Yrene de Callais.
Aquel día -de regreso a casa, mientras esperaba el autobús, después de una jornada muy estresante, porque precisamente había acudido a un asesor financiero para que me informase de las posibilidades que tenía de la devolución de un plusvalía que había pagado, por cierto una cuantiosa suma, y que nunca más me será reeembolsada a pesar de su condición de inconstitucional- por casualidad me encontré con un individuo que bramaba contra los políticos, refiriéndose a la corrupción que habían generado en todos los centros comerciales de España.
Concretamente, me habló del Partido Popular, luego sacó de su maletín muchos folios y papeles, que guardaba como un tesoro, donde tenía pruebas fehacientes de los cambalaches entre constructores, políticos, recalificaciones, centros comerciales, asignación de marcas de firme; en fin, todo un cambio que se nos ha vendido como la asociación del comercio en un mismo espacio para hacerlo más viable.
Ríete de Gürtel, de Brugal y de todo lo demás. Esta es la verdadera trama, en la que ha participado el Partido Popular en bloque. Ni uno se salva. Yo le dije: –¿Tan grave es? Y el respondió: –¡ja!, si alguien se atreviera a tirar de la manta, veríamos como se han enriquecido, del primero hasta el último mequetrefe. No les ha importado cerrar mercados centrales, perseguir al pequeño y mediano comercio hasta que echaran el cerrojo, la situación en la que dejaban a las familias, ha sido todo una voracidad avarienta, depredadora, como los lobos hambrientos que bajan de la alta montaña.
Yo, para mis adentros, pensé, ‘este tío es un zumbado‘. Pero poco a poco fueron llegando conexiones de una y otra parte y coincidían las piezas del rompecabezas. Recalificaron terrenos, generalmente rústicos o muy baratos, a las afueras de las ciudades. Si iban cerca de un Hipercor, más que mejor. Se llevaron los cines y eso era el reclamo al principio. Para todo este entramado hacía falta dinero, porque los empresarios no eran tales, nadie quería asumir riesgos, para ello desvalijaron las cajas de ahorro, con créditos todos fallidos y que más tarde se taparon con tan solo un euro, como es el caso de la compra de la Caja de Ahorros del Mediterráneo por el Banco Sabadell, buscaron a banqueros próximos al sistema con mucho buche y muchas tragaderas, pues la operación lo requería, y todos contentos.
Zaplana, por supuesto, estaba al tanto de todo y la fallecida Rita Barberá ya no nos puede contar como fue ahogando a Mercavalencia. Pero el magnífico trabajo que Rambla Libre ha realizado de investigación en el caso de Alicante y, en plena campaña electoral, va a helar las sonrisas de no pocos políticos, empezando por Pablo Casado, que de regeneración ni un gramo. Y es que la sombra de los centros comerciales se cierne voluptuosa y casi burlesca sobre lo que puede llegar a ser la sombra de los cipreses del futuro cementerio donde alojar a todos los peperos de España. Yo sólo solamente pido una cosa: transparencia, que la justicia de una vez por todas se implique en desarticular a este grupo de mafiosos y que devuelvan todo lo que han robado.
Pregunten a Mister Trillo, él, según mis fuentes, y un amigo callejero de la infancia, sabe mucho de esto.