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Dinamarca, el país de los vikingos saqueado por el islam

Redacción




José Donís Catalá.

En Dinamarca, las elecciones han sido ganadas por el Partido Socialdemócrata, con el 26,2% de los sufragios, los liberales han obtenido el 23,7, mientras la ultraderecha del Partido Popular Danés ha bajado del 21,2% al 8,9%. Pero a cambio de que el Partido Socialdemócrata haya presentado un programa antiinmigración.

Les voy a dar un dato objetivo, el 88% de las violaciones de mujeres en Dinamarca son perpetradas por inmigrantes, el 84% de violaciones con violencia extrema son cometidas por inmigrantes musulmanes.

Inger Støjberg es la ministra de Inmigración, Integración y Vivienda. En febrero publicó en su Facebook una confesión desoladora: “los daneses hemos sido silenciados y derrotados por el islam”. Desde entonces su Facebook acumula insultos y amenazas, a lo que ella ha respondido haciendo una lista de predicadores islámicos que no pueden entrar al país. Pero la epifanía de Inger no ha sido vana, desde que esta progresista danesa empezó a decir lo que no se podía decir ha habido algunos cambios.

Inger Støjberg.

En agosto de este año entrará en vigor la ley que prohíbe el uso de burka o niqab en lugares públicos. Las musulmanas ya no podrán pasear con su siniestro atuendo de esclavas.

En marzo el primer ministro Lars Lokke Rasmussen anunció un plan para la integración de inmigrantes y eliminación de los guetos con fecha máxima 2030. Los hijos de inmigrantes desde un año de edad, los llamados “niños del gueto”, tendrán 25 horas a la semana de “valores daneses”, entre los que se incluyen tradiciones como Navidad y Pascua. Si no acuden, sus padres dejarán de recibir las prestaciones sociales.

Lars Lokke Rasmussen. /Foto: cphpost.dk.

Otra medida de urgencia ha sido doblar las penas cuando los delitos se cometan al amparo de un gueto.

Otra más: los menores de los guetos islámicos tendrán toque de queda diario a las 20h. Si no cumplen se les podrán colocar tobilleras de control remoto.

El objetivo final es la demolición de los guetos islámicos, para lo que se han presupuestado 1.600 millones de euros.

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El primer ministro es del Partido Liberal y las medidas cuentan con el apoyo tanto del Partido Socialista Danés como del Partido Popular Danés (nada que ver con el PP español, el danés es un partido anti-Islam, identitario y conservador, la 2ª fuerza de Dinamarca).

Además, el Partido Popular Danés lleva en su programa la deportación masiva de inmigrantes islámicos no integrados. Podría parcer raro en los muy progresistas y muy avanzados daneses, pero es que en las encuestas de 2017 más del 50% de los daneses consideran su mayor problema la inmigración ilegal y los refugiados, y un 31% considera que la inmigración islámica no debe superar nunca el 5% de la población total. No parece nada descabellado pensar que se llegará a aplicar la deportación masiva, hay que tener presente –otra vez- los datos objetivos: estudios muy serios como el de The Rockwool Foundation Research Unit (pdf) señalan que un tercio de los inmigrantes ganarían igual o menos trabajando 40 horas semanales, y los otros dos tercios ganan más combinando ayudas sociales y delincuencia, el tráfico de drogas principalmente.

Finalmente, la ministra de Integración pide ahora 4 años de cárcel para quien meta a sus hijos en una escuela islámica, lo que nos lleva al verdadero problema subyacente, la multiculturalidad y su reflejo en sectores concretos como la educación. Pese a décadas de consignas e implantes en el mayor experimento social desde las grandes guerras, multicultural siempre ha significado lo mismo: segregación, apartheid, dividir una sociedad en grupitos sectarios con la clara intención de mantenerlos sujetos al todopoderoso papá Estado (progresista, social, de derecho y bla bla bla). Y eso exactamente es lo que hizo Dinamarca que la llevó a la situación actual.

Musulmanes en Dinamarca quemando la bandera de esa nación y cobrando ayudas sociales. /Foto: ramblalibre.com.

Primero la censura. Así se instaura la multiculturalidad, reprimiendo la opinión libre de sus ciudadanos. El artículo 266b del Código Penal danés dice lo siguiente: «Cualquier persona que públicamente o con intención de una amplia divulgación,  haga declaraciones o divulgue otras informaciones por las que un grupo de personas se vea amenazado, insultado o degradado a propósito de su raza, color, origen étnico o nacional, religión o inclinación sexual se expondrá a una multa o cárcel por un periodo no superior a dos años». ¿En qué se traduce esto? : prohibido hablar mal del islam, todo lo demás son palabras huecas para adornar la ley. Lars Hedegaard, historiador y periodista de 75 años muy reconocido, tuvo la osadía de hablar sobre las enormes tasas de violaciones entre musulmanes, y dijo obviedades como que «el islam no es una religión sino una ideología totalitaria«. Esas declaraciones le supusieron una multa de 700 euros, apeló al Supremo y ganó. El 5 de febrero de 2015 un grupo de musulmanes intentó asesinarlo en su casa, desde entonces vive escondido y protegido por la seguridad nacional.

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Segundo, separar grupos en guetos que tengan su propia ley, sus idioma, sus costumbres y una “educación” acorde con sus supuestos “valores”. El sistema educativo danés cubre el 75% del presupuesto de cualquier escuela privada, por ejemplo las madrasas islámicas. Hay actualmente 26 (unos 5.000 alumnos) en un país muy pequeño con apenas 6 millones de habitantes, la primera escuela islámica se abrió en 1980. Además existen las “Escuelas del Corán”, estas sin financiación, donde los niños musulmanes que acuden a una escuela danesa tienen después de las clases su madrasa para aprender árabe y la Sharía, la ley islámica.

La revista Actuall ha profundizado en el tema de la educación con un artículo titulado Vamos a apalear a “los cerdos daneses” y otras consignas yihadistas en colegios de Dinamarca. Es la triste realidad a la que han llevado unas políticas multiculturales que ahora se les vienen en contra. La televisión danesa produjo un documental en 2016 que cayó como una bomba entre los sectores más progresistas, La Sharía en Dinamarca, pero solo dos años después ya nadie ejerce de progre cuando del Islam se trata, el monstruo de la realidad se ha comido a los buenistas.