Luis Bru.
Resulta descorazonador ver en manos de quienes estamos. Los periodistas son aún peores que los políticos. Incluso desconocen cuestiones fundamentales como el funcionamiento del sistema electoral. Jesús Cacho podría haberse preocupado de estudiarlo un poco, porque es bien sencillo.
Jesús Cacho sabe de economía pero cuando hace incursiones en la política demuestra una ignorancia supina. Cacho, como otros, ha decidido pasar cor armas y bagajes a Vox. Eso es muy legítimo. Le ha afectado el lleno en el cine Ortega de Palencia. Como Teruel, Palencia existe, aunque no sean los tiempos en los que tuvo el primer Studium Generale o cuando Leonor de Aquitanía llegó para elegir esposa para el delfín y se llevó a la gran Blanca de Castilla. Palencia es una circunscripción donde, previsiblemente, la presentación de tres candidaturas pugnando por el voto de la derecha puede ser letal.
Desde esa supina ignorancia, Cacho percibe una “bola de nieve”, lo cual es cierto, que llevará “al mayor golpe sobre el tablero político español registrado en décadas. Una revolución”. Cacho delira. Nada más lejos de una revolución si Pedro Sánchez sigue en La Moncloa, si el españolismo pierde casi toda su representación en Vascongadas o si Esquerra Republicana se enseñorea de Cataluña. Eso no es una revolución es un desastre sin paliativos. La cuestión es que Vox se presenta mucho más contra el PP que contra el PSOE.
Cacho afirma que entre los estrategas de Vox el objetivo está en 50 diputados, por encima de Podemos y Ciudadanos. Incluso se apunta a la porra de Steve Bannon que se va a los 90 diputados. Así que Cacho llega a preguntarse “¿apoyaría Casado un gobierno Abascal?”. Y que un analista tan romo haya tenido crédito en el pasado. Si Abascal saca 50 ó 90 escaños, es que el PP saca entre 20 y 30, y el supuesto dilema está de más. “¿Y qué haría Albert Rivera?” Pues seguramente no le tocaría otra que dimitir. La Ley d’Hondt es inmisericorde con la división. Lo que le parece preocupar a Jesús Cacho es que haya un Gobierno de PSOE y Ciudadanos, que es lo que le gustaría a Ana Patricia Botín, pero esa opción empieza a ser un bien frente a sus alternativas, entre las que no está un gobierno Abascal. La verdad es la verdad la diga Ana Patricia Botín o su porquero.