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Javier Somalo pagó horas extraordinarias para que pusieran mensajes falsos en su programa de Libertad Digital TV

Redacción




Luis Bru.

La intrahistoria de Libertad Digital es más propia del esperpento de Valle Inclán y de la corte de los milagros, aunque es preciso concluir que los liberales no hacen milagros, salvo los dudosos de alabar lo privado y esforzarse por depredar lo público, incluida la caja B del PP o la patronal madrileña CEIM, en los tiempos en que Esperanza Aguirre era la reencarnación de Margaret Thatcher, y Federico la iba a llevar en volandas a La Moncloa. Ahora, el gañán de Orihuela del Tremedal hace como si no la hubiera conocida y lo último es decir que nunca han sido amigos.

Ni Losantos, ni su demiurgo Papichulo, el alias con el que los sufridos trabajadores de Libertad Digital SA conocen al técnico de sonido, Javier Somalo, han demostrado no tener ninguna capacidad taumatúrgica para hacer milagros, y así está la empresa al borde de la quiebra, que todo se sabrá muy pronto. No han hecho la multiplicación del pan y los peces, aunque lo han intentado. El más genuino representante del liberalismo egipcio todavía se queja después de que Luis Bárcenas abriera la caja B del PP para comprar acciones de Libertad Digital SA por 410.000 euros y la Fundación de CEIM otros 700.000 euros. Y lo que no se sabe todavía. A Losantos los “políticos” le han mimado y Federico Calamidad ha chapoteado en las cloacas de la corrupción. ¡Cuesta mucho dinero oscuro del contribuyente mantener liberal al pivot de Orihuela del Tremedal!

Otro de los milagros fallidos que se intentaron fue convertir a un efebo entonces imberbe como Dieter Brandau en un cruce de Valerio Lazarov y Jesús Hermida. Tojo, el primer ministro japonés que metió a Japón en la segunda gran guerra, decía que “¡Hay momentos en que debemos tener el valor de hacer cosas extraordinarias, como saltar con los ojos cerrados del balcón del templo de Kiyomizu!”. La pequeña y fallida historia de Libertad Digital es una concatenación de saltos del incompetente Losantos desde el balcón del templo de Kiyomizu. El trepa de Dieter Brandau asumió la responsabilidad de dirigir Libertad Digital TV ¡sin ni tan siquiera saber lo que era el prompter! Ni tener ni la más repajolera idea del lenguaje televisivo. Dejó constancia de su ignorancia en una entrevista de la época: “He hecho lo mismo que en la radio, contar las noticias con mi estilo y adaptarme al medio. Poco a poco uno va aprendiendo qué es el prompter, que es el pedal, qué es el pinganillo por el que escuchas una voz que no es la de tu conciencia, sino la de la realizadora. Lo más difícil es recordar siempre que hay una cámara que te está grabando. Al contrario que en la radio, debes controlar tus movimientos: no puedes llevarte la mano a la cara, no puedes hacer indicaciones, no te puedes comunicar con el realizador por gestos. Hay que tener en cuenta que estás permanentemente observado”.

Otro salto con los ojos cerrados del balcón del templo de Kiyomizu fue el milagro de convertir a un técnico de sonido, militante de la UGT, como Javier Somalo en director general de una cadena de radio neoliberal. Somalo aportó su contribución al desastre sin paliativos de Libertad Digital TV con el programa Debates en Libertad, que se emitía en diferido los sábados por la noche y que veían Somalo, tranquilamente desde su casa, y un redactor que tenía que estar cada sábado por la noche haciendo guardia poniendo mensajes falsos para que pareciera que el programa tenía audiencia. La vez que más llegaron, auténticos, fueron cinco, pero la vanidad de Somalo es superlativa y se hacía preciso pagar horas extraordinarias para generar una ficción de respaldo de inexistentes espectadores.

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Julio Ariza seguía una técnica más manipuladora pero más efectiva: tenía un equipo que se dedicaba a poner brutales salvajadas de izquierdas para que las pobres gentes de derechas se escandalizaran y se gastaran algún eurillo contestando airados al falso espectador bolchevique. El más exitoso era uno que se hacía llamar Lenin. Así se desprecia a la confiada gente.

César Vidal, en su exitoso programa.

Como toda piedra hace pared o ayuda a demolerla, esas horas extras gastadas en agasajar a la vanidad de Javier Somalo, “fue uno de los incontables absurdos que llevaron la televisión a la quiebra”, como sentencia Miquel Roselló, un ex de Libertad Digital que se liberó de la checa liberal.

Libertad Digital SA, por estas bromas de Somalo, perdió en 2012: 5.836.225,90  y en 2013: 1.075.725,67. “Palmamos muchísimo”, ha resumido en castizo Losantos. De la quiebra salvó a la empresa César Vidal, gran profesional y mejor persona, que consiguió vender los cinco canales de la TDT de la Comunidad de Madrid –regalo de Esperanza Aguirre de la que ahora dice el desagradecido Losantos que nunca han sido amigos- por más de 3 millones de euros a Trinity Broadcasting Network. ¡Y qué mal se lo pagaron Losantos y Javier Somalo! Claro que ahora no está César Vidal para salvarles de la quiebra inminente.