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Carta a Federico Jiménez Losantos: Eres una mente perturbada que ama a los asesinos en serie

Redacción




Enrique de Diego.

El día 8 de marzo no estuviste al frente de tu programa porque estabas afónico, según informó Rosana Laviada. Cuídate, si te quedas mudo, tu chiringuito no tiene el más mínimo futuro, porque, en tu vanidad y tu megalomanía, has hecho una empresita personalizada, sin equipo, dedicada al culto a tu personalidad, que es patética.

Reconozco que a medida que he ido profundizando en “La gran traición” que perpetraste contra César Vidal he ido tomando mayor conciencia de tu bajeza: eres una mente perturbada que ama a los asesinos en serie. Es asombroso pero es así. En la entrevista que le hice a César Vidal me dijo que tu lectura favorita son las novelas negras; que esas son los únicos textos que le comentaste y le recomendaste. En efecto, en el masaje que te dieron tus empleados en el programa “Tu dinero nunca duerme” hiciste, a propósito de la picaresca, que luego iremos a eso, una pregunta retórica que me dejó helado: “¿por qué nos gustan los criminales en serie?”. De dónde te sacas ese plural mayestático. A mí no me gustan nada, y a la inmensa mayoría de la gente; sobre todo a la gente sensata y normal. Así que te pirran los criminales en serie “porque no somos criminales en serie y aspiramos a no ser víctimas de los criminales en serie. Nos gusta el espectáculo de lo raro”. Tienes, Federico, una mente muy perturbada, que está pidiendo a gritos un largo descanso para recomponerse.

Tus opiniones son cada día más delirantes, con la osadía del ignorante. Tu osadía es mucha porque tu ignorancia es ilimitada. Así que, según tu ignorante opinión, “¿por qué sale el pícaro? Porque es la excepción. No había en España mucho lugar para la picaresca. Se tiene todo muy claro hasta el siglo XVIII”. No, hombre no, Federico, la novela picaresca no es realismo mágico sino social, crítica acerada de biotipos reconocibles como inaugura esa espléndida obra de “El Lazarillo de Tormes”, anónimo para no tener problemas con la inquisición, que bien pudo ser escrito por Pablo Coronel, al que cuadran todas las pistas: converso –hermano de Abraham Seneor, el último rabino de las aljamas de Castilla-, complutense –secretario de la Biblia Políglota- y reformador –de la confianza del cardenal Cisneros-.

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La novela picaresca es una creación típica española literariamente muy interesante, pero también muy reveladora del país.  No tenía nada de excepcional.  Más bien todo lo contrario.  De hecho, en otros países excepcionalmente existe alguna novela picaresca – quizá incluso por influencia artística española – pero jamás se da el género.  Si tu idea, Federico, es señalar que en España no hay pícaros y sólo se dan casos aislados tu argumento es paupérrimo y te bastaría con mirar a la gente que ha tenido y tiene a su alrededor para darse cuenta de que no es así.  Hombre, a lo mejor Recarte pagando lencería fina con la tarjeta black o los tejemanejes de la contabilidad no son picaresca. O los tejemanejes en la contabilidad de Libertad Digital SA.

Andas últimamente, Federico, desbocado. Decir que la inquisición era garantista es una majadería malintencionada.  Hombre, a lo mejor a ti, Federico Calamidad, te gustaría que te detuvieran, te embargaran los bienes, no te informaran de qué te acusaban ni quien lo hacía y, a continuación, te sometieran a tormento para que confesaras un crimen desconocido que podía llevar aneja la pena capital.  Todo ello, además, con la finalidad legal, según los manuales de inquisidores, no de hacer justicia o de reconciliar a la persona con iglesia sino «ut metuant«, es decir, para que teman. Dediqué unos años a estudiar ese fenómeno espeluznante de la inquisición, que no fue sólo española ni sólo católica. Está el juicio, por ejemplo, impulsado por Tomás de Torquemada, prior del convento segoviano de Santa Cruz, contra los padres del obispo Juan Arias Dávila. La condena, de dos personas ya muertas, implicaba la incautación de todos los bienes de la familia. Un horror jurídico en todos los sentidos, un ataque directo al derecho de propiedad, una expropiación alevosa. El bueno del obispo una noche cogió los restos de sus padres y se marcha a Roma. Está la tremenda purga de Guadalupe o las antorchas humanas en Sevilla. No conviene hacer bromas ni ser tan irresponsable.

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En cuanto a tu postura respecto al comunismo es altamente inmoral. El comunismo no era bueno mientras tú fuiste comunista y dejó de serlo cuando tú lo abandonaste. Es nauseabunda tu afirmación, impropia de alguien con dos dedos de frente, aunque propia de un cara dura como tú, de que “lo más parecido que había a un intento de salvación de los demás era el comunismo tal y como lo veíamos”. No sé como lo veías tú, cegato, pero el mal comunista no está en Stalin, ni en Lenin, ni en Mao, es originario, está en Marx, la pulsión asesina y genocida está ab initio en los textos fundacionales. Solzhenitsyn (al que es dudoso que hayas leído) nunca vino del comunismo, ignorante, vino de Rusia, eso sí. Y cuando fuiste a China con esa historia tan esotérica de la joven de mirada dulce a la que quizás fusilarían al día siguiente, ibas como un maoísta pringrado a contemplar el paraíso. Lo que debes decir es tan sencillo como equivoqué, cometí un error. Eso quizás te salvaría como persona; Libertad Digital SA no tiene salvación, ni con Vox ni sin Vox, porque es un desastre de gestión, con la que terminarás, riesgo moral en grandes dosis, dada tu narrativa, montando presuntamente un nuevo caso de corrupción a gran escala.

Tengo la sensación, Federico, de que ya no tienes a quien pedir amparo e intentas lanzar las redes en todas las direcciones a ver si pescas algo.