Miguel Bernad Remón. Secretario general de Manos Limpias.
El régimen del 78 del que nació la Constitución del mismo año, se ha ido degradando de tal manera que todos los días asistimos a acontecimientos circenses que nada tienen que ver con la salud democrática que representan otros países de la Unión Europea.
Se construye un régimen bajo un paraguas (la Constitución del año 78) que desde su inicio empieza a hacer aguas y a naufragar en los pilares fundamentales. El Título I de los Derechos y Libertades y el Título VIII del sistema Territorial (Autonomías).
Sobre el papel el Título I no se corresponde para nada con la realidad.
No se garantizan ni uno solo de los derechos reconocidos a los españoles en el referido título, a saber:
Art. 1º.- Ni el derecho a la libertad, justicia e igualdad existen.
Art. 2º.- El castellano no está garantizado en determinadas Comunidades Autónomas.
Art. 10º.- Los Derechos fundamentales y las libertades no se adecúan a la declaración Universal de Derechos Humanos.
Art. 14.- Los españoles no somos iguales ante la Ley.
Art. 17.- Se priva a los españoles, abusando de la detención preventiva.
Art. 18.- No se garantiza el derecho al honor y a la propia imagen (penas de telediario).
Art. 24.- No existe la tutela judicial efectiva (dilaciones indebidas).
Respecto al Título VIII, el sistema autonómico ya nació con una grave enfermedad que se ha degenerado en metástasis, sin posibilidad de curación.
Se necesita un nuevo implante de funcionamiento, un nuevo cuerpo que sea válido para el conjunto de todos los españoles, en igualdad de derechos y obligaciones.
Controlar 17 “Estados” Autonómicos que cada uno se parapeta como un fortín y además exige “más y más “, ha provocado la falta de respuesta adecuada y contundente por parte del Gobierno de la Nación.
El régimen del 78 se ha corrompido en todas sus Instituciones Nacionales, Autonómicas y Locales y es incapaz de articular los mecanismos adecuados para atajar la corrupción.
Los casos de corrupción que han sido objeto de respuesta judicial, son ínfimos y además selectivos (según convenga políticamente). Con la aparición de otros partidos políticos, ajenos al clásico bipartidismo no se ha contribuido a regenerar el Régimen del 78, es más forman parte de la casta política que goza de privilegios inexistentes en democracias consolidadas.
La desgracia para España y los españoles estriba en que este régimen corrupto del 78, se está perpetuando, sin que la sociedad española reaccione.
Únicamente un movimiento masivo popular que dijera “basta ya” a las indecencias cotidianas que cada día nos ofrezca el régimen del 78, sería la manera de acabar con esta lenta agonía.
Para ello, se necesita un líder o líderes y un nuevo marco constitucional.
No es válida una segunda transición que apuntalara aún más el régimen del 78, se necesita un nuevo orden constitucional.
En ese nuevo orden constitucional una pieza fundamental sería la forma de gobierno sustituyendo la Monarquía Parlamentaria (que ha dado un pésimo ejemplo a la sociedad española) por una república moderna y democrática, diametralmente opuesta a las que sufrieron los españoles en el siglo pasado.