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Carta a Federico Jiménez Losantos: Eres un vil canalla

Redacción




Enrique de Diego.

Eres un vil canalla, Federico; un personaje sin escrúpulos que antepone sus intereses y su faltriquera a cualquier principio o cualquier relación. Eres el mayor falsario que ha dado España en las últimas décadas y ha dado muchos.

Has dejado tirado a Eduardo Zaplana. Te has callado como una puta babilónica ante el ensañamiento judicial del que es objeto. Acuérdate de cuando, por la cara, te dio 100.000 euros de la Caja de Ahorros del Mediterráneo y otros 100.000 euros de Bancaja o cuando te concedió, enano saltarín, 7 licencias de radio y otras tantas de televisión. Y después de eso, ni una defensa, ni una petición de humanidad. Ahora mismo, Zaplana tiene una infección en “paladar, encías, lengua y faringe”. Le han salido bultos en las manos que le están agarrotando. Como enfermo de leucemia aguda, tiene un cuadro de “inmunosupresión profunda”, con lo que su vida corre serio peligro.

Federico Jiménez Losantos, el bajito de la derecha, con Enrique Cerezo y Eduardo Zaplana. /Foto: spanienkaputwordpress.com.

No sólo te dio unos cuantos millones de euros del contribuyente y te atiborró de publicidad institucional, además os reuníais todas las semanas para establecer estrategias conjuntas, te siguió en todas tus estupideces y mamarrachadas proislamistas, como cómplice moral de los terroristas de la masacre de Atocha que eres. Con tu amigacho narizotas, que se corre cuando le mean en la boca y al que le gusta disfrazarse de mujerzuela sumisa, se reunía todos los domingos a cenar en un reservado de Jai Alai y contigo, en tu despacho.

Blas Gómez Cuartero.

Un buen abogado y buen amigo me comenta el nivel de bajeza humana en esta soledad cenital de Eduardo Zaplana, un hombre que buscó el triunfo a cualquier precio y que hoy está con un pie en el estribo en la cárcel de Picassent, como todas las ratas –y tú Federico, eres una de las peores- han abandonado el barco, como todos los pelotas, y eran muchos y mucho, le niegan y calla. Me citada algunos de los especímenes alicantinos más rastreros, como el pinchaculos Julio de España, una nulidad, al que aupó en su oronda mediocridad hasta la presidencia de la Diputación de Alicante y la de las Cortes Valencianas, y le permitió colocar a hermanas e hijas; a Pedro Romero, un reptil cínico que se ha hecho con tres áticos y que presumió de conocer los secretos inconfesables a los que tiene acceso un tesorero; o el patético y falsario Blas Gómez Cuartero, alias Blas de Peñas, quien sin tener estudios, cultura ni conocimientos, era llevado a Canal 9 a evacuar sus opiniones garbanceras y al que se coló en la Sindicatura de Agravios, y no digamos del alcalde de Alicante, Luis Barcala, un chico de Nuevas Generaciones que limpiaba con la lengua los zapatos de Zaplana hasta dejarlos relucientes y al que ahora le da asco. Todos callados como putas babilónicas.

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Pero la más puta y la más rata de cloaca tú, Federico. Acuérdate, Federico, cuando le hacías decir tú y el del body rojo y la lluvia de oro chorradas inefables como que, sobre la masacre de Atocha, “las cosas no están muy claras” o que se “desconocen cuestiones esenciales y básicas”. O cuando les hacías preguntar en el Congreso por cuestiones que eran responsabilidad de Ángel Acebes y suyas. ¡Pobre Zaplana, manipulado por dos mentecatos! Ahora, que no tiene nada que ofrecerte, que es un moribundo, en Libertad Digital, corrupción total, si te he visto no me acuerdo, se le da el tratamiento de un vulgar chorizo con el que nunca se ha tratado, al que nunca se ha saludado, con el que nunca se ha coincidido.

Ahí en todo esto una parábola sobre la futilidad de los honores de este mundo y sobre la bajeza humana, y la tuya, Federico, es proverbial, tanto en lo físico como en lo espiritual, y aún más, mucho más en lo espiritual. Nunca hubo sobre esta tierra hombre que persiguiera con más ahínco el triunfo, la gloria, las mujeres –obscena esa imagen de leer el resumen de prensa mientras la trepa pepera de turno le hacía una felación-, el aplauso y el boato. Un hombre que vendió su alma para obtenerlo, y que también se lo curró, dedicando las veinticuatro horas del día a conseguirlo. Nunca se vio un hombre más hedonista y entregado a los placeres de la carne y a la erótica del poder. Y ahora, en su final, abandonado de todos, despreciado de todos, juguete de una jueza cruel que es incapaz de dejarle estar en casa esperando el juicio, llevado y traído con grilletes, en un calvario demoníaco, pues el diablo, que juega con el poder, primero te miente y luego te destruye. Y la destrucción está siendo terrible. No deja de ser otra metáfora de la vida, vanidad de vanidades y todo vanidad, que dice el Eclesiastés, que el último acto público de Zaplana, días antes de su detención, fuera la asistencia a un funeral, al del socialista Antonio Fernández Valenzuela, un pionero de la corrupción irrestricta que ha asuelado el Reino de Valencia, con sus Gráficas Díaz.

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Zaplana saludando a Luiz Barcala, en el funeral de Antonio Fernández Valenzuela.

También –ironías de la vida- no he conocido a nadie más hipocondríaco que Zaplana, obsesionado con la muerte tempranera de sus padres, estaba atento a cualquier erosión o rareza de su cuerpo, y saludando varias veces a todos los habitantes del Reino de Valencia, tras cada grande o pequeño o minúsculo baño de masas inmediatamente buscaba un lugar donde lavarse con fruición las manos para librarse de virus y bacterias. Para terminar con una leucemia que deja indefensas todas las partes de su cuerpo a cualquier infección maligna. Sic transit gloriae mundi.

Federico Jiménez Losantos. /Foto: casoaislado.com.

Pero lo tuyo, Federico, es asqueroso, tu falta completa de lealtad en la desgracia, es lo propio de las almas pigmeas como la tuya. Eres un canalla, un vil canalla y todo lo que se diga es poco.