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Vox, la derecha garrula, como instrumento perfecto para destruir España

Redacción




Enrique de Diego.

Los tiempos electorales como campaña lo son de pasiones desatadas y reclamación de emociones con demasiada frecuencia ayunas de racionalidad. No pretendo hacer la reclamación a ningún voto útil, porque la suerte ya está echada y el mal ya está hecho. En las elecciones andaluzas, Rambla Libre pidió el voto para Vox. Ahora no lo vamos a hacer, porque Vox, tras la Asamblea del 23 de febrero, ha devenido en la derecha garrula, con unos militantes que no tienen otro derecho y otra dignidad que la de pagacuotas.

Pedir, en estas elecciones, el voto para una u otra formación es un ejercicio estéril. Cada uno que vote, por supuesto, a quien quiera, pero el mal ya está hecho y ese mal es la división. Ya da lo mismo qué formación de derechas saca más o menos diputados. Me ha costado entender por qué en Vox que proclama muy altos principios morales hay un componente perverso como es el hecho de que algunos de sus miembros y de sus aliados más intensos asuman en sus vidas el compromiso de mentir (lo explicaré pronto en una serie de informes devastadores), porque satanás es el padre de la mentira, no de la lujuria o la avaricia. El diablo primero te miente y te lo ofrece todo y luego te destruye. Vox se ha convertido en el instrumento perfecto para destruir España y empezar la campaña en Covadonga es una obscenidad. Postureo garrulo.

Las elecciones se juegan con unas normas concretas que en España es la combinación entre el sistema de reparto de D’Hondt y la circunscripción provincial. No hay segunda vuelta, no hay lista nacional complementaria, no hay elección por distrito. Jugamos con un sistema proporcional corregido que tiende al bipartidismo y que castiga la división: prima al primero, respeta al segundo, y empieza a castigar con fuerza del tercero en adelante.

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Es manifiesto que la gente está harta de la criminalización del patriotismo, de la tiranía de la ideología de género, de la inmigración invasiva, de la islamización subvencionada, de las estupideces de la corrección política y de la depredación fiscal. Todo eso debe ser combatido. Y Vox lo combate. Comprendo el chute de patriotismo que implica asistir a los mítines de Santiago Abascal con el flamear de banderas y las marchas militares. Además, de la novedad está la pasión y la demostración de una indignación legítima. Muchos jóvenes lo sienten. Todo eso de la España viva resulta movilizador.

Pero Vox es la gran coartada del sistema; es el seguro para que nada de su programa se vaya a llevar a cabo. Es el triunfo de lo emocional sobre lo racional. Es la derecha garrula en grado sumo. Todos los partidos tienen objetivos complementarios. Por ejemplo, el PP tiene el objetivo de ganar las elecciones y conseguir que Vox no se consolide robándole votos a su derecha. Sólo Vox tiene objetivos contradictorios: sustituir al PP y desalojar a Pedro Sánchez. O lo uno o lo otro.

Los efectos devastadores previsibles de Vox van a ser:

  • Dar cuatro años más a Pedro Sánchez en pacto con Podemos y los separatistas.
  • Eliminar la representación del españolismo en Vascongadas
  • Cuartear la representación del españolismo en Cataluña, dando la victoria a los separatistas de ERC.

Ante estos efectos terribles, el que la derechita garrula sustituya a la derechita cobarde es una cuestión muy menor. Tal esquema sólo le puede seducir a uno de Amurrio que quería ser guardabosques.

Lo que tenía que haber hecho Vox, y ya lo he escrito –por responsabilidad y patriotismo- con anterioridad es:

  1. Ofrecer ir en coalición con el PP y con Ciudadanos (en Navarra UPN ha tenido la inteligencia de sumar a PP y Ciudadanos)
  2. Ante la negativa, decidir no concurrir al Senado y hacerlo exclusivamente en unas pocas circunscripciones, quizás sólo Madrid, no más de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Alicante, de forma que permitiera la mayoría absoluta de las tres derechas y tuviera suficientes diputados para tener la llave de la gobernabilidad e imponer su programa (al que ya ha traicionado en cuestiones tan fundamentales como recibir subvenciones).
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Pero en realidad esta derecha garrula con el acomplejado Santiago Abascal lo que busca es prioritariamente vengarse del PP y ser el primer partido de la derecha, lo que conlleva que España les importa una higa más allá del folclore y que no hay más cabeza política que la de Morante de la Puebla y algunos empresarios desaprensivos a la búsqueda del negocio. Al parece, es más gratificante colocar a la tía Begoña Conde como número 1 por Orense, que salvar a España. Estos de Vox van a por el pesebre y ofrecen un nepotismo como nunca se había dado y se había dado mucho.

De esta forma, nada del programa de Vox se llevara a efecto, seguirán la inmigración invasiva, la islamización subvencionada y la ideología de género.

Vox se ha convertido en el mejor aliado de Pedro Sánchez –me consta que la izquierda está encantada y quiere visualizar al máximo el peligro de Vox para movilizar a su electorado- y de todos los enemigos de España.

Podría esperarme al día después de las elecciones para decir estas cosas, pero entonces sería un oportunista y no tendría autoridad moral. Prefiero afrontar las iras flatulentas de los sectarios de la derecha garrula, ganado pastoreado por el incompetente Manuel Mariscal, ese genio de tres al cuarto, que no tiene ni idea de nada.

Sí votaré a Toni Cantó como candidato a la presidencia de la Generalitat valenciana que es un patriota cabal.

Y quiero mostrar mi convicción de que España sobrevivirá a pesar de Vox y de Santiago Abascal.