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El multiculturalismo es el conflicto

Redacción




Virginia Montes.

En pocos días, dos masacres de terrorismo indiscriminado han sacudido a las sociedades occidentales. La primera se produjo en la localidad neozelandesa de Chistchurch y se saldó con un balance aterrador de 49 muertos. Fue perpetrada por el supremacista blanco Brenton Harrison Tarrant. La segunda se produjo en Utrecht, Holanda, con un balance de 3 muertos y ha sido perpetrada por el turco de 37 años, Gökmenn Tanis. En ambos casos los presuntos asesinos han sido detenidos en dos sociedades permisivas que han erradicado la pena de muerte, por lo que la suerte que correrán, en todo caso, será bastante mejor que la que ellos propiciaron para sus víctimas.

Una mujer muerta en la masacre de la mezquita de Christchurch. /Foto: lavanguardia.com.

Ambos, desde ópticas totalmente contrarias, se oponían al multiculturalismo. Gökmen Tanis es un supremacista musulmán que se considera legitimada por su doctrina religiosa para asesinar a todos los no musulmanes. En su prolijo manifiesto de 74 páginas, Tarrant, australiano, se define: «soy un hombre blanco normal, de una familia normal, que decidió dar este paso para asegurar el futuro de mi pueblo». Ha querido dar el máximo de publicidad a su acto criminal y retransmitió la matanza en directo con una cámara en su casco. El horrendo vídeo ha sido visionado por un millón y medio de personas, a pesar de que ha sido prohibido y perseguido por las redes.

Tarrant hizo viajes por Europa. Las agencias de seguridad están dedicando esfuerzos a detectar si estableció conexiones. Estuvo también en España. Al menos, una noche en un hotel de Jerez. Sin embargo, parece un trabajo baldío. Todo indica que se trató de un viaje iniciático, en el que lo vio le produjo un completo rechazo. «No queda ninguna parte que esté a salvo y libre de la inmigración invasiva». Comprobó que en Francia los «franceses» en algunas zonas están quedando en minoría e interiorizó como propio el sacrificio de Ebba Akerlund, de 11 años, masacrado en abril de 2017 por el uzbeko Rahmat Akilov. Tarrant se suma a la tesis del «gran reemplazo» que considera que hay un proyecto programado para sustituir a la población blanca occidental en aras a una utopía multiculturalista. Lo que vio le confirmó en esa tesis.

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Es curioso que la mayoría de los medios hayan mostrado su extrañeza de que la masacre de Chistchurch se haya producido en Nueva Zelanda donde la «comunidad» musulmana ronda el 1% de la población. Parece indicar que en lugares con mayores porcentajes hubiera sido inteligible. Sin embargo, todo indica que es eso lo que precisamente buscó el australiano Tarrant, minucioso en su planificación de asesino en serie. Llamar la atención en Nueva Zelanda es intentar pretender preservar una Arcadia blanca. Incluso el lugar elegido para el crimen resulta emblemático: Christchuch, la tercera ciudad de Nueva Zelanda y la más poblada de la isla Sur, ciudad fruto de un proyecto utópico cristiano de fundar una nueva Jerusalén anglicana llevada a cabo por el Christ Church College de Oxford.

Gökmen Tamis sería uno de los «invasores» del «gran reemplazo» que tanto teme Tarrant, pero también uno de los pioneros de esa utopía progresista que se denomina multiculturalismo, y a la que se han destinado ingentes fondos y que constituye el proyecto más caro a la burocracia de Bruselas. Llegó con sus padres desde una región del centro de Turquía, Yozgat. Su padre, Dah Mehmet Tanis, volvió a Turquía tras su divorcio y desde entonces, 2008, «no nos hemos hablado». Gökmen no se ha dedicado a edificar la Arcadia multicultural ni se ha topado con algo así como la Europa de las oportunidades. Antes de liarse a tiros en un tranvía en Utrecht, según la radio pública holandesa Nos, tienen antecedentes por robo, vandalismo e intento de asesinato. Actualmente es objeto de «procedimientos relacionados con un caso de violación», según el citado medio. Ya los medios no han hablado de algo así como un «caso aislado» o de la enajenación de un trastornado mental. En Holanda, la «comunidad musulmana» no es tan pequeña como en Nueva Zelanda. En las elecciones de 2017, un partido confesionalmente musulmán y declaradamente proturco, Denk, obtuvo el 2% de los votos y 3 escaños. Hay libertades básicas para la democracia como la libertad de expresión que están seriamente amenazadas: en noviembre de 2018, 144 mezquitas turcas exigieron el cierre de la cuenta de twitter del líder del Partido de la Libertad, Geert Wilders. 

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La Arcadia multicultural es altamente conflictiva. Muestra un paisaje en el que florecen los extremistas. Quizás la vía de las soluciones venga por la empatía mostrada por la primera ministra neozelandesa, la laborista Jacinta Ardern, quien se reunió con miembros de la comunidad musulmana ataviada, como gesto, con el hijab, pero esa línea de buenismo ha sido puesta en práctica por toda Europa sin que se vean los resultados.