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Tras la huída de César: El PP de Alicante hace cuentas y se cae a pedazos

Redacción




Josep Sansano.

El mitin de Pablo Casado en Alicante, hace una semana, fue un completo fracaso. Apenas trescientas personas, casi la totalidad, cargos con el cartel de qué hay de lo mío en la frente. Pablo Casado ha trasladado su malestar y preocupación a los líderes provinciales y regionales. Parecen ya muy lejanos los tiempos en que militantes y simpatizantes abarrotaban los aforos más nutridos o pagaban religiosamente una buena cantidad de dinero para reservar el tenedor en cenas multitudinarias.

César Sánchez. /Foto: elmundo.es.

La marcha de César Sánchez a Madrid, encabezando la lista al Congreso de los Diputados, es un mal, pésimo presagio. En buena medida, se trata de una huida. César Sánchez, presidente de la Diputación, ha echado cuentas: la Diputación no está asegurada. Los populares no tienen asegurado nada. Todavía las encuestas les dan como el partido más votado pero con tendencia decreciente. En Alicante capital se les concede 6 concejales, dos menos que en la legislatura pasada y muy lejos de los 18 de la anterior. César Sánchez lo que ha hecho es asegurarse el sueldo con cargo al Presupuesto para los cuatro años próximos.

El PP de Alicante es un partido sin fuelle, sin vitalidad, en el que todos echan cuentas, porque éstas no salen. Los puestos de salida bailan y el PP de Alicante está nutrido del tercer nivel del zaplanismo; aquellos que entraron en el partido pensando que era para siempre y que han sobrevivido a las tormentas de la corrupción que ha asolado al PP, tras las etapas de Eduardo Zaplana y Francisco Camps. No hay renovación alguna.

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Las posibilidades de un pacto a la andaluza son altas, pero son tres partidos a repartir. Vox, sin estructura, con unos cuadros de muy bajo nivel, por lo general, con alguna excepción como la ilicitana Amparo Cerdá, pisa los talones al PP. Ciudadanos, con el liderazgo de Toni Cantó, no remonta pero resiste, amortizada la crisis del grupo de Carolina Punset. La clave es asegurarse el puesto, pues son políticos profesionales que entraron por Nuevas Generaciones pero que ya tienen trienios.

Hay, además, en el ambiente anuncios de nuevos escándalos, mientras se ha difuminado el impulso recibido por la alcaldía de Luis Barcala, obtenida de manera oscura mediante una tránsfuga podemita, asesorada por el perejil de todas las salsas embargadas. No faltan, con todo, quienes rememorando los tiempos felices del primer Zaplana, soñaban con una operación alicantina para desbancar del liderazgo regional a Isabel Bonig, una solución temporal que se está eternizando, con un liderazgo impostado y débil. La “operación César” tendrá, en principio, que esperar, si bien sus adeptos aducen a su favor, para estrategias futuras, su capacidad de pacto. En cuando a José Císcar, es un presidente provincial nominal, contra el que todos conspiran y al que dan de lado, aunque siga saliendo en las fotos.