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Losantos, el entrevistado vocero, envió a los altares a Santiago Abascal, mientras remitió al infierno a Pablo Casado

Redacción




Mike Sala.

La diferencia fundamental entre un entrevistador independiente y un entrevistador vocero, es el trato que uno y otro le dan a un mismo entrevistado.

Cuatro días antes de la jornada electoral pude oír, casi por completo, la entrevista que el supuesto liberal y ciertamente subvencionado Jiménez Losantos le hizo a Santiago Abascal. Y debo reconocer, no me duele admitirlo, que mi primera sorpresa fue que Losantos dejó hablar un tiempo razonable a Abascal; lo que no deja de tener un cierto mérito, dada la querencia del propio Losantos a querer escucharse, y escucharse, y escucharse, acaparando un tiempo que, por lógica, debería dedicarlo a lograr contenido de interés entre todo lo que el entrevistado tenga que decir.

Pero no fue tanto así en el reciente caso de Abascal. El peloteo del locutor hacia Vox se palpaba en la entrevista. No podía ser de otro modo dado el rumbo que EsRadio había tomado en los últimos meses, más o menos desde el resultado de las elecciones Andaluzas. Con doce escaños aparecidos de la nada (sin duda, un magnífico resultado para Vox) Losantos dio un golpe de timón, un par de codazos en el hígado al globalista Pedo J. Ramírez, quien lleva ya un tiempo considerable babeando por Ciudadanos, y puso proa a lo que él, el propio Losantos, gran maestre de esos extraños “liberales” de escaso criterio que pululan por España como pollos sin cabeza, debió considerar como puerto seguro de un partido emergente que podría llegar a tener las parcelas de poder suficientes como sostener la delicada situación económica de este grupo de comunicación que Federico dirige con la inestimable ayuda de dos remedos de Pepe Gotera y Otilio como no se han conocido ni en el sofocante ambiente de peloteo de la cadena SER.

Parecía Losantos entrevistador y apuntador a la vez. Solo le faltaba una concha a ras de escenario y de espaldas a la audiencia para susurrarle partes de un guión conveniente para el cercano final de campaña. Parecía tan apuntador, que fiel a su vicio, hacía preguntas de enunciado más largo que las respuestas de Abascal. Mientras el entrevistador comenzaba hablando de Pérez Galdós, de la Virgen del Pilar, de Orihuela del Tremedal y de la invasión francesa, Abascal contestaba con un discurso que trataba de centrar la atención del oyente y sacarla de las diatribas del director del programa.

Con todo esto, Abascal pronosticó durante la entrevista un resultado apabullante a favor de Vox y de la derecha en general, con el único argumento de que nadie daba un Euro por el partido en las elecciones andaluzas y la sorpresa había sido más que sonada. A partir de ese momento, Jiménez Losantos se vino arriba, más aún, y se refirió a la mayoritaria presencia de Vox en las redes sociales y el papel de simpatizantes y afiliados en la campaña, los llenos en los mítines… Y una de sus colaboradoras, que hasta no hace mucho tiempo trabajaba en periodismo del corazón y ahora está presente casi en cada entrevista que hace el programa a algún político, le preguntaba por la financiación del partido en términos de peloteo mayúsculos, para enlazar otro colaborador no ya otra pregunta, sino una contundente afirmación de que Vox , “sin duda”, conseguiría el sorpasso al PP y quedaría como una de las fuerzas predominantes del Congreso.

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En sí, la entrevista no tuvo demasiado interés. Losantos continuó con una loa digna de los clásicos al gobierno tripartito de Andalucía en el que gracias también a Vox, el partido venido de otra galaxia para salvar al planeta tierra, tiene mucho que ver. Por descontado, las llamadas de los oyentes que se emitieron en el programa fueron casi en su totalidad de apoyo expreso a Abascal; pero no deberíamos perder de vista que, cada vez que Losantos ha tomado partido por un político, como no hace mucho por Casado, anteriormente por Rivera, antes por Rosa Díez y a todas horas por Esperanza Aguirre, los oyentes, invariablemente, han llamado en mayoría para apoyar en ése momento al preferido del presentador. Lo que no habla mucho en favor de la capacidad de criterio de su audiencia. Al final del programa, si Jiménez Losantos no hubiera sido tan menguado de tamaño, seguro que habría sacado a Abascal a hombros del estudio de EsRadio a los acordes de El Gato Montés.

En definitiva, Abascal jugaba en casa, con el árbitro a favor y el VAR desconectado. No así le sucedió a Pablo Casado, que fue entrevistado al día siguiente en el mismo horario. Casado reveló durante la entrevista, más parecida a un cara a cara que a cualquier pretendido ejercicio de periodismo, que antes de campaña habló con Vox y Ciudadanos para proponer un pacto global con el que sería factible derrotar a la izquierda y recordó a los oyentes la buena disposición del PP para pactar en Andalucía con un Vox y un Ciudadanos que no se hablaban. En ese planteamiento no se le podía quitar la razón. Hoy, Casado es el único que tiene legitimidad para asegurar que él si buscó pactos desde el principio.

Losantos cometió un error de novato, o de malvado, al echar en cara a Casado que no presumiera de lo bien que lo están haciendo los tres partidos en Andalucía cuando participaba en programas y debates, con lo que el entrevistador demostró que no había visto tanto como presumía las intervenciones ni las entrevistas de Casado en los diferentes canales. En realidad la entrevista a Casado fue mucho más incisiva por parte de Losantos e Isabel San Sebastián de lo que fue la de Abascal. Y podría haber sido una gran entrevista si no se hubiera notado tanto que Losantos ya tenía, o pretendía tener otra novia más joven, Vox, con la que poner los cuernos a un PP al que tanto le debió en el pasado.

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La defensa de Casado frente al acoso fue aceptable, explicando sin dudar ni titubear y diferenciándose así de Abascal, las líneas maestras de un programa que, si el PP no tuviera aún ese trasfondo del traidor Rajoy, sería más que confiable. A pesar de todo lo anterior, Casado se esforzó varias veces para reconducir la entrevista hacia lo verdaderamente importante: Sánchez. El objetivo común y auténtico peligro para la nación. Pero el director del programa estaba más interesado en frenar a Casado, no fuera éste a eclipsar a Abascal, que en enfocar esfuerzos comunes para abordar asuntos prioritarios.

Losantos estaba empeñado en cargarse lo poco digno de esta entrevista, y le reprochó en un par de ocasiones a Casado que éste estuviera citando literalmente el programa de Vox como si fuera del PP; y cuando Casado le dejaba sentado ofreciendo argumentos mejor construidos que las tendenciosas preguntas del presentador, éste se dedicaba a un infantil “y tú más” recordando una y otra vez las políticas zapateristas de Rajoy, como si desease a toda costa que los oyentes no solo votaran a favor de Vox, sino que también se llevaran las papeletas del PP de los colegios electorales y las arrojaran a la papelera más cercana.

La despedida a Casado fue fría. Federico parecía no querer tener nada que ver ya con el PP.
Como si estuviera muy seguro de que Vox arrasaría en las urnas y borraría el recuerdo de un
Partido Popular del que el comunicador tanto obtuvo y al que tanto arrastró desde su
micrófono. Pero ya se sabe. El sentido de fidelidad de Federico Jiménez Losantos es como el
del escorpión que picó a la rana cuando ella le cruzaba por el río sobre sus lomos. Mientras el
escorpión también se hundía en el agua, se justificó diciendo “Está en mi naturaleza”.