Miguel Sempere.
No podemos decir que las primarias hechas a medida de Ignacio Aguado hayan sido un tongo, aunque se le permitiera algo tan obsceno como hacer campaña en público en la jornada de reflexión. No lo podemos decir ni nosotros ni nadie, porque lo que sí han sido ha sido una tomadura de pelo y una estricta vergüenza.
Los candidatos han recibido un pdf para que puedan controlar los votos, pero resulta que en el listado no aparecen los nombres y de las IP aparecen borrados los últimos cuatro números por aquello de la protección de datos. ¿Qué cotejo se va a hacer? Imposible. Los datos del escrutinio se hicieron públicos dos horas después del final de la votación. En esas dos horas, cualquiera puede entender que puede pasar de todo, pues los encargados de controlar el proceso tienen acceso a las contraseñas de todos los que ya saben que no han votado. Según la dirección de Ciudadanos, la Fábrica de Moneda y Timbre certifica…pero lo único que certifica son las IP que han votado y de las que los candidatos tienen unos números tachados, los cuatro últimos.
El sistema es altamente mejorable si la votación se hiciera con el DNI electrónico o con el certificado personal de la Fábrica de Moneda y Timbre que se usa para la declaración de la renta o si, más sencillo, cada uno de los interesados en votar recibiera un código personalizado en su móvil. Pero con estas prevenciones a lo mejor no saldría Ignacio Aguado. Con estas premisas, Ignacio Aguado se encamina a un completo descalabro electoral, que dañará de paso las posibilidades de Begoña Villacís.