Luis Bru.
Eduardo Inda vive los peores momentos de su vida profesional: “Quieren mi cabeza y que caiga Okdiario”. Le está sucediendo lo peor que le puede ocurrir a un profesional de los medios: convertirse en noticia y, por añadidura, que su nombre entre con fuerza en plena precampaña electoral.
Pablo Iglesias, que fue objeto de las sucias artimañas de las cloacas del Estado, apunta directamente a Eduardo Inda como “la pata mediática” de la trama Villarejo, y hace preguntas de evidente calado y gravedad: “¿por qué el Ministerio de Industria financiaba a Okdiario? ¿Por qué Eduardo Inda tiene las ventanas mediáticas que tiene?”. Señala con claridad un trato de favor del poder del PP.
Inda, cuyo jefe de opinión en El Mundo de Baleares fue condenado por cobrar de Jaume Matas, tiene fama de prepotente y de buscar el triunfo a cualquier precio. Su respuesta ha venido por la línea de la amenaza con querellas, el ventilador y la identificación con España. Es objeto de una cacería a manos de los “enemigos de España”. Más que ofrecer claridad, está expandiendo mierda. Pero la declaración en sede judicial del comisario Villarejo es demoledora: Inda y Esteban Urreztieta “nos han ayudado en algunos trabajos”.
En el caso DINA, el robo del móvil de la asistenta parlamentaria, Dina Bousselham, los “mensajes privados que aparecieron en el portal digital de Eduardo Inda provienen del teléfono robado por Villarejo y su volcado”. Inda aduce que a él se le entregó un pen drive y que incluso no publicó mensajes o conversaciones que no tenían relevancia pública. El más conocido fue aquel en que Pablo Iglesias afirmaba querer azotar a Mariló Montero hasta que sangrara.
Inda se remite a su posición de periodista y a su interés en informar, pero también se le acusa de haber entregado al pequeño Nicolás grabaciones de conversaciones entre miembros del CNI y de Asuntos Internos, con el fin de echar abajo la acusación contra el pequeño Nicolás. Afirmar, como hace Inda, que él ha tenido relación con Villarejo “como otros compañeros” parece una desmesura. Queriendo arreglar las cosas, Inda no hace más que empeorarlas.
Señala a Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría como jefes de Villarejo, pero también a Alberto Pozas, número 2 de la comunicación de Pedro Sánchez como la fuente o el origen de la filtración de las conversaciones de Pablo Iglesias. «Ha sido una fuente informativa de muchos periodistas de medios como El Mundo, El País, La Sexta o Infolibre, porque manejaba información muy importante». Y de profesionales concretos, entre los cuales ha citado al actual jefe de prensa de la alcaldesa de Madrid, Jesús Duva, veterano reportero de tribunales y sucesos en El País durante lustros».
Según Inda, «Villarejo era uno de los comisarios más importantes de este país: lo fue en la época de Felipe González, que lo nombró comisario, lo mantuvo Aznar y luego siguió con Zapatero y con Rajoy. Claro que era fuente nuestra y de muchos otros compañeros, porque manejaba información muy importante y claro que nos ha dado pruebas de corruptelas importantísimas en este país, algunas de ellas las he publicado yo y han suscitado escándalos maravillosos».
Así que en vez de haber una conspiración contra Pablo Iglesias (el informe PISA), lo que hay es una conjura contra el pobrecito Eduardo Inda: «Se ha desatado una campaña siciliana para intentar quitar de en medio a Okdiario y para asesinarme civilmente. Campaña en la que participan el diario oficial de Podemos, Público, propiedad de uno de los apóstoles del 1-O, Jaume Roures, y El País, antaño órgano oficial del felipismo, luego del sorayismo y desde hace años entregado a la causa de defender al rey emérito».
Eduardo Inda se sitúa como un baluarte de España y de la Constitución: «Roures es el nexo de unión entre el golpismo catalán y Podemos. De hecho, fue el anfitrión de la cena de maridaje entre Iglesias y el delincuente Junqueras en agosto de 2017, tal y como demostró El Confidencial. Los unos y los otros se ubican en el mismo frente de batalla y con idéntico fin: la destrucción de España en general y la del 78 en particular».
«El primer hito de esta banda llegó en diciembre de 2016 cuando el rotativo del bello Roures publicó que yo no abonaba la pensión a mi ex mujer. La madre de mis hijos les entregó la información a medias porque al que presentaban como un mal padre era sencillamente una persona que mantenía una disputa económica con la madre de sus hijos. Disputa que la Justicia despachó obligando a ella a abonarme casi 34.000 euros por deudas pendientes y a mí a saldarle algo más de 17.000. En el ínterin, se dedicaron a llamarme «maltratador» cuando a mí nunca, jamás, me han denunciado ni obviamente condenado por este terrible delito (ni por ningún otro). Sobra decir, que les metí la correspondiente querella para limpiar mi honor. Querella que está subjúdice. Y tampoco es menester añadir que iré judicialmente a por todo aquél que ose manchar mi nombre o el de Okdiario».
Autosituado en la posición de víctima, hay cierto aroma de megalomanía irrestricta y de desmesura: «Quieren mi cabeza y que caiga Okdiario. Y no se pararán en barras hasta conseguirlo. Porque simbolizamos todo lo que ellos detestan: un modelo liberal y económico de sociedad, la Constitución del 78, la unidad de España, la lucha contra toda suerte de totalitarismos, bien sea el comunismo o el fascismo, y la guerra sin cuartel contra la corrupción, sea del color que sea porque para nosotros no hay corrupción buena o mala sino simplemente asquerosa corrupción. Nos tendrán que asesinar físicamente porque con hacerlo civilmente no les bastará. Nuestros ideales son mucho más fuertes que su miseria moral”.
Eduardo Inda ha podido actuar como un periodista, no hay por qué no creerle, pero parece evidente que ha contado con amistades peligrosas y en el aire queda eso de la financiación del Ministerio de Industria. Es decir, del Gobierno de Mariano Rajoy. Seguramente España sobreviviría a la caída de Okdiario.