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Losantos, el liberal más subvencionado, mascota del Club de los Viernes

Redacción




Mike Sala.

Provoca hartazgo contemplar cómo hay políticos, comunicadores y periodistas que se mantienen en la actualidad viviendo de méritos de ayer, sin aportar nada verdaderamente relevante hoy.

Hartazgo, porque resulta muy cargante escucharles, leerles una y otra vez los mismos argumentos, especialmente cuando buena parte de esos argumentos están escasamente fundamentados, o directamente falseados.

Hartazgo, cuando compruebas a menudo que lo que predican, pretendiendo ser gurús de lo que sea, suele ser bastante distinto a lo que hacen.

De acuerdo. Los políticos, comunicadores y periodistas son humanos. Y los humanos tendemos invariablemente a corromper lo que tocamos, del mismo modo que a veces tenemos una predisposición casi enfermiza por subir a un pedestal a cualquiera que diga lo que queremos oír, sin importar en absoluto que luego haga lo que no estamos dispuestos a ver.

Por acotar la muestra, los sufridos liberales que de verdad intentamos serlo vemos invadido nuestro escaso terreno por oportunistas que se presentan como apóstoles del libre mercado, paladines de la libertad individual y defensores de la vida humana, que es, básicamente, lo que el liberalismo clásico defiende a todas horas y promueve cuando le dejan.

Estos advenedizos, a los que no niego una sinceridad inicial que luego desaparee en proporción directa al incremento del protagonismo, olvidan bien pronto los principios de lo que decían defender. Creen que ejercer la máxima liberal de desconfiar del poder y ponerle límite es, simplemente, sentarse ante un micrófono o un teclado y poner verdes a los políticos y a otros comunicadores. Creen que defender la libertad de mercado es repetir una y otra vez argumentos fáciles sobre economía que luego son incapaces de desarrollar. Creen que hablar de política internacional es repetir machaconamente cuatro conceptos aprendidos, que resultan ser errados, además de absurdos. Pero estos tipos, siguiendo con el ejemplo del liberalismo colonizado por paracaidistas de la prebenda, son los primeros que agarran la subvención de lo público, ejercitan la dictadura en sus dominios, y aceptan los favores de gobernantes a los que deberían limitar con sus críticas.

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Enrique de Diego me ha enviado su publicación del momento en su diario digital Rambla Libre en la que vapulea, y con razón, a Federico Jiménez Losantos, el ídolo incontestable de un curioso liberalismo a la española que, con el paso de los años ha ido  derivando desde el PP hacia Vox, haciendo escala en UPyD, pasando un rato en Ciudadanos, para recalar nuevamente en Vox.

En el artículo de Enrique de Diego me entero de que El Club de los Viernes, un think tank autodefinido como liberal, que asegura en su manifiesto que “se postula como valladar frente a la ola colectivista y liberticida que amenaza nuestro sistema de libertades” ha concedido a Federico Jiménez Losantos el Premio Escuela de Salamanca de este año.

Dicho club cuenta en sus filas con varios periodistas de renombre que en alguna ocasión han defendido al liberalismo, pero que son en realidad menos liberales de lo que simulan ser si rascamos un poco en su superficie Y una prueba palpable de lo que expongo es precisamente este premio a Losantos, que de liberal ha tenido menos cada año que pasa, que se ha rodeado de supuestos liberales que han impuesto una ausencia de libertad en sus medios, en sus redes sociales y en sus agregadores de blogs, pero que han repartido licencia de liberal a todo aquél que les adulase, que ha aceptado para su medio de comunicación la amistad e influencias de políticos corruptos y que como muestra suprema de respeto a la libertad se ha ido deshaciendo de amigos y colaboradores muy valiosos en el grupo Libertad Digital / EsRadio porque éstos, que fueron más amigos de él que él de ellos, le decían las verdades que no quería escuchar y le advertían de los riesgos que ha preferido ignorar.

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No sé si a estas alturas del partido El Club de los Viernes pretenderá, con este ya desprestigiado Premio Escuela de Salamanca, afianzar su presencia en Libertad Digital, en EsRadio o solo en Es Sexo de Ayanta Barilli; pero viendo la situación desde fuera y conociendo los detalles financieros de la empresa revelados en el libro “La Gran Traición…”  de Enrique de Diego, me pregunto si no habría sido suficiente con que los del club hubieran adoptado a Losantos como mascota.