Enrique de Diego.
Ya es bastante penoso que la masa gregaria asista a una manifestación convocada de hecho por el Gobierno, al servicio de los poderes globalistas, hiperpublicitada por los medios adictos, con la asistencia asegurada de cuantas viven del cuento. Eso del 8 M no ha sido más que una mascarada, un adelanto del carnaval y el entierro de la sardina, siendo la sardina el contribuyente. Pero la guinda de ese pastel putrefacto, el elemento último de contrastación de que todo era una farsa inconsistente es tu asistencia, Dolores Delgado, que eres una vergüenza nacional, que no hay por dónde cogerte.
Como fiscal eres, por de pronto, una completa nulidad, un escándalo andante, a la que te cuentan patentes delitos y te haces la loca, porque en ciertos niveles ser delincuente es de buen tono y chapotear en las cloacas hasta la laringe se riega con vinos caros y se festeja con marisco fresco. Aunque para fresca tú, Dolores Delgado, que te permites llamar “maricón” a Marlaska, cuando dicho por otra persona sería poco menos que delito de odio. Hay que recordarte tus comidas con el comisario Villarejo, Baltasar Garzón y la santa compaña, cuando te expresaste como una verdulera degenerada. “A mí que me den un tribunal de hombres, de tías no quiero”. Frase para enmarcar en el frontispicio del feminismo mostrenco. “Ha venido un tío a la Audiencia monísimo, parece George Clooney, pero es una nenaza”. El lenguaje tabernario de un camionero muy salido y deteriorado. Con perdón de verduleras y camioneros, que tienen, cualquiera, mucha más dignidad que tú. Y cuando el comisario Villarejo te informa de que montó una “agencia de modelos” –una casa de putas, vamos- para conseguir “información vaginal”, a ti, escombrera de la Fiscalía española, sólo se te ocurre comentar: “¿Y ya está? Éxito asegurado”. Te informan de un delito, de una colección de ellos, y tú tan pancha con la nécora y el percebe.
Toda una ambientación de lo más feminista. Todo un insulto a la inteligencia y a la decencia. Ni la más mínima pulcritud profesional ni humana. Y luego te vas a la manifestación del 8 M a presumir de lo que no eres o sí. Al final, a lo mejor, eso del feminismo no es ni más ni menos que una hipocresía social para vivir del contribuyente. ¿Con qué Dolores Delgado nos quedamos, con la del restaurante Rianxo, o con la pancartera feminista de tres al cuarto?