entienden por periodismo. A menudo tomaban la idea ajena, se apropiaban de ella y luego se ponían la medalla delante de Recarte o de Losantos. No les culpo. Ninguno de los dos son periodistas en sentido estricto. Uno porque es, según dicen, antiguo técnico de sonido de Radio España devenido director de un diario en la red por obra y gracia del otro, que sí tiene el título de periodista… y punto. Más allá de verle leer el teleprompter en los telediarios de LDTV y de repetir como un papagayo en su programa de radio lo que Losantos había dicho tres horas antes, Dieter no conoce este oficio, fundamentalmente porque nunca ha necesitado ejercerlo. Desde hace unos años, además, van de “directivos audiovisuales” (especímenes, por cierto, que Losantos odia de obra y palabra) y eso les ha quitado de todo lo demás. Y como curiosidad para los oyentes y lectores fieles, ninguno de los dos es liberal. Están, como dice un buen amigo con su habitual retranca madrileña, “en algún lugar entre el vacío del espacio profundo y el facherío vociferante del fondo sur del Bernabeu”. A pesar de todo, quiero transmitir mi enhorabuena a Dieter Brandau, quien por fin ha conseguido presentar uno de los tres programas “pilares” de EsRadio. Tanto purito, tanto atormentar al personal y tanto esperar a Losantos a las 12 en punto en la puerta del estudio para acompañarle hasta la puerta del coche tiene ya merecida recompensa». 

César Vidal se fue, como un caballero, «por discrepancias en la gestión del Grupo«, ni más ni menos. Llevaba toda la razón y sus criterios eran de sensatez empresarial. En «No viene para quedarme. Memorias de un disidente» (Plaza y Janés) describe «purgas sobre la base de criterios de servilismo«, denuncia que «se asciende a gente mediocre pero dócil«, «se lanzas cables al PP» y «la censura está a la orden del día«.

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Dieter Brandau. /Foto: youtube.com.

Sobre Dieter Brandau, exdirector de la televisión de Libertad Digital, afirma: “como periodista se puede pensar lo que se quiera. Algunos consideran que es un chico con chispilla y poco más. Otros lo ven inseguro y, por ello, tendente al despotismo. Yo, personalmente, lo he contemplado siempre como alguien voluntarioso y trabajador que si un día decidiera instruirse  y tener un mínimo criterio propio quizá podría llegar a algo. Ahora bien, como director de la televisión de Libertad Digital demostró ser una verdadera plaga bíblica”.

Javier Somalo. /Foto: gorkazlimela.com.

Lo que no acabó de poner Vidal fue el nombre del auténtico problema de Libertad Digital: Federico Jiménez Losantos, lo cual en una empresa tan personalizada es muy grave, porque la hace inviable. Hoy, la Libertad Digital de Dieter Brandau y Javier Somalo convoca, con angustia vital, una nueva ampliación de capitales por 1.507.550 euros. Dos años antes, hizo otra en la que pretendió captar 3,2 millones, de los que sólo colocó 432.670 euros. ¿Engañará a alguien esta vez Losantos? Hay quienes piensan que siempre tiene gente dispuesta a desembolsar más o menos, pero hay que poner este tipo de opiniones aventuradas en almoneda porque de lo que no hay duda alguna es que no se trata de una inversión sino de una donación a fondo perdido. Y tanto ha ido el cántaro a la fuente de la estafa moral…

Ha llegado el momento de que, mañana, entremos en el factor Javier Somalo y en los aspectos más escandalosos de la muy turbia realidad de Libertad Digital SA.

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