Luir Bru.
Fuentes cercanas al entorno del periodista riojano Pedro J Ramírez están preocupadas por el nivel de vida que ha impuesto Cruz Sánchez de Lara, la ahora polémica abogada feminista, y temen que le lleven a la ruina, toda vez que el digital El Español lleva una línea económicamente desastrosa, con pérdidas en 2017 superiores a los 1,9 millones de euros, que, según fuentes contables, podrían superar los 6 millones de euros.
Las pérdidas reconocidas se establecen en 1.920.041, 45 (en el tercer año, en el que Ramírez consideraba que entraba seguro en beneficios). Además su contabilidad contempla 2.348.844 euros de impuesto diferido; es decir, afirma que la Agencia Tributaria le debe esa cantidad que se puede descontar en caso de obtener beneficios. Y 1.660.684 euros que establece como inversiones en «empresas del Grupo», ¿qué Grupo?. Esa cantidad sugiere la compra de audiencia a través de la incorporación como portales; el último Vandal, especializado en videojuegos (1,7 millones de usuarios únicos). Recientemente, José Ramón Fernández, experto en audiencias, acusaba a Ramírez de hacer trampas y situaba la audiencia real de El Español en 5,3 millones de usuarios únicos, como mucho.
Con estas malas cifras empresariales, Ramírez se ha ido metiendo en gastos elevados en el ámbito conyugal no privando de ningún capricho a Cruz Sánchez de Lara. Los dos últimos son la contratación de un chófer y de un personal shopper, una persona encargada de comprarle ropa, accesorios y de indicarle que debe ponerse. «Personal shopper es alguien que deben tener Ana Patricia Botín y la reina», señalan las fuentes informantes. La justificación es que, en calidad de esposa de Ramírez, tiene que asistir a muchos acontecimientos sociales.
Fuentes del despacho de Ignacio Gómez de Liaño comentan que en el período como amante de Ramírez, Cruz Sánchez de Lara, a la que su primer marido describe como «ambiciosa económicamente«, pregonaba que mi ‘churri es un pez gordo‘.
Previamente, el periodista riojano, que no vive ningún momento estelar, desde luego, adquirió por 3 millones de euros un bajo en el barrio de Salamanca. Ramírez adquirió el piso en 24 horas, sin regatear, cuando el anterior dueño estaba dispuesto a bajar el precio a la mitad. Ahora no está satisfecho y querría venderlo para cambiar de casa.